10. Ángel asustadizo

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Pablo nunca se había sentido tan distraído. No era algo propio de él, al menos no como lo había estado haciendo hasta el momento.

Solari ingresó sus manos enfundadas de algodón afelpado dentro de su chaqueta bicolor. Sus pies se movian inquietamente repiqueteando en el mismo lugar para poder brindarle un poco más de calidez a sus piernas desnudas, sus shorts abrazaban sus muslos pero que dejaban bordes descubiertos donde la fría brisa madrugadora pudiera infiltrarse.

─Oye ¿por qué miras a Simón como un perro a su hueso?

El castaño obligó a sus ojos a mirar al hombre dueño de aquella voz chillona.

Jesús, Beltrán─dijo llevando sus manos a su pecho cubierto de tela─No seas rídiculo, en absoluto lo miraba de esa manera.

─ajá─murmuró, los brazos de su amigo rubio lo abrazaron sobre sus hombros, aplastandolo bajo sus anchos brazos.─ "En absoluto" dice, pareciera que te escupió un unicornio, hombre, lo miras como si te estuviera bajando la luna y las estrellas juntas.

En una palabra lo que estaba sintiendo en ese momento no era más que euforia. Sentía demasiado a la misma vez, su corazón palpitaba tan fuerte que golpeaban sus oídos y en lugares que no debía. Amaba como se veía Santiago bajo la luz de la mañana, su cabello tan negro como la tinta se alzaba presumidamente con el frío viento que se burlaba de él por ser ella quién lo tocaba, sus cejas estaban fruncidas debido a la concentración, de brazos tatuados y bronceados, mandibula afilada y nariz respingada, Pablo se encontró así mismo anhelando el toque de Santiago sobre su piel.

─No sé de que me estás hablando.

Su rubio amigo probablemente habría descubierto la mentira en su desvergonzada respuesta.

─No sabes, ¿seguro?.─El rubio se cruzó de brazos observando al hombre de baja estatura. ─Cantina¹, a quién pretendes engañar, puedo parecer un tonto pero soy famoso por saber leer a idiotas enamorados como tú.

Solari se carcajeó por unos segundos.

─Deja de alusinar cosas. Pero quizás tengas razón, Santiago y yo apenas estamos iniciando algo, crees que mi corazón y yo estaremos bien?

─Yo más bien creo que el amor te pegó tan duro que tú no tuviste tiempo para protejer tu corazón, porqué con solo verlo se lo entregarás en bandeja si él asi lo deseara.

[•••]

Perder por un lapso largo de tiempo la concentración lo estaba abrumando, primero los ejercicios de intensidad casi lo matan, su teléfono murió aplastado contra el suelo de los vestidores bajo el gran pié de Gonzáles Pirez quién prometió reponerlo con uno nuevo, obviamente se lo impidió y le dijo que no se preocupara y que vaya a tomarse el breack, pero ademas estaba algo cansado, sus huesos y rodillas le dolían bastante, al final del día Pablo necesitaba un descanso.

Unas pisadas bastantes profundas resonaron por todo el vestuario, Pablo le restó importancia, habría optado por colocarse algo más abrigado pero no quería ensuciar su chaqueta y llenarla de sudor. Unas manos grandes, frías y huesudas presumidamente se colaron abrazando su cintura por debajo de la tela.

─Carajo, Santiago.─Exclamó Solari cuando al fin pudo dar la vuelta sobre sí, Simón lo miraba con ojos y labios divertidos.

Eres un Ángel muy asustadizo.

─¿Que crees que..-, oye, no, no

Los dientes de simón rasparon su cuello, marcando y mordiendo por donde el pelinegro quisiera. Pablo no había esperado el ataque a su cuello, pero pareciera que la unión entre su cuello y sus clavículas eran el objetivo de Santiago porqué la succión era abrazadora y caliente. Su cuerpo reaccionó por inercia y un fuego se encendió desde adentro.

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⏰ Última actualización: May 12 ⏰

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ANGE | PabliagoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora