Herida

Capítulo 9 - El viejo Xun

Después de despedir al asistente, Haitang se volvió rápidamente y vio que sui Yan estaba sujetando el conejo y alimentándolo con una naranja de la suerte, así que se acercó para detenerlo.

"¡Jovencito, oye! No puedes darle esto a un conejo".

Dijo: "Entonces, ¿qué va a comer?"

Le erizó las orejas al conejo y sonrió: "¿Come carne?".

Haitang tenía la cara pálida: "Tampoco come carne".

"¿Y qué hay de los bocadillos?"

"Además ...... tampoco come".

Sui Yan estaba originalmente emocionado, preguntó algunas cosas conejos no comen, inmediatamente tuvo algo de impaciencia.

Puso el conejo en el suelo: "Este tampoco come que también no come, qué valioso ah, no quiero".

Haitang: "......"

Haitang aconsejó: "Joven maestro, esto es un regalo de Su Alteza Real, no puedes asarlo y comerlo".

Respondió vagamente, sin saber si se lo había tomado a pecho o no, tomó el sol durante un rato más, y no mucho después Li Zhaoge condujo a un hombre vestido de sirviente.

El criado se arrodilló y dijo: "Saludos, pequeño marqués".

Ni siquiera abrió los ojos, y dijo con indiferencia: "Quiero que hagas algo por mí para mañana, y que lo hagas de forma limpia".

En su vida anterior, antes de partir hacia la frontera sur, le entregaron en secreto un grupo de sus hombres por si le ocurría algo malo en la capital, pero, por desgracia, en aquel momento era joven y frívolo y no se lo tomó en serio, pensando que con el favor del emperador en la corte, no habría grandes asuntos vitales en juego.

En su vida anterior, estas personas fueron eliminadas en secreto por el emperador a lo largo de los años, hasta que cuando le ocurrió algo a Duan Dezhou Su, y cuando fue a buscar a alguien con prisa, no pudo encontrar a nadie disponible.

El sirviente tenía un aura hostil que no se podía ocultar de ninguna manera, y era un guerrero que llevaba muchos años en la batalla.

El criado dudó un momento antes de tomar sus órdenes y marcharse.

Li Zhaoge escuchó con el ceño fruncido, pero después de pensarlo, aconsejó: "Joven maestro, una simple mujer del montón de polvo ......"

Li Zhaoge siempre sintió que el temperamento del joven maestro parecía haber cambiado después de una grave enfermedad, así que no pudo aconsejarle más y se inclinó y se fue.

Después de que Li Zhaoge se marchara, Li Yan pidió a su sirviente que trajera su capa y la envolvió alrededor de él, y luego tuvo la intención de salir.

Pero los guardias que custodiaban el patio, quizá a instancias de Li Zhaoge, se apresuraron a detenerlo, balbuceando alguna tontería sobre que "el joven maestro aún no se ha recuperado y no debe salir al frío", lo que le enfureció.

Se puso furioso y volvió al patio, pero después de pensarlo un rato, decidió salir a ver a Yue-Mei.

El conejo dormía en el suelo y había un montón de cáscaras de naranja esparcidas por el suelo.

"¿Joven maestro?"

Hai Tong dejó el cuenco de la medicina y buscó por toda la habitación, pero no pudo encontrarlo.

El muro de la casa del marqués tenía dos o tres metros de altura, por lo que en un principio había pensado en saltar y escapar, pero después de subir con todas sus fuerzas, se asustó un poco y dudó en saltar.