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'Noches obscuras, gotas carmín'

Agobiado por un día lleno de clases, alumnos distraídos y comidas ruidosas en en gran comedor Severus arrastraba sus pies mientras hacía sus rondas por el castillo, era casi hora del toque de queda así que no habían casi alumnos en los pasillos, sin embargo disfrutaba de quitar puntos a las casas de los pocos rebeldes que merodeaban por ahí; sus pasos resonaban suavemente contra los pisos del castillo y su obscura túnica se mecía de lado a lado con cada paso que daba al igual que su negro cabello.

A lo lejos vio como una puerta se abría y como una corta cabellera café salía de ella lentamente, el conocía aquella puerta, esa era la oficina de la profesora Umbridge, aquella siniestra mujer cubierta de rosa las veinticuatro horas del día y aquella enfermiza sonrisa que pretendía pasar por inocente, el solo estar en su presencia hacía que a Severus le dieran escalofríos. Aquella persona salió de la habitación con la cabeza en alto, sin embargo con una mano fuertemente presionada en la parte de atrás de la otra, aquella persona rápidamente le dio la espalda sin siquiera haberlo visto y se fue a paso apresurado por el pasillo que daba hacía los dormitorios de Gryffindor, 'así que aquella desafortunada alma era un Gryffindor' pensó, y claro que tenía que ser un Gryffindor, siempre abriendo la boca y metiéndose en problemas, rodó los ojos sin muchas energías y se dispuso a seguir a aquella persona que había salido; pero cuando dio vuelta en el pasillo ya había desaparecido.
Aún estando extrañado le restó importancia y continuó dando vueltas por los pasillos por el resto del tiempo que debía hacer sus rondas. Conjurando un tempus vio que era ya la 1:45 am, y suspiró aliviado de que su turno ya haya acabado y que pudiera por fin volver a la comodidad y seguridad de su cámara. Caminando por los solitarios pasillos llegó hacia las mazmorras y atravesando el retrato de Salazar Slytherin caminó en largas zancadas su oficina y llegó a la puerta que llevaba a sus habitaciones privadas, con un movimiento de su varita sus túnicas de maestro se cambiaron por una piraña de dos piezas hechas de un material suave pero resistente, entró al baño y se aseó, para después llegar acomodarse en su escritorio personal y calificar algunos cuantos ensayos mal hechos de alumnos los cuales no ponían el más mínimo de esfuerzo en terminarlos.

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Las clases del siguiente día fueron bastante normales, explicar, quitar puntos, lo mismo de siempre, sin embargo al llegar a la hora de Slytherin/Gryffindor el trío problemático se notaba extraño, Potter se mantenía callado y con la cabeza mirando hacia el suelo o perdido en el aire, la sabelotodo y el Weasley estaban hablando entre ellos mientras miraban a su tercero con miradas de preocupación, sin embargo —y para su sorpresa— estos tres personajes no causaron escena o caos, simplemente se mantuvieron al margen mientras trataban de mantener sus posiciones lo menos volátiles posibles —Weasley—.
Las demás clases pasaron sin ningún contratiempo aparte de algún que otro Hufflepuff o Gryffindor volando algún caldero, el mismo quitando puntos y dando detenciones, nada fuera de lo ordinario.

Nuevamente era su turno para hacer las rondas matutinas, caminaba mientras ponía mínimo de atención en lo que lo rodeaba, esta vez era un poco más tarde que ayer así que encontrar alumnos fuera era raro, no se preocupada demasiado por eso, ahora lo que ocupaba su mente era el anhelo por su acogedora cámara junto con un caliente café mientras se sentaba a los pies del cálido fuego y leía el tomo nuevo sobre pociones que compró el otro día, ansiaba oír el crujir de la madera al fuego, el sonido que se producía al cambiar de pagina, el fuerte olor del café, y la cálida atmósfera en general de aquel lugar que tanto se había esmerado para que fuera digno de llamarse hogar —dentro de lo que cabe— nuevamente paso por aquel desagradable pasillo, ocupado por aquella desagradable mujer, y nuevamente de aquella intimidante puerta salió la misma cabellera que vestía de rojos y amarillos; nuevamente tenía prisa pero ahora el shock del momento no detuvo a Severus de seguir a aquella persona la cual sostenía nuevamente su mano con fuerzas a la otra. Con aires intimidantes se acercó y posó su mano izquierda en el hombro derecho de aquel estudiante, este dio un respingo y rígidamente volvió su cabeza hacia la persona que estaba tras suyo; cuando lo hizo lo primero que notó fue aquella distintiva cicatriz, quería golpear su cabeza contra el muro —¿Acaso Potter no podía quedarse fuera de problemas por una vez?— lo segundo fueron aquellos ojos que tanto amo alguna vez hace mucho tiempo, parecían llenos de rabia, impotencia y se veían heridos, parecías contener unas lagrimas a duras penas, de algún modo eso hizo que su interior se torciera de maneras no muy agradables, claro este mocoso no le caía para nada bien, pero verlo contener aquellas lagrimas de ira, no querría ver a ninguno de sus alumnos así.
Lentamente dejó la mano caer a su costado y vio como Potter daba vuelta a su cuerpo entero para verlo de frente.

Sangre y lagrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora