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Veloce así he vivido durante toda mi vida. Sintiendo la adrenalina en cada curva o recta que me lleve a la victoria. Viviendo Al máximo en cada celebración mientras levanto un trofeo. Sintiéndome el rey del mundo cada que estoy en lo más alto de una tabla de puntuación o en el podio siendo rociado de champagne permitiéndome probar el sabor de la victoria y el orgullo.

Pero, claro, eso no me basto. Yo quería más. Yo la quería a ella.

Quizás si hubiese sabido controlar mi ambición e impulso de quererlo todo sin importar nada, nunca habría descubierto como vivir la vida senza preoccupazione, de vivir la vida a su manera: a la de ella.

Quizás si no me hubiese encaprichado con unos ojos marrones que me incitaban a pecar y a bailar con el diablo cada que podía, no hubiese podido sentir todos los mitos o leyendas que rodean a las palabras "amor y destrucción" volviéndose realidad en carne y hueso.

Quizás si aquella noche llena de aplausos, olor a caucho quemado y una bandera de cuadros ella no me hubiese esperado al final de aquella línea de meta, yo no estaría contando esta historia.

Solo si quizás ella no me hubiese permitido hacerla bajar al infierno y luego tocar el cielo. Solo si quizás yo no le hubiese permitido hacerme pecar y no arrepentirme de aquello.

Pero los "quizás" no existen, lo hecho, hecho esta y ambos firmamos nuestra sentencia al el uno con el otro estar.

Clandestino | Charles Leclerc [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora