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Temporada de floración.

Donde los Omegas, independientemente de su clase, buscaban pareja. Se llevaba a cabo cada 3 años. En esta temporada y únicamente por este tiempo, a cualquier alfa y omega, se le permitían estar juntos, sin importar su clase. Más sin embargo pasando los tres días de la llamada "Floración" debían distanciare sin existir un emparejamiento conciso, ósea; una marca de por medio que los uniese para siempre.

Jimin estaba hastiado. Todos los Omegas se preparaban para ello y hablaban de ello. Para él no era importante, le daba igual.

Su madre había insistido tanto. Para ella y para su padre era una buena oportunidad para que el chico ahora rubio, encontrara pareja. no sólo por la floración y sus beneficios sino, dentro de su propia clase. Pero Jimin había perdido el interés desde hacía mucho. Y aunque este era un acontecimiento importante y que no todos los años ocurría, a él le pasaba sin cuidado.

Su madre le había hecho un bello atuendo. Una camisa de seda del color de las perlas, en algunas partes traslucida y otras no, pues, según su madre, debía darse a desear un poco a los alfas y eso les encantaba a ellos. Acompañado, entonces, de un pantalón negro y bien ceñido a sus tonificadas piernas de hombre, zapatos lustrados y el cabello bien peinado y cayendo sobre su frente; lizo, suave, terso. Le había colocado azúcar en el cuello, Jimin ni siquiera quería imaginar para qué ni preguntó tampoco. Eso le agregaba un poco de más dulzor a su piel, por si algún alfa osaba besarlo ahí, y combinado con su característico aroma de Omega, sería exquisito para cualquiera. Pensamientos de su madre jamás dichos a su hijo.
Se atrevieron a pellizcarle las mejillas, para obtener un hermoso colorete en estas y le colocaron un bálsamo de cereza en los labios, maquillaje en el rostro. Dios, se sentía tan empalagado y lo peor de todo era, que asistiría a esa escoria de cosa que ni al caso. Ni sabía tampoco en qué consistía.

De pie en el bosque ya preparado, levantó su mirada a la intensa luna llena en el cielo nocturno, recordando las palabras de su padre: "Todos los Omegas irán. Es como una fiesta hijo, podrás correr entre el bosque y los alfas que estén interesados irán tras tu aroma. Tú decides con cuál de ellos te quedas. No importa la clase. Solo recuerda, no debes dejar que te marque. Si te gusta alguien de verdad, intenta que sea de tu misma clase. No queremos problemas luego, hijo mío "

Oh, vaya... ¡Que ridiculez!

Se insertó en el bosque. Todo lucía tan bello, ya mismo comprendía lo de "Floración" pues había miles de flores silvestres a la vista, por doquier. Como si no importara que fuera de noche, estaban allí para dar un espectáculo pintoresco y luminosos con sus matices y colores perpetuos. Las luciérnagas bailoteaban y la poca neblina iba y venía en direcciones diferentes. Bellísimo. Olía dulce, olía prometedor...

De repente se sintió feliz, pues al estar ahí una repentina paz y calidez lo invadió. Siendo su parte animal la más afectada, la más entusiasmada de sentirse libre. Y lo haría, le importaba poco, estaba ahí para divertirse, para encontrar una pareja con quien pasar la noche. Un alfa cualquiera que le llenara el ojo, mas no se incrustara en su corazón. Eso, jamás.

Jamás le abriría el corazón a ningún alfa, jamás se emparejaría con uno. Así quedara solo siempre. Los alfas eran traidores, los alfas mentían. Eso él, lo tenía muy claro...

Corrió por el bosque, llenándose de los sonidos de los demás animales habitantes, de los demás Omegas que escuchaba y de los cuales percibía su esencia. De los alfas.

