Y Navier se sentía tan impotente al no poder concebir aquel hijo que tanto deseaba, no encontraba una explicación al por qué.
Tres abortos espontáneos fueron los que tuvo que soportar, además de las constantes peticiones de que el emperador tuviera una concubina para que pudiera dar la vida al príncipe heredero.
Lloro de impotencia, de dolor... ¿Cuándo los dioses le darían la oportunidad de ser madre?
Era joven y saludable, aquello no debería ser un problema. Pero su cuerpo no podía mantener a un niño con vida.
Sovieshu había estado con ella en todo el proceso, pero aun con ello pudo notar la decepción en su rostro con cada una de las noticias que le daban los doctores.
Ninguno de los niños que habían estado en su vientre lograban sobrevivir más de tres meses.
Ninguno.
Hasta la llegada de mi amado Darius.
El hermoso milagro del imperio.
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