03. La Fiesta

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Para la felicidad, una banda cruzada.
A vos que sos hincha de River como EnzoPé.

¡Feliz día del hincha de River!

***

─¡Beltrán!─dice, envolviendo la lengua en las vocales

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─¡Beltrán!─dice, envolviendo la lengua en las vocales. Su rubio amigo se giró sobre su eje cuando el pequeño se le lanzó por los hombros─Lucas.. Lucas.. ¡Lucas maldito Beltrán préstame la jodida atención!

Ha pasado la última hora tratando de encontrar al blondo pero este simplemente se desaparecía y huía completamente de él. De momento, lo único que ha conseguido es una boca seca y un malhumor que lo trae bastante frustrado.

─OK. Cálmate, me tienes enano.

Pablo sólo le proporciona un golpe en el hombro del rubio quién se acaricia la zona afectada fingiendo desagrado hacia el pequeño.

─¡Enano tu mierda!─gruño en cuanto oyó el diminutivo que había usado Beltrán con él─Te he buscado toda la maldita mañana, Tarado.

─Nomo, ¿Por qué tienes la campera de Simón?─Pregunta su amigo con el ceño fruncido.

Pablo abrió los ojos, se había olvidado de quitarse la campera esta mañana en cuanto su padre lo dejó en el River Camp, pero había estado buscando al rubio por todo el jodido lugar y había olvidado ese pequeño detalle.

─Ayer tenía frío y él solo me la presto─dijo mientras se tira nervioso de las mangas. Beltrán lo mira con una sonrisa burlona─No seas estúpido, solo fue amable una vez y ¿por qué mierda tengo que darte explicaciones yo?. Solo me la prestó y ya rubio tonto.

Beltrán rodó los ojos y observa a Pablo moverse nervioso.

─Estoy seguro que sólo fue amable tarado pero, ¿Por qué todavía la traes puesta, no que lo odiabas?

Anoche había llegado a la conclusión de que Santiago le gustaba pero algo dentro suyo le decía que no estaba del todo bien querer al azabache, pero si Pablo podía evitar e ignorar el sentimiento de aleteos en su estómago estaría bien, debería estarlo ¿no?.

Oye las voces de sus compañeros llegar donde ellos y lo ve pasar. Simón lleva un buzo rojo de entrenamiento los cuales tapan la manga de tatuajes en su brazo. Solari se dio la vuelta e ignoró el hecho de que todos lo observaron de pies a cabeza, obviamente debieron haber notado el número en la enorme campera que cubría su cuerpo y en ese momento solo pudo querer huir de ahí y matar a su blondo amigo.

─Cállate, Beltrán y acompáñame al gimnasio.

─No. Si los chicos parecen muy curiosos─Río ante el rostro de frustración de su pequeño amigo─ Deberíamos quedarnos.

─Rubio, no me jodas─Chillo arrastrando al blondo por el campo de juego haciendolos pasar por el medio del plantel. ─Acompáñame.

La puerta del gimnasio está cerrada, no se oye ruido dentro. Esperaba encontrarse con Hansing o sus compañeros que estaban volviendo de alguna que otra lesión pero tal parece que sus compañeros no son tan activos y productivos por lo que deben de estar en el comedor.

ANGE | PabliagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora