El sol y la luna - Cap 4

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Muy amigas pero tan diferentes, los señores R habían criado a dos niñas que eran el sol y la luna. Rouse era el sol era alegre, brillante algo torpe pero amable. Renne era la luna a veces igual de brillante pero más solitaria, lejana y tranquila.

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Renne ese día había salido en busca de un trabajo para ayudar a sus padres, la escasez de alimentos hacia que estos aumentarán exponencialmente de precio haciendo difícil el hecho de alimentarse. Claro podían intentar comer de los frutos silvestres y algunas semillas que encontrarán en el bosque, si no fuera por qué medio pueblo pensó lo mismo y se aventuraba en busca de dichos suministros. Cada familia enviaba a un integrante para ir en busca de cualquier cosa comestible de origen animal o vegetal.

Hasta había una especie de competencia de quién podía traer más cosas y venderlas. Ya existía la costumbre de conseguir comida silvestre pero no era tan necesario solo si querías ahorrar algo de dinero o te apetecía.

Tanto Renne cómo Rouse salían, pero la primera dejo la recolección y cacería ya que no solo podían depender de dicha comida que se agotaba por la necesidad de la población. Así que decidió buscar algún trabajo para poder comprar harina o semillas de trigo. Pero nada, de pronto recordó la conversación que había tenido hacía ya unas semanas con su mejor amigo en un día de cacería:

-Renne te soy honesto, deberías de dejar de intentar no hay tanto trabajo... aunque haya alimento en el bosque no dará abasto y algún día se va a acabar - Dijo Karl el mejor amigó de Renne

-Ya lo se Karlos ¿¿Pero que quieres que haga??

-Bueno pues muchos nos vamos a ir al servicio militar y de ahí podemos sacar algo de dinero si damos un buen desempeño. Ademas tu tienes posibilidades tu poder es demasiado bueno y te podría servir.

-En primera el nombre de mi poder es "Lisst" y en segunda no suena tan mal tu idea... Si no fuera por el hecho de que tienes que ser fuerte y apto para el servicio y tener mucha suerte.- Dijo Renne con algo de molestia por el hecho de que su amigo solo se lanzará a la aventura sin siquiera pensar completamente.

-Renne en este maldito lugar nos estamos muriendo de hambre y la mejor opción es el servicio a a la corona.- Respondió enojado Juan Karlos

-¿Pero te das cuenta de que no es solo unos años y ya? Tienes que jurar tu vida para proteger está nación y para peor no es contra unos bandidos cualquiera o algo así, es contra Mon av Hakari la organización más peligrosa que quiere el control de Chocopan y hasta incluso tiene ex miembros militares. ¡¡¡¿¿Enserio te crees putas capaz de luchar contra eso??!!! ¡¿En verdad crees que son chilaquiles o algo así?!- Exclamó la joven doncella completamente enojada.

-¿Y que otra opción tenemos? Ellos se roban nuestra comida para destruir desde la raíz al rey y tomar el control total. Solo por los minerales y su sed de poder. ¿No querrías tomar venganza de ellos? ¿No estás enojada también?- Pregunto el joven de cabellos dorados con los ojos rojos irritados por el coraje.

-Si estoy demasiado enojada pero no arriesgaré mi vida si el maldito gobierno nos deja casi a nuestra suerte y solo se concentra en esos pendejos

-Renne, ¿Prefieres morirte de hambre esperando que la corona ayude?- Dijo mientras la agarraba de los hombros- Bueno fuera que solo tuvieras que hacerte cargo de ti nada más, pero tenemos familias que dependen de nosotros. Yo tengo a doña Floresita y aunque no sea mi familia de sangre...¡No la voy a dejar sola cuando ella no lo hizo conmigo de pequeño! Le debo la vida a esa anciana y prefiero morir a qué no hacer nada.- Dijo rompiéndose en esos momentos. -No quiero tener la posibilidad de morir, pero no dejaré que ella se muera de hambre, prefiero hacer todo lo posible ahora que está aquí a lamentarme frente a su tumba.

-Karl...

La rosada abrazo a su mejor amigo, sabía que era necesario pero no quería ella llorarle al cadáver de su amigo.

-Dentro de unas cinco semanas me voy junto con algunos más en el próximo reclutamiento, si cambias de opinión espero verte ahí y si no te encargo a mi nana -Dijo respondiendo al abrazo, para luego soltarla y irse a su casa, con un gran conejo que le prepararía a su abuela.

Renne rememoró esto unos días antes de que llegarán los militares del rey, sabía que su amigo tenía razón y no podía dejar que sus padres y Rouse no comieran bien. Rouse se veía tan delgada...

Era momento de actuar y no ser una carga, además siempre anelo viajar y dejar de lado esa vida rudimentaria en la que nació y explorar más allá de lo que podía ver.

¡Todos ganaban, seguro sus padres apoyarían la idea! Pensó para si misma mientras regresaba para su casa.

-No- Dijieron a una sola voz sus progenitores.

-QUE??? Por qué no?!

-Eres jóven y no dejaremos que te mueras. No debes responsabilizarte de problemas de adultos, cariño.-Dijo la señora Sther con dureza y cariño.

-Madre no soy una niña y ya soy mayor, no puedo solo quedarme y esperar lo mejor cuando lo mejor nunca va a llegar- Renne respondió con bastante molestia.

-Pues no quiero que mi hija entre en la policía militar con el riesgo de ser asesinada por Mond av Hakari y sus hombres.- Dijo James bastante enojado mientras limpiaba utensilios médicos.

-¿Entoces que hago? ¡¿ESPERAR?! ¡Llevamos meses así, ¿Merecemos esta vida?! Quieran o no voy a entrar y mejoraremos nuestra vida.- Acto seguido salió corriendo rumbo al bosque en el árbol donde meditaba sobre su vida y sus cosas de morra de pueblito humilde de un nación chocolatosa.

Hasta que Rouse la encontró.

ℂ𝕙𝕠𝕔𝕠𝕡𝕒𝕟Donde viven las historias. Descúbrelo ahora