III

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Capítulo 3. Helado y Secretos

Por Brad Pitt.

No era nada más y nada menos que el hermano de Lilian.

-¿Noah?-pregunté con asombro.

Rápidamente ambos se separaron.

-Hola Grace.-Dijo apenado- ¿Cómo estas?

-Bien.-respondí frustada.

No se que hacia peor la situación, el hecho de que era el hermano mayor de nuestra mejor amiga o que no nos los había dicho. O quizá un poco de las dos.

-Las dejo para que hagan su tarea-dijo tomando su mochila- Hasta luego chicas.

-Adiós.-contesté con un tono molesto.

-Hasta luego.-dijo Verónica

Al salir Noah me acerque a la puerta y la cerré fuertemente.

-No tienes por--

-¿Desde cuándo?.-la interrumpí.

-Hace unos dos o tres meses.-confesó, bajando la cabeza.

Solté una risa sarcástica.

-¿Lilian sabe?.-cuestioné de brazos cruzados.

-No.-dijo, corriendo hacia mí y tocando mi brazo- Y no lo tiene que saber, no aun.

-¿Enserio?, ¿Lo dices enserio?.-pregunté levantando mis manos en forma de resignación- Sales con el hermano de una de tus mejores amigas, desde hace dos o tres meses, ella no sabe y esperas que yo no le diga. ¿Sabes en la situación en la que me pones?

-Lo entiendo.-dijo ella- Pero esta no es la mejor manera de que lo sepa.

-¿Y como?.-le pregunte y me arrepentí.-¿Sabes?, mejor no respondas, yo haré la tarea de química.

Tome mi bolso y frustrada salí de la habitación.

-¿A donde vas?.-pregunto, al verme caminar hacia el marco de la puerta.

-Necesito aire fresco.-dije.

Me despedí de la mamá de Verónica, salí molesta de la casa.

Verónica salio detrás de mi, rogándome -cosa que detesto que hagan- que no le contase a Lilian.

-No lo haré.-le dije volteando los ojos y respirando profundamente.

-¿En serio?.-pregunto con una sonrisa gigante.-Grace, no sabes cuanto te lo agradezco.

-Lo se.

-¿Ahora quieres entrar?-preguntó, señalando la puerta.

Encogí los hombros como respuesta.

Teníamos que hacer un perfume, y decidimos hacerlo con olor a flores -lo más simple y rápido posible-.

Luego de un rato de probar, mezclar y oler, Verónica me miro arrepentida.

-Lamento no haberte contado sobre...

-No tienes que disculparte.-la interrumpí.

El silencio se volvía cada vez mas incomodo; y decidí hablar:

-Verónica.

Ella cambio su mirada hacia mi.

-¿Si?.-dijo, apartado el frasco con perfume.

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