Capitulo 3

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- Mamaaa hay, hay

El pequeño Calixto estiró su pequeño brazo hacia la ventana que daba vista al jardín.

Aquella acción entristecía al doncel ya que no habían salido de sus habitaciones por su condición.

El hombre de mediana edad realmente quería ayudar, opinar tan si quiera pero no le era permitido. Solo era un "plebeyo" de baja calaña, un impuro, un perro, cómo muchos nobles le decían.

¿Le importaba? No, en lo absoluto. El era poderoso a pesar de su edad. Cierto. Era como un perro viejo que no aprendía nuevos trucos. También era cierto.

Era inservible a comparación con la generación más joven. Aquellas personas se lo dijeron al azotarlo, encerrarlo y marcarlo como si de ganado se tratase.

Y observando ahora a su señor, parecía verse igual a el. Confundido, herido y sin saber que hacer más que sentarse y observar cómo todo pasaba.

Entre más miraba más cosas pasaban, de seguir igual ya nada podría remediarse. Su destino ahora era incierto.

- Sir Garte, iremos al jardín. - Inari sonrió un poco a su pequeño hijo en la cuna. - Vamos a tomar aire fresco, para ti y tu hermanito.

- Mamá ¡ardi! - Calixto saltaba en su trasero al apuntar por la ventana. - ¡Mamá!

Inari sonrió dulcemente ante tal acto y lo sostuvo en brazos por unos segundos antes de pasarlo en brazos de su escolta. - Vamos a salir, vida mía.

El bebé aplaudió y rio feliz para gusto de ambos adultos.
La presencia del pequeño príncipe iluminaba el corazón marchito de su progenitor.

La patada le hizo quejarse levemente. - Cariño no golpees tan fuerte, a papá le duele mucho. - otra patada más suave lo hizo reír. - Eso es.

Tomando el brazo de Sir. Garte, Inari pudo caminar con más facilidad entre el empedrado camino al pequeño kiosco.

El jardín por muy pequeño que se viera era lo suficientemente grande como para albergar aquella construcción. Y cabe decir, era el único palacio del imperio que tenía como integración un kiosco.

- ¡Mamá! - Calixto se retorció entre los brazos de hombre canoso y se extendió sus manitas ni bien llegaron a los asientos. - ¡Riba! ¡Riba!

- No, Calixto. - el doncel le negó los brazos al sentarse, por mucho que quisiera cargarlo era muy pesado y algo brusco. - Juega con Sir. Garte

El bebé parecía realmente entender lo que su madre decía por lo que dejó de agitarse y se concentro en jalar el cabello de su opresor. Empezó como una señal de disconformidad hacia el doncel pero poco después comenzó a disfrutar de los quejidos adoloridos del hombre y comenzó a tirar con más fuerza.

- Ya basta, vida mía. No hagas eso. - Inari reprendió a su retoño con firmeza, logrando su cometido al por fin tener sentado a su hijo. - Es difícil cuidarlo sin Katherine.

- ¿Su majestad no tenía-?

- Tenía. - detuvo el pelilargo. - No logró estar más de dos horas con Calixto, es un bebé muy energético.

- Lo puedo notar. - ajeno a todo, el pequeño veía la mariposa azul en el cabello de su "mamá" - Supongo que saco su lado juguetón.

Inario rió. La mariposa salió volando hacia la nariz del bebé. - No se equivoca, mi madre decía que era un torbellino en potencia.

El hombre sonrió y continuo con su plática, sacando diversos temas que no fueran tan incómodos o difícil para su señor.

Verlo sonreír y olvidarse de sus tristezas era su mejor pago.

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