𝐂𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟏

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La capa roja revoloteaba a su espalda, movida por le viento que chocaba contra su cuerpo.

El pequeño JungKook corría a toda velocidad por el inmenso bosque cubierto por grandes pinos y plantas silvestres.

Bajo sus pies, las piedras y ramas secas resonaban con un gran crujido. Alterando la paz del lugar.

El cielo grisáceo, cubierto por las imponentes nubes que amenazaban con dar una inesperada lluvia. Un lindo panorama para el curioso pelirrojo que no le molestaba, en lo más mínimo, distraerse un rato con los charcos de lodo que dejaría la lluvia.

Sus pasos fueron bajando de ritmo.

Su manita derecha se entendió hacia el frente, con la palma de esta mirando hacía las nubes. Una pequeña y cristalina gota de agua impacto contra su piel, seguida de otra, y otra.

Una sonrisa se plasmó en su rostro con delicadas facciones. Su mirada se alzó hacía el cielo, ese que solía ser de un hermoso azul celeste, como los ojos del pequeño niño y que ahora se encontraba escondido bajo un almohadón de nubes grises.

Las gotas húmedas comenzaban a cubrir la suave piel de JungKook. Éste comenzó a correr bajo la lluvia, disfrutando de los suaves golpes que le repartían las diminutas gotas. Una extensa sonrisa se plasmaba en su rostro mientras que su larga capa roja se arrastraba detrás de sus pies a causa de lo mojada que se encontraba. Su cabello rojizo ya estaba totalmente empapado y se pegaba a su frente. Sus mejillas teñidas por un sutil color carmín, sus grandes ojos estaban más intensos que nunca y sus largas y hermosas pestañas negras resaltaban el color azul eléctrico de sus ojos.

Las pequeñas cabañas de madera vieja que conformaban su aldea comenzaban a asomarse en su campo de visión. La lluvia empezaba a cesar y, a pesar del olor a tierra mojada, se podía olfatear el exquisito aroma a pan recién horneado.

Sus pasos se fueron aminorando cuando empezó a adentrarse en el pequeño pueblo. Todos estaban distraídos en sus quehaceres, con sus cuerpos cubiertos por grandes abrigos y calientes gorros de lana que les protegía del frío invierno que se avecinaba.

JungKook saltó dos pequeños escalones que lo separaban de la entrada de su casa; tocó tres veces a la puerta y esperó que le abrieran.

—¡JungKook! ¿Dónde has estado? ¡Mírate!, estás todo empapado. —Le regañó su madre al verlo. El pequeño JungKook se alzó de hombros y sacudió su cabello rojizo de un lado a otro como si se tratara de un perro. Mojando a su madre.

—¡Ya detente! —Gruñó.

JungKook se detuvo y la miró con la cabeza ladeada.

—¿Hay comida, Omma? Tengo mucha hambre. —Cuestionó con un mohín. La mujer de cabello rojizo y ojos azules negó con la cabeza en desaprobación.

—No tienes remedio, JungKook. —suspiró—. Vamos, entra. Hay sopa y pan de queso.

El pelirrojo sonrió e ingresó a su hogar. Caminando directo a la cocina, donde se encontró con su padre.

—Hola, Appa. —Saludó mientras colgaba su capa roja sobre un viejo perchero y luego se sentaba a la mesa.

El hombre de cabellos negros y ojos grises se mantenía concentrado en su trabajo. En su mano diestra portaba una navaja de chuchilla filosa y resplandeciente y en su otra mano sostenía un trozo de madera el cual moldeaba con el objeto cortante.

—¿Qué tal te ha ido, hijo? ¿Has cazado algún venado o... lobo? —Inquirió sin despegar la vista de su labor. Totalmente concentrado en su tarea de esculpir.

—No hay lobos en esta zona, Appa. Los venados están escondidos, ya sienten el invierno. —Explicó.

JungKook a su corta edad sabía muchas cosas de caza y supervivencia. Era un modo de vida en el lugar donde vivían. Su padre le enseñó el arte del arco y flecha y la caza experimentada de venados, alces, zorros, osos, y otros animales. Su madre le había enseñado a cocinar, cocer, utilizar de forma defensiva el cuchillo y otras tareas esenciales para ser autosuficiente.

𝐽𝑢𝑛𝑔𝐾𝑜𝑜𝑘 𝑦 𝑒𝑙 𝑔𝑟𝑎𝑛 𝑙𝑜𝒃𝑜 𝒇𝑒𝑟𝑜𝑧.¹  ╿𝑱𝒊𝑲𝒐𝒐𝒌╿Donde viven las historias. Descúbrelo ahora