Parte unica

4 1 0
                                    

En mis cortos dieciocho años de vida solo he ido a tres funerales y aun así sigo sin saber como sentirme al entrar en el velatorio, menos aún cuando recibí la noticia tan de golpe cuando volvía de que me fueran a buscar al retiro donde estaba:

(...)

- ¿y? ¿Cómo la pasaste? ¿Qué hicieron?- Pregunto mi mamá mientras todos subíamos al auto.

-Me fue muy bien, mejor de lo que esperaba. Hicimos un montón de cosas- Conteste emocionada.

- ¿Cómo por ejemplo?- Me pregunto papá mientras seguía mirando al frente.

-Tuvimos charlas y reflexionamos bastante en grupitos. Todas fueron re simpáticas. -seguí contando muy emocionada por el tema.

-Eso esta bueno, nos alegra que te la pasaras bien ¿Algo en particular de lo que hablaron?- indagó mi mamá mientras contestaba una llamada entrante.

-Hablamos sobre darnos un momento para pensar, apreciar nuestros seres queridos, como rezar un rosario...- me detengo poco a poco cuando veo la cara de angustia que hace ante lo que le hayan dicho desde el otro lado de la línea.

-Paso algo con nino- dijo mirando a papa con un tono de angustia y algo de tartamudeo- tenemos que ir al italiano YA.

(...)

Después de estar unos segundos recordando doy un paso dentro para encontrarme con el resto de mi familia. Por ahora solo estamos mis papas, hermanos, tíos, primos y mi abuela, recientemente viuda. Nos saludamos todos con abrazos para darnos el mutuo pésame.
La sala tiene dos estancias; Una con sillones y una mesa donde poder sentarnos para esperar al resto – lo cual hago- y la otra salita donde se encuentra el cajón.

- ¿Cómo estás? - Me pregunta mi prima mayor sentándose a mi lado.

-Por ahora, estoy tranquilo. -Le contesto tras unos segundos de no saber que decir y le sonrió para que no se preocupe.

Aun estando aquí adentro no dejo de pensar y soy incapaz de relajarme. Miro la sala de forma lejana, mi cabeza se encuentra en experiencias anteriores, lo que viví hace unos días y como hasta hace una semana nos reunimos para celebrar el día de la madre. Lamentablemente nunca llegue a conocer bien al abuelo, de pequeño era una bola de energía que se la pasaba jugando en la calle antes que, en casa, lo que no me daba mucho tiempo para poder hablar con él. Aun con eso, considero que con las pequeñas charlas los fines de semana y vacaciones me enseño cosas muy importantes. Era un hombre muy apasionado de su patria y le encontraba transmitirlo, cada vez, que tenia la oportunidad nos hablaba en italiano o algo relacionado a su pueblo, de alguna manera indirecta me enseñó a tener pasión por su país aun viviendo en otro. Aunque nunca se lo mencione mi mayor sueño es ir a su pueblo para poder conocerlo en persona y lo considero uno de mis modelos a seguir, lo admiro muchísimo.

- ¿Queres un abrazo? ¿Estás bien? - No sé en qué momento fue, pero mi prima se levantó y ahora mi tía esta intentando consolarme.

- Si, en serio, estoy bien. – Mi voz salió quebradiza, al parecer llore un poquito.

- ¿Segura? – Me apresure en asentir, no quería preocuparla - ¿Queres ir a ver a la abuela?

- Si, ahora voy – Le conteste con mas tranquilidad.

Decidí dejar de pensar tanto y saludar a mis abuelos como se debía. Me levante con todo el dolor del mundo y me dirigí a la sala continua y presencie por primera vez el cajón. Después de toda la vida escuchándolo hablar como orador profesional era muy impactante verlo tan tranquilo.

- Cariño, gracias por venir- Me aprieta la mano cariñosamente.

- ¿Cómo no iba a venir, Abu? – Le pienso un poco su corto cabello rubio que lo tenia un poco despeinado.

- Bueno, con lo que te costó entrar al geriátrico no iba a obligarte a venir, se como te afecta.

- No, por supuesto que iba a venir, no iba a dejarte sola.

- Cariño, no estoy sola, ahora tengo un angelito mas en el cielo- El alivio y paz con los que decía esas palabras de alguna manera me tranquilizaba y ayudaba a creérmelo, ahora tengo un ángel que me protege.

Después de esa pequeña conversación me sentí capaz para dejar el regalo que había traído, una pulsera que compre en su pueblo para que usara, pero nunca llego la oportunidad. Miro de reojo a mi prima casi temblando, me coloco la mano en el hombro y deje el presente para la otra vida en su muñeca. No habrá sido en esta, pero al menos donde se encuentra ahora siempre tendrá a Italia.
Me doy la vuelta y veo a la abuela yendo de un lado a otro de la habitación con el rosario en la mano, debe estar nerviosa como yo.
Se puso en medio de la habitación y dijo: - Bueno, ya no puedo esperar más, ya pasaron diez minutos- Se notaba un poco de desesperación en sus palabras- Voy a rezar el rosario, si ustedes quieren unirse bien, si no lo voy a hacer yo sola.

Dicho y hecho, se paro al lado del ataúd y empezó a rezar los Ave María. De a poco todos fueron uniéndose y a pesar de que al principio me negué, mi tía me arrastro hasta el circulo que se estaba formando.
Al no ser creyente me pone en una mala posición este tipo de situaciones porque es raro ser el único que no está rezando, pero estar reunidos todos juntos me rememora a un hecho importante que ocurrió estos días.

(...)
Es la noche del sábado, después de un intercambio en grupitos todos nos volvemos a dirigir a la capilla para otra charla. Al entrar nos encontramos con un circulo de fotocopias para sentarnos y una tranquila en la guitarra para dar ambiente.
Nos fuimos sentando uno a uno, cada nota tranquilizaba mas y nos iba poniendo mas en ambiente junto a las luces de las velas en el suelo.
Los papeles tenían la representación de un rosario indicando con flechas que se tiene que hacer en cada sección. La coordinadora a cargo de la charla empezó a explicarnos con una voz calmada lo que ponía en la copia y que íbamos a hacer. Cuando termino agarro una de las velas encendidas y la uso para empezar con el camino del rosario mientras rezaba el ave maría en voz alta para que la siguiéramos. Poco a poco cada uno de nosotros se paro para repetir la acción y completarlo todos juntos mientras rezábamos tomados de las manos.

(...)

Aprieto mas fuerte la mano de mi tía y me uno a la oración rememorando esa sensación de paz. Tarareo en mi cabeza la canción de esa noche, a pesar de no ser las mismas personas y ser un contexto totalmente diferente me tranquiliza de la misma manera.

Una vez terminamos de rezar la gente ya era la suficiente para dar el discurso del ultimo adiós y terminar el velatorio. Decidió hacerlo mi abuela ya que nadie más de animaba.

Dio un paso hacia el centro para que todos la vean y recito claramente: "Reflexionando estos últimos días me doy cuenta que no ç tengo arrepentimientos, no pude haber pedido un mejor esposo. No se equivoquen, no era perfecto, posiblemente tenía tantos defectos como virtudes, pero por eso también lo amaba. Cuando somos jóvenes creemos en las medias naranjas, que necesitamos ser iguales... con el me di cuenta lo errada que estaba esa frase. No teníamos la misma preparación y dios sabe que no coincidíamos en todos los gustos, pero nos entendíamos. Puedo confirmar que eso fue lo mas importante junto al respeto, era un hombre simple pero respetuoso y comprensivo, nunca me puso límites. Gracias a eso... tengo la conciencia tranquila diciendo que tuve la vida mas hermosa junto al amor de mi vida y tuvimos una hermosa familia"

Luego de los aplausos, el cura vino a bendecir el ataúd y todos pudimos retirarnos tras darle un último adiós. 

RosarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora