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"Good girl, sad boy, big city, wrong choices"

"Good girl, sad boy, big city, wrong choices"

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Charles Leclerc

Estaba entre la espada y la pared, y para mi mala suerte ella era la espada que tenía el poder de decidir si dejarme vivir o morir en sus manos.

No tenía ni la más remota idea de cómo resolver este lío. Era la primera vez que me metía en algo así y la presión de Mattia no me ayudaba.

No podía acercarme an ella sin que llamara la atención y los rumores de anoche se hicieran más fuertes. No quería arrastrarla conmigo a esto. Mayormente me importaba muy poco este tipo de cosas porque es lo que conlleva la fama, pero sentí culpa al exponerla de esta manera.

Estaba seguro de ella a este punto ya sabía quién era yo, eso me desanimo, no quería que me viera como Charles Leclerc el piloto de F1, al contrario, quería que me viera como quien recibió sus sonrisas egocéntricas anoche, que cometió una de sus mayores estupideces durante una noche de delirio y el chico necio que la reto aún teniendo las de perder porque su ego era alto.

Quería que ese misterio que nos envolvía el uno al otro perdura, por lo menos hasta nuestro reencuentro, pero sabia que era algo imposible. Claro que ya tuvo que haber visto las noticias, más que nada si ella estuvo involucrada.

Mattia y Alexa, mi representante de prensa,me habían dado un ultimátum. Tenía hasta mañana para regresar con mi auto a las instalaciones y una historia creíble o plan para los medios.

Tenía que encontrar la manera de hablar con ella sin que me captaran en el intento, por lo tanto había pedido refuerzos.

Y cuando digo refuerzos me refería a media parrilla.

—Ok, se me ocurrió algo.—Dijo Lando.

—Tus planes nunca funcionan ni para ganar en uno Lando.—Se mofó Carlos.

El susodicho solo cruzó sus brazos como niño pequeño.—No me valoran.

No peleen. —Intervino Sebastian por quinta vez en la noche.

Estaba a punto de arrancarme los pelos de la cabeza. Llevamos más de 20 minutos entre peleas tontas y no llegábamos a un acuerdo.

—Saben que estoy poniendo demasiadas cosas en riesgo en estos momentos, verdad?—Dije con calma.

Todos se quedaron callados mirándome.

—Si. Tienes razón, perdón. —Se disculpó Pierre.

—Creo que la mejor opción es el plan de Max. —Votó Daniel.

—Es que soy buenísimo. —Se alabó el antes mencionado.

Ese era el plan más estupido. Dios, estoy jodido.

—¿Me estás diciendo que apoyas que me disfrace para entrar al edificio mientras ustedes seducen a la recepcionista?—Dije incrédulo.

—Si. —Respondieron todos al unísono.

Clandestino | Charles Leclerc [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora