Capítulo 2

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Al día siguiente me desperté un poco desorientada, por la posición del sol podría ser medio día. D aún no estaba o tal vez vino y se fue de nuevo. La verdad es que pude ordenar mis pensamientos mejor, logrando así tomar decisiones por mí misma en soledad.

Para empezar quería ver a mis padres, hacía meses casi que no los veía por motivos de trabajo y otros asuntos. Después quedaría con D para comentarle los percances que había tenido anoche y disculparme por ello. Él lo comprendería, claro, pero no quería ser maleducada. Al fin y al cabo es mi trabajo y tengo el deber de desempeñarlo sin problemas.

Fui andando hasta la casa de mis padres, los cuales vivían al Sur de la ciudad, lo que me llevaría pocos minutos si iba andando, así que deje el coche en su sitio.

Me paré a contemplar la casita en la que mis padres vivían, la verdad es que siempre me pareció bonita aunque un poco pequeña y descuidada por fuera. Las paredes eran de ladrillo rojizo pero con el tiempo se habían vuelto más oscuros, casi marrones. Me dispuse a llamar a la puerta cuando esta se abrió.

-Oh Luna- me llamó mi madre por mi nombre real, se sorprendió al verme -¡Hola!-

-Hola mamá ¿Vas a salir?- saludé.

-Si, si, iba al mercado a por algo de verduras. Que bien que hayas venido... ¿te has metido en algún lío?- habló ella andando en dirección a la plaza.

-No. Solo quería pasarme a ver qué tal estáis tú y papá- le contesté.

-¿De verdad?- se giró para verme más detenidamente.

-Que si- puse los ojos en blanco -¿Dónde está papá?-

-Fue a ver al tito- respondió entrando a uno de los puestos de comida -Tiene un problema en la rodilla y puede que no pueda caminar sin ayuda de un bastón- continuó hablando de mi tío.

-Yo podría pagarle una operación- intervine.

Mi madre me miro molesta, pero cambió rápidamente su expresión -No, no, no- se negó -Ya sabes que a él no le gustan los hospitales y menos que lo duerman para operaciones...-

Obviamente noté que lo que realmente no le gustaba era la idea de que pagase con dinero que yo conseguía. Nunca le comente a mis padres sobre mi trabajo, tal vez mi madre se olía que trabajaba de prostituta, pero creo que después empezó a indagar y se dio cuenta de otras cosas. Se podría hacer la tonta todo lo que quisiera, pero realmente no lo era.

Una vez que terminó de comprar, volvimos a casa, intenté aparentar normalidad a pesar de todo el ajetreo de la ciudad a esa hora tan concurrida. En un momento determinado vi un grupo de niños jugar cerca de una fuente, me imaginé sus cadáveres dentro del cuenco que formaba debajo del chorro, hundidos en el agua verde. De nuevo ese color... asociaba ese tono tan específico a algo terrible y asqueroso, el mismo verde que tenía aquella bestia de mi pasado en sus ojos, el mismo verde de las algas sobre una charca.

-¿Luna?- mi madre parecía preocupada.

-¿Qué?- pregunté mirándola.

-Hija estás como ida, te has quedado mirando a la nada y te he llamado varias veces- se le notaba muy preocupada.

-Lo siento, es que estoy cansada, he dormido poco- le sonreí para mostrar seguridad.

Ella no se veía muy convencida, aún así no siguió con el tema.

Al llegar a casa vi a mi padre que había regresado ya de ver a mi tio. Comí con ellos y hablé de varios temas comunes, luego me marché prometiendoles que volvería a verlos. Insistieron mucho en saber donde me alojaba, pero les comenté que solía mudarme mucho o directamente que ahora me alojaba en casa de un amigo. Y les prometí que si tenía alguna disputa o algo con él, regresaría con ellos a su pequeña casa.

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