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El césped con su particular olor se alzaba entre los árboles mostrándose soberbio frente al tiempo, las pisadas del chico de doce años hacían temer al pasto o eso parecía mientras disminuía su tamaño como si tímido fuera. Los brazos del chico eran los que surcaban el aire como si de alas se tratara, gritaba emocionado rompiendo el porte del césped con su imaginación.

Detrás de él un hombre le miraba con cierta preocupación que llamará demasiado la atención, pues odiaba que alguien más lo mirará. Era un avión en ese momento, después sería una nave espacial, pero él no lo sabía, se detuvo frente al pequeño vado una estría de la tierra, dio un salto que lo hizo sentir Neil Armstrong por un instante. Ahora era un cohete que rodaba una roca gigante, oh era la luna.

La voz del Señor Cobalto se alzó entre los árboles quienes inconscientemente hicieron eco entre el bosque, el muchacho acudió a toda velocidad notando que el día de campo estaba listo. Una manta, una canasta y una cantidad de comida considerable decoraban el entorno.

El sol bañaba la piel de ambos, era una imagen bastante bella: padre e hijo disfrutando de una tarde soleada bajo la sombra de los árboles, eso parecía ser un día de campo común y corriente, Zach incluso olvidó la situación en la que vivía. Poco después decidieron volver a casa.

La mansión Burattinaio solía ser un palacio, la arquitectura se delataba sola, las puertas enormes y las grandes ventanas adaptadas daban idea que pertenecía a un tiempo diferente al nuestro. Al adquirirlo Cobalto adquirió el título de Lord, título que le molesta en demasía, por ello le llamaremos Señor. Al llegar las puertas se abrieron como una gran boca, el auto entero podría ingresar; sin embargo, solo entraron dos personas, una muy pequeña y un adulto.

De inmediato las cosas fueron retiradas de las manos del señor Cobalto quién rápidamente dio instrucción de preparar el baño para el joven Zach, parecía un cachorro después de haberse revolcado en el campo. Las puertas al mundo se cerraron apagando la luz del sol por un instante.

Las cortinas se abrieron al unísono como si de un concierto se tratara, las salas se iluminaron y en el fondo recóndito de un pasillo en el interior de la casa sonaba la melodía de la lluvia artificial. El muchacho se deshizo de las ropas que le ensuciaban, pronto alcanzaron el piso desinflando el contorno del cuerpo que alguna vez cubrieron.

Su piel era pálida, resaltaba en contraste con los azulejos negros del baño. El cuerpo al que pertenecía no era ni delgado ni obeso, además se encontraba en un constante crecimiento, él casi podía sentirlo. Sus ojos verdes resaltaban la negrura de su cabello y su rostro blanco. El agua lujuriosa acaricio sin piedad su rostro en primer lugar, siguiendo con su constante movimiento explorando cada rincón de su cuerpo como si fuera propio.

Una mirada color cobalto acariciaba el desnudo cuerpo desnudándolo aún más, la puerta estaba abierta y la cortina de vapor era escasa. La mirada escudriñaba cada movimiento, cada musculo provocando una serie de sensaciones indescriptibles. A medida que el jabón evidenciaba cada detalle un grotesco bulto apareció en el pantalón del observador, si no tuviera control ya hubiese dejado libre a la bestia.

Los dos faros verdes se levantaron apenas sintieron el roce de un observador, sus manos alcanzaron su miembro cubriendo aquella pieza íntima de porcelana. Una ola color rojo se escabullo en su rostro alcanzando las mejillas del muchacho quién no podía definir con certeza quién le observaba.

-¿Popodrías cerrar- se quedó mudo, un elemento en la mano derecha del observador le hizo callar por miedo, mientras otro elemento en la mano izquierda le impulsó a sentir una especie de pena ajena que no conocía, se sentía amenazado.

La puerta de caoba fina si se cerró, con nuestro observador en el interior, ¡clac! el pasillo oscuro fue último testigo.

Durante la cena el Señor Cobalto notó que su muchacho actuaba extraño, en principio sus ojos siempre estaban pendientes de algo como si le observaran. Apenas la sopa fue retirada decidió abrir la boca, pues durante ese platillo no se debía hablar.

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⏰ Última actualización: Mar 06 ⏰

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