Jimin les había perdido el miedo. Los odiaba, por ello no se emparejaría nunca con uno. Y eso estaba muy mal visto en la sociedad; un Omega renegado no era bien visto por nadie. De hecho, él no era bien visto, pues aparte de que no quería emparejarse con ningún alfa, había adquirido un porte corpulento; músculos por todas partes y eso disgustaba a los alfas, pues un Omega jamás se vería así, jamás un Omega debía intimidar más que su Alfa, ellos estaban para cumplir ese papel, era una burla para ellos que su Omega luciera más imponente. Pero eso a él poco le importaba, los Omegas siempre habían sido sumisos, él no era así y jamás se dejaría doblegar por ningún Alfa altanero. A menos claro, que su situación fuera crítica y el Alfa tuviera que usar "la voz" con él, cosa que bueno, tampoco lo alteraba demasiado, pues, estaba estrictamente prohibido y castigado que los alfas impusieran la voz de mando por sobre los Omegas, pues era una forma de maltrato que dejaba al Omega expuesto y a disposición de la perversidad de la que algunos Alfas eran partícipes, durante o sin, su celo.

Se inundó de las esencias que flotaban en el aire y que se hacían más intensas gracias al rocío o el sereno de la noche. Unas dulces, otras agrias, otras agradables y otras no tanto. Paladeando cada una. Los Omegas no le interesaban, era claro; estaba ahí por un Alfa y no corrió mucho cuando se topó con uno. Alto, rubio, de ojos rojos y muy bello, BaekHyun. De esencia única y proveniente de la clase media, pero, no le interesaba. El Alfa en cambió dio un paso hacía él al percibirlo y cerró sus ojos fuertemente cuando la afrutada y encantadora esencia de Jimin lo alcanzó sublime. Un gruñido, un único gruñido que advirtió al blondo a metros de él. Corrió, corrió de allí inmediatamente sintiendo al otro cerca, muy cerca de él y para pronto ya no solo era Baek detrás suyo sino, ese otro chico; Jackson y otro más, Jung Hoseok, uno de la clase media y el otro de la alta. Prometedores, sin duda, muy prometedores. Pero vaya, que el jueguecito le estaba resultando bastante divertido a Jimin. Pues mientras Él corría con desasosiego, evitando que lo alcanzaran, ellos peleaban entre sí para darle ventaja.

Y cuando creyó que les había perdido, Hoseok ya lo tenía por los hombros y le había tirado al suelo por el repentino choque. Ese Alfa tenía mala reputación por someter a los Omegas a sus atrocidades, no entendía que hacía allí. Jimin gimoteó cuando lo tuvo contra él suelo, apeñuscado y su nariz olfateó con ganas tras su cuello.

– Suculento – Pronunció el pelirrojo con seductora voz. Jimin supo que estaba perdido. Los otros dos Alfas llegaron al tiempo que él intentaba escapar del agarré del otro.

–Vámonos Baek, este ya no es asunto nuestro... –Dijo Wang al otro alfa y se marcharon de ahí, no había quien compitiera con Jung. Ese Alfa tenía poder, no solo por venir de la clase alta, sino, porque conseguía lo que quería por la buena, o por la mala.

–Suéltame... –Exigió Jimin.

–Cuida ese tono, Omega, no te olvides que soy un Alfa y me debes respeto – Jimin se rió.

–¡Hasta crees! –Le escupió en la cara fieramente.

–Vaya, así que los rumores acerca de ti son ciertos, ¿ah?. Un Omega renegado no es bueno para un Alfa como yo, Jimin. Ya te enseñaré como educo a mis Omegas... –Y Jimin verdaderamente temió cuando aquel Alfa alzó su palma dispuesto a pegarle en la cara. Cerró sus ojos fuertemente esperando el impacto pues no podía correr, no podía zafarse de él, era más fuerte, mucho más que él. Pero el golpe jamás llegó, en ves de ello, un golpe colateral fue lo que recibió Jung Hoseok, enviándolo lejos, apartándolo del cuerpo de Jimin en el suelo.

Jimin aturdido vio a Hoseok retorcerse en dolor lejos, así que miró al otro lado de donde había venido el golpe. Allí, parado apenas a un metro de él, un joven: de castaños cabellos, de piel tan blanca como la nieve, de ojos oro iridiscentes, esculpido en bello cuerpo. Con pantalones negros de vestir y lustrosos zapatos, camisa azul rey con bordados dorados en el pecho que hacían juego a sus bellos y poderosos ojos. Su aroma... Dios. Aquella esencia; Pinabete, rocío mañanero, flor de iris y un toque de briza marina. Jimin se quedó obnubilado... No, no podía ser él. Pero no había otra opción, quién en este mundo animal poseía una esencia igual a otra, ni siquiera los gemelos poseían escancias mismas. Era él.

Hoseok gruñó cabreado al fondo, prometiendo pelea mientras se enderezaba fulminando al de blanca piel, junto al blondo en el suelo, con la mirada.

– Ni siquiera te atrevas a acercarte, Hoseok – Advirtió el castaño con la mirada –Este Omega –Miró a Jimin intensamente y esté tembló ante el– Es sólo mío... –Tajó sin más. Pero Jimin pudo percibir que las cosas no terminarían ahí, Hoseok era alguien muy rencoroso y no era propio de él dejarse vencer tan fácilmente, pero había miedo en su mirada, miedo hacía el chico castaño e imponente que estaba junto a él. El corazón le latía tan fuerte que lo ensordecía, no podía estarle pasando aquello, realmente que no podía. Hoseok se lanzó al ataque contra el castaño, pero este de un solo manotazo lo regresó al suelo, su fuerza era sorprendente. No era cualquier Alfa, y eso lo supo Jimin– Vete de aquí, Jung, no tienes partida contra mí. No eres más que un coyote sarnoso –Y aquello bastó para que el chico pelirojo enfureciera mucho más y volviera a lanzarse sobre él, esta vez Suga cayó al suelo y ambos se trenzaron en golpes y arañazos, sabiendo quién ganaba de los dos; y ese era Min YoonGi.

Hoseok se marchó mal herido. Suga sabía que las cosas no pararían ahí, pero eso poco le importaba ahora. Se sacudió las sopas y manteniendo el semblante serio y la elegancia en cada movimiento, se acercó de nueva cuenta al blondo que aún yacía en el suelo estupefacto y le tendió una palma para ayudarlo a pararse. Jimin la miró con asombro.

–¿Te quedarás ahí en la tierra? –Le dijo con evidente arrogancia que hizo el enojo aflorar en Jimin, ¿Quién se creía? Sin tomarle la palma se puso en pie y se sacudió el trasero, Suga sonrió de lado y negó lentamente, aguardando su mano, como la otra, en el bolsillo de su pantalón y clavando sus oros en el blondo.

–No necesito tu ayuda...– Le dijo altanero Jimin. El castaño alzó una ceja.

–Que Omega más maleducado. No te recuerdo así, Park Jimin –Le dijo Suga con el ceño fruncido ahora. Su voz era distinta, más profunda, más seductora...

–¿Cómo sabes mi nombre? –Suga se mostró incomprendido, consternado. Jimin... No podía evidenciarse.

–¿Cómo? ¿Acaso no me recuerdas?... –Lo miró fijamente. Jimin no podía, pero tenía que hacerlo. Habían sido muchos años de dolor, ¿Porqué volver ahora? ¿Por qué cuando le había abandonado de la peor manera?

–No se como sabes mi nombre, Alfa, pero te advierto que te alejes, yo a ti no te conozco –Y aquello dejó más consternado al castaño, no solo su actitud sino, el hecho de que no lo recordara. No, no podía ser...

–Estarás jugando... –Se aproximó a Jimin con rudeza y lo encerró contra la corteza de un grueso árbol y su propio cuerpo. Jimin sintió lo fornido que era, el cambio que se había producido en su persona a lo largo de los años. Abandonando ese cuerpo escuálido y convirtiéndose en un hombre lleno de músculo. Todo él era diferente en apariencia, pero, en esencia, seguía siendo él mismo. El corazón del blondo dio un vuelco al sentir la cercanía del otro, ¿Cuánto no había deseado esa cercanía antes? ¿Cuánto no había deseado que lo protegiera entre sus brazos y le prestara su sosegadora esencia cuando más lo necesitó? Suga se inundó por completo de la calidez y cercanía del adverso, ¡Dios bendito! Como le había añorado y ahora de tan solo tenerlo cerca, su lobo aullaba eufórico.

–No juego, no sé quien eres... Aléjate, Alfa –Le dijo Jimin. Suga se separó mostrando para él esos oros ahora con un bello y sublime aro rojizo en su máximo esplendor, señal del lobo tan imponente que era.

–¿Así que no me recuerdas, ah? –Jimin negó manteniendo la mentira, perdido en esos ámbares penetrantes– Bien... Ya lo veremos... –Y sonrió con todo el ego que su persona le permitió, intimidando y doblegando con su esencia y su persona, al blondo Omega de grises orbes...

You Are My DestinyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora