¡ cinco !

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Jeongin y Hyunjin eran novios, era algo que todos sabían, algo tan obvio y esperado que nunca, ninguno de los dos, tuvieron que aclarar, ninguno tuvo que preguntar nada, sólo eran y punto.

Jeongin aprendió esa palabra unos meses después, y cada vez que alguien se le acercaba a Hyunjin con otras intenciones —porque él no era ningún tonto como para no darse cuenta— sólo tenía que ir, abrazarlo, mirar a la cara a quien sea esa nefasta persona, decir Hyunjin es mi novio y esperar a que se fuera.

No lo había hecho muchas veces, con suerte habrían sido tres o cuatro, debía admitir que le parecía divertido y solía ponerse muy feliz cuando se iban.

Paseaban de la mano juntos, se besaban, se decían apodos lindos, se entendían y se apoyaban el uno al otro siempre.

Incluso, a los veintitrés años del mayor y veintiuno del menor, cuando Hyunjin terminó su carrera de Terapia Ocupacional, Jeongin estaba con él en su acto de fin de año, y fue él quien le entregó el diploma, subiendo al escenario, sintiéndose útil e importante por entregar un papel enrrollado; estaba sonriendo mucho.

— Todo esto es gracias a ti, Jeonginnie, no hubiera hecho nada si no te conocía —le dijo, allí mismo, haciendo que se ruborizara mucho.

Y ya no se golpeaba cada vez que sentía el calor en sus mejillas, no desde que había aprendido qué era.

Un día, mucho tiempo antes de aquel día, se encontraban los dos solos, Jeongin estaba en un muy mal día, había despertado sin ganas ni energías de nada, no tenía paciencia, no quería ver a nadie, no quería hablar con nadie, así que sólo se había echado en la cama, con Hyunjin a su lado, mirando el techo.

Hwang sabía que su novio no estaba de humor para hablar, así que sólo se recostó a su lado, le pidió permiso para poner algo de música suave y se acurrucó contra su cuerpo.

Al cabo de un rato, Jeongin se sentía algo mejor, la música lo distraía, y se dejó mimar por Hyunjin, se relajó y se sintió algo somnoliento, por lo que se giró sin decir nada y comenzó a besarlo, tomando sus mejillas, insistiendo sobre sus labios hasta sentir sus pulmones pedir aire.

Hyunjin notó que Jeongin quería más, y con una sonrisa llena de confianza decidió ser más intenso con él, colocándose sobre su cuerpo, con sus brazos a cada lado de su cabeza, lo besó con profundidad, recorriendo con su lengua la cavidad bucal del menor por primera vez, con lentitud en un principio, sin querer agobiarlo de golpe.

Luego fue buscando que Jeongin respondiera, cosa que él entendió y acabaron en un cómodo baile de labios y lenguas, sintiendo calor y más calor, con suspiros y pequeños gemidos, hasta que fue demasiado y Yang no soportó nada más, apartándolo de un brusco empujón y saliendo de la cama a hacerce bolita en un rincón del cuarto, mientras sus manos golpeaban sus mejillas con fuerza para apagar tanto calor y esa sensación crecía en su pecho y no se iba, sólo podía pensar en lo bien que se había sentido todo pero no sabía qué era, y por eso se frustraba.

— Jeongin, Jeongin, no te golpees, ya —Hyunjin tomó sus muñecas y las apartó de su rostro, pero el menor necesitaba algo que lo hiciera dejar de sentir tanto eso que desconocía, así que comenzó a golpear su cabeza contra la pared que estaba detrás de él—. ¡No, no, Jeongin!

Hyunjin lo apartó de un empujón y tiró de él para que quedara sobre su pecho, abrazándolo contra él con fuerza.

— Nada de golpes, lejos de la pared, eso no se hace.

Lo escuchó llorar y quejarse, sus manos se apretaban y sus deditos se retorcían en frustración.

— Lo siento si no te gustó, Jeongin... —no encontró ningún indicio de que el castaño lo estuviera escuchando—. Jeongin, mírame, escucha.

── sarang !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora