Prologo

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Seguí caminando en silencio como era mi costumbre hacerlo, ignorando cada uno de los susurros despectivos que aquellas mujeres daban cada vez que nos veían, caminaba despacio y en silencio, y no con ello, con la cabeza gacha como si me avergonzara de quien o de lo que era.

Desde niña aprendí a ignorar cada palabra de los pueblerinos, cada uno de los insultos y agresiones contra mi persona al pisar CovenVille, pero no era la única, esto era algo para todos aquellos que salíamos de FallenParadise o la ciudad de los malditos como los pueblerinos nos llamaban, todo por el simple hecho de no compartir sus creencias, por reusarnos a dejar de lado las costumbres de nuestra raza ancestral.

—¡brujas! ¡Debería enseñarles lo que es una bruja!

—Solo ignóralas—dije a la chica a mi lado quien gruñía por cada palabra que esa mujeres lanzaban hacia nosotras—es lo que yo hago

—Hipócritas—dijo en voz alta al ver como al frente una mujer se santiguaba al vernos

Una sonrisa irónica se posó en mis labios al ver la escena, ver como aquellos puritanos fingía santidad en el día y sin embargo durante las noches acudían a nosotros en busca de ayuda.

—¿Qué haces aquí Rossete?—preguntó la joven castaña tras el mostrador—creí que odiabas poner un pie en este pueblo de beatos

—No tenía opción—me encogí de hombros—necesitamos de alimentos o moriremos por el hambre

—prefiero el hambre a deberles algo a estos—siseo mi acompañante de blancos cabellos

—¿Lo de siempre?—preguntó Kaede

Asentí

—tres sacos de arroz, dos de patatas, cuatros sacos de harina y mucho aceite, ¿correcto?—asentí—Bien—¿traen lo que pedí?

—¿Esto?—sonrió la peliblanca sacando del vestido un frasco de cristal con un líquido amarillento—sabes el trato

—está bien, no cobrare ni un centavo

—esto mantendré tu cabello en el color que usas, no tendrás que preocuparte por el azul en un tiempo

—eso espero porque ya está comenzando—tomando un mechón mostró como este iba tomando la coloración natural al que pertenecía—si alguien lo ve van a sacarme de aquí

Kaede era una de nosotras aunque nadie en el pueblo lo sabía, algo que en cierta forma nos convenía.

—debemos irnos, por favor envía lo que necesitamos

—Aron lo hará

—¿Aron?

—el nuevo. Al parecer no le tiene miedo a las brujas—se burló haciendo gestos exagerados haciéndonos reír.

***

Tomando la canasta repleta de hierbas me puse en pie, lista para regresar a casa. Limpie el sudor sobre mi frente con el antebrazo suspirando con cansancio por el agotador trabajo.

—¿Por qué lo has hecho?—sisee molesta con una mano en la mejilla en donde esa mujer me había golpeado

—¡¿Cómo pudiste?!—reclamó

Marlene estaba frente a mí, histérica reclamando algún hecho que no podía recordar, cada vez se acercaba mas gritando furiosa.

—no comprendo

—¿no?—rio furiosa antes de volver a gritar—¡yo lo amaba! ¡Me lo has arrebatado!

Entonces comprendí el porqué de sus acciones. Ese hombre.

—hice lo que debía. Ese hombre trato de robarme lo que es mío—mis dedos acariciaron la joya que pendía en mi cuello—Jure protegerlo sin importar el que, sin importar a quien tenga que eliminar—hable como si nada recordando la muerte de ese sujeto

—¡maldita!

—no es la primera vez que me lo dicen

Después de eso todo pasó tan lento. Con el tiempo deteniéndose para ser testigo de lo que estaba ocurriendo.

Sentí el cuerpo pesado junto con el frio calando en mis huesos.

—al final el será tu destrucción—siseo—jamás alcanzaras su amor, tu ni las que provengan de ti. ¡Te maldigo! ¡Mil veces maldita! Pagaras sufrirás una y otra vez el mismo dolor, hasta el final de los tiempos lo tendrás y lo perderás.

La canasta que antes sostenía callo de mis manos antes de que yo misma lo hiciera. Escupiéndome en el rastro terminó aquel conjuro antes de desaparecer de la misma forma en que había aparecido.

—¡Tailey!—la chica de los cabellos blancos que me acompañaba de nuevo corrió a mi lado ayudándome a poner en pie—¿Qué paso?

—Me ha maldecido—limpie mi rostro

—¿Q-ue?

—Estoy maldita—sonreí antes de comenzar a reír estrepitosamente por la gracia que eso me causaba. Era una pérdida de tiempo cuando mi destino había sido trazado desde antes de nacer.—y aquel que amas y te ama te destruirá—recordé en voz alta

—Bianca lo arreglara

Negué ante la preocupación en los ojos celestes de mi amiga.

—Tranquila, Alera—trate de reconfortarla—yo no conozco el amor

 

Wicca: Sin of WitchDonde viven las historias. Descúbrelo ahora