IV

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'Un tiempo para ti'

Con pasos arrastrados se dirigió hacia esa enfermizamente rosa oficina, umbridge le entregó la pluma sin una palabra de por medio y con una cínica sonrisa en los labios, ojos entrecerrados y Harry no sabía si el brillo malicioso en sus ojos era parte de su alucinación o realmente sus ojos estaban brillando llenos de aquella obscura satisfacción de verlo herirse su mano continuamente.

Y gracias a que su mano había sido anteriormente herida de la misma manera la sangre comenzó a brotar rápidamente por su mano como una plaga, y cuando dirigió sus ojos por un segundo hacía su agresora pudo ver la clara satisfacción en su rostro quiso pararse de su asiento y hacer que la sonrisa en su rostro desapareciera.

Decidió contenerse y se apresuró a terminar aquellas odiosas líneas.

Cuando finalmente terminó, aquella señora rosada le volvió a dar un sermón final por su comportamiento y que esperaba que ahora supiera en porque no debería decir mentiras, entredientes le respondió y salió deprisa de su oficina; ahora que estaba fuera de esta se encontraba en una crisis, ¿acaso debería ir a la oficina del profesor Snape como le había ofrecido aquella vez, o simplemente debería ir hacia la torre de gryffindor? ¿Que si el profesor lo había dicho como algo del momento para calmar sus nervios y no lo sentía de verdad? ¿Que tal si había cambiado de opinión y no lo recibía en su oficina?

Probablemente terminaría haciendo el ridículo por creer en el profesor que más lo odiaba pero quería creer que al menos Snape se preocupaba por él solo un poco, como su alumno.

Así que tomando todo su coraje como gryffindor, se dirigió hacia las mazmorras en busca de Snape.

•••

Severus se encontraba tomando un descanso después de pasar las últimas horas corrigiendo ensayos —marcándolos casi por completo con su distintiva tinta roja— cuando un suave, casi inseguro llamado se oyó en la puerta. Se preguntaba quién podría ser, no esperaba realmente a nadie aquella noche, pero al acercarse más recordó rápidamente que había ofrecido a Potter un refugio en su oficina después de las detenciones que tenía con Umbridge, con un rápido movimiento de varita apareció los ungüentos y pociones que le colocaba cada vez que venía para acá y los dejó cuidadosamente en la mesa, abriendo la puerta pudo ver como la cara de Potter trataba de ocultar su sorpresa mientras que una pequeña —casi imperceptible— sonrisa aparecía en su rostro.

—Entra Potter —lo que menos necesitaba en estos momentos era que vieran que su salvador estaba entrando en la oficina del murciélago de las mazmorras.

—Gracias

Y casi como en rutina. Potter se sentó en el asiento de siempre y Severus tomó los frascos del escritorio que anteriormente había invocado antes tendiendo la mano para que Potter la tomara con la suya, cuando esta estuvo a su alcance comenzó a inspeccionarla con un ojo experto. Esta parecía más dañada que las veces pasadas, y con buena razón, la repetición constante de aquella pluma de sangre sobre la joven piel del muchacho habían hecho ya un prominente bache sobre la superficie del dorso de su mano, tomando un pañuelo limpio de su escritorio comenzó a limpiar la herida cuidando no presionar de más aquella sensible cortada, probablemente un hechizo de limpieza sería un poco muy abrasivo para este tipo de heridas, y cuando por fin se sintió satisfecho con el nivel de limpieza de ella comenzó a destapar los envases. Vertió un poco del más líquido sobre su mano y comenzó a esparcir la substancia suavemente sobre esta mirando a los ojos de Potter advirtiendo su acción segundos antes.

Potter se quedó quieto, un leve temblor recorría de vez en cuando sus dedos, haciendo que Severus parara para asegurarse que todo estuviera bien, aquel muchacho solo se veía nervioso, y sus ojos verdes denotaban un cierto grado de incomodidad pero siempre asentía suavemente mientras él volvía a su tarea de seguir masajeando la herida. Tomando un pañuelo de su escritorio comenzó a limpiar la mano de los excesos de las pociones que untó en él, sus ojos miraban atentamente los de su contrario, viendo como estos brillaban gracias al movimiento constante del fuego, y en eso Severus pudo ver que los ojos no eran idénticos a los de su madre como todo el mundo creyó hasta entonces, sino que a diferencia de los de Lily estos tenían un tono más amarillo, mientras que los de ella eran un poco más azulados. Cuando pudo ver un leve sonrojo en la cara de su estudiante salió de su trance dándose cuenta que había pasado las tiempo del necesario mirando aquellos familiares ojos, disimuladamente tosió un poco y tiró el papel a la basura mirando su mano nuevamente en busca de algún lugar falto de ungüento, al no encontrar ninguno dejó la mano delicadamente sobre el regazo del menor y se volteó para guardar las cosas.

Sangre y lagrimasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora