2. Que tengamos los mismos gustos

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2014, diciembre.

-Dijiste que me acompañarías.- Harry miró serio a su novio que estaba sentado en el sillón, en ropa interior y desayunando cereales con leche. Louis lo miró sin entender, queriendo usar su brazo roto para correrse el flequillo y fallando en el intento.- ¿Lo olvidaste, Louis? ¿Otra vez?

-¿Qué olvidé?- Se alarmó al escuchar lo irritado que sonaba.

-Nada.- Negó dándose vuelta para irse.- Te veo luego, o mañana, no lo sé.

-¡Harry!- Se paró a las apuradas y de forma torpe, había algo que no estaba bien, y casi se cae de cara al piso de no ser por su brazo lastimado que clavó en el sillón como apoyo, haciéndolo cerrar los ojos para soportar el agudo dolor que lo atravesó.

-¡Louis! Dios.- Corrió a él, preocupado, importándole poco ensuciar su ropa bonita y levantó con cuidado al chico que no había abierto los ojos.- Bebé, con cuidado.

-Estoy bien.- Masculló mirándolo, dejando que seque las lágrimas que escaparon sin permiso.- Estás precioso.

-Gracias.- Suspiró cansado.- Voy a cambiarme, ¿vemos algo en la tele?

-No, espera.- Lo sostuvo con cuidado, mirándolo curioso.- ¿A dónde me estoy olvidando que tenemos que ir?

-Al ballet.- Volvió a fruncir el ceño, moviéndose.- Me prometiste que no volverías a dejarme plantado.

-Bebé, el ballet es mañana.- Lo miró en pánico.- Hoy no puedo, el partido es...-

-No importa.- Lo cortó seco. A Louis se le encendieron mil alarmas.- Suerte en el juego, no te rompas el otro brazo.

-Harry, ey.- Lo atrapó de nuevo, preocupado y más al ver sus ojos llorosos.- Amor, me dijiste que el ballet es era el 9, es...-

-¡Es hoy!- Explotó.- ¿Cuándo era tu juego, el 8? Dudo que te hayas olvidado de eso, ¿verdad?

-Mierda.- Maldijo mirando a un costado, pero se movió rápido.- Dos minutos y salimos.

-Déjalo así, Louis.- Negó.- Está claro que no te interesa, no voy a seguir intentando.

-¡No entenderé una mierda de ballet pero a ti te gusta!- Le gritó ya metido en la habitación.- ¡Y si quieres que vaya contigo iré, solo dame dos segundos!

-¿Y tu partido?- Ironizó aún molesto, parado con los brazos cruzados en el living del departamento que compartían. Miró el sillón y suspiró, acercándose a levantar la bandeja del desayuno que era un desastre, pero la mesa al menos estaba limpia.

-Puede irse a la mierda.- Repuso acercándose y tratando de abrocharse el jean oscuro que si bien no iba acorde a la elegancia de su novio hermoso era mejor que sus joggin usuales. Se había puesto una camisa de Hazzie con la que necesitaría ayuda y también con los cordones de las únicas zapatillas negras que estaban limpias. Le había robado un sweater también, pero nada podría hacer con su camperón del club donde jugaba, era el mejor abrigo que tenía.- Uh, creo que necesito ayuda.

-¿Qué estás haciendo?- Estaba demasiado confundido como para estar enojado, un poco enternecido también: a Louis le quedaba enorme su ropa.

-¿Me cambio para que nos vayamos?- Se miró frustrado.- ¿Dices que si uso alguna de mis remeras debajo de tu sweater quedará mal?

-Y estás usando mi ropa porque...- Casi cuatro años de conocerlo y aún lograba sorprenderlo con cosas nuevas.

-Bueno amor, mis jogging no van con el ballet.- Explicó obvio, sacándose la camisa y pasándose el sweater por la cabeza sin nada debajo.- ¿Me ayudas con los pantalones?- El rizado alzó las cejas acercando sus manos, y le bajó el cierre que ya estaba cerrado, haciéndolo reír.- Arriba, bebé.

Los deseos de HarryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora