Nathaniel

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—¿Entonces irás? —la autoritaria voz de Alya resonó en los oídos de Nathaniel. El joven chico no supo que decir. Miró con cierto cansancio hacia su compañera, quien no parecía dejar de verlo.

— Si puedo, te lo diré —prometió arrastrando las palabras.

Un amigo de su compañero, Kim, había invitado a toda la clase a un partido suyo. Los chicos de su salón tomaron esto como una excusa para juntarse a pasar el tiempo, que para realmente ver el partido. Aún así casi todos irían. Por lo que Alya, una de las amigas de Marinette, se había dedicado a acoplar a Nathaniel con ellos.

Al acabar las clases, el joven Kurtzberg fue directo hacia la salida, a un rincón bastante apartado. Allí marcó un número que conocía de memoria y odiaba de vista.

—Hola madre — habló calmado —Voy a quedarme más tiempo en la biblioteca hoy —dijo a la ligera. Sin realmente prestarle atención a lo que decía. Tras eso seguirán las exigencias de siempre. Mandame una foto y que estés antes de las ocho. Todo eso seguido de una amenaza de lo que le harían su padre si no volvía a tiempo, o se enteraban que no estaba estudiando.

Nathaniel colgó tras un par de minutos de conversación y se dirigió hacia su grupo de amigos. Se juntó al lado de Alix, con quien tuvo una conversación que dependía de la pelirrosa chica hablando, y el pelirrojo escuchando mientras soltaba monosílabos.

El partido iba a ser en un pequeño campo donde solían haber entrenamientos. Quedaba a media hora de su escuela, por lo que los adolescentes habían ido caminando. Todos los compañeros de Nathaniel iban gritando y haciendo tonterías. Riendo despreocupadamente y disfrutando de su libertad y amigos.

—¿Les dijiste a tus padres sobre la biblioteca? —la pelirrosa chica, Alix, volvía a sacar tema de conversación.

—¿Tengo más opciones? —murmuró Nathaniel más para sí mismo que para su mejor amiga.

—¿No crees que algún día se darán cuenta? —nadie les estaba prestando atención. Además iban bastante por detrás del grupo. No les oían.

— ¿Y qué harán? ¿Pegarme? — dijo con sarcasmo en su voz. Alix no contestó. Ambos sabían la respuesta a todas aquellas preguntas.

Llegaron al lugar y después de unos momentos hablando, se dedicaron a buscar sitio. Nathaniel junto a su mejor amiga, Alya y Marinette se sentaron bastante atrás. La mayoría de la clase se dividió por grupos para quedar más cómodos. Cada uno con las personas con las cuales pertenecía.

El joven Kurtzberg sacó una libreta en la cual comenzó a hacer bocetos mientras esperaban el comienzo. Había venido al lugar para no quedarse solo en la biblioteca, y no tener que volver a su casa. Estuvo trazando líneas hasta que los jugadores salieron a presentarse. Nathaniel levantó la cabeza por pura curiosidad, pero, de inmediato notó a una persona en concreto. Mark.

Se le veía sin maquillaje, con ropa deportiva y una coleta que le recogía el cabello para atrás. Era una imagen del chico que el pelirrojo jamás se había imaginado. A pesar del cambió de apariencia del escritor, su rostro androgino seguía destacando.

—Nath cierra la boca y deja de atravesarlo con la mirada —le aconsejó su amiga con tono burlón. Nathaniel deseó que la tierra lo tragara. Bufó ante el comentario de Alix y sacó su teléfono —Deja de juntarte con Marinette —volvió a decir mientras el chico de ojos turquesa le sacaba una foto al joven Anciel.

—¿Debería recordarte tu crush con Sabrina? —preguntó mientras guardaba el dispositivo.

—Fue hace varios años —justificó. Nathaniel siempre se preguntó que le habia encontrado su mejor amiga a aquella chica. Pero a fin de cuentas. ¿Quién era él para juzgar? 

—Sigo teniendo la carta de declaración que no te atreviste a dar —volvió a molestar el pelirrojo. Ahora era su turno de hacerlo.

—Hablemos sobre tus dibujos de Marinette —propuso la chica de baja estatura al ver que las dos amigas estaban hablando distraídas varios sitios delante.

—Al menos a mi si me gusta el sexo —aquella era una carta que nunca fallaba con Alix.

—Te voy a denunciar por odio hacia los asexuales —contraatacó después de lo que ambos se sonrieran mutuamente. Nathaniel siguió viendo al chico que le ayudaba con sus comics.

Su amistad con la pelirrosa era única. Podían decir un montón de tonterías. Quejarse el uno del otro o bromear algo que ofendería a una persona ajena a ellos. Pero al final del día siempre se ayudaban. Se hablaban y acababan por llorar juntos. Sentían que no estaban solos. Al menos no en aquel momento. 


Editado: 01.11.2022

Entre dibujos y escritos [Marc Anciel / Nathaniel Kurtzberg] NC-17Donde viven las historias. Descúbrelo ahora