𝓝.7 𝓗𝓮𝓻𝓻𝓪𝓶𝓲𝓮𝓷𝓽𝓪

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Capítulo 7:

// Narra _____ //

(...)

—¡Hola, Sanzu! ¡Buenos días! —lo saludé con energía mientras caminaba hacia su auto. El pelirrosa estaba recargado como siempre, con las manos en los bolsillos de su traje morado. Esa imagen de él, tan despreocupada, me resultaba más atractiva de lo que admitiría. Ya habían pasado tres semanas desde que hicimos el trato, y solo nos quedaban siete días para el final de todo esto.

—Buenos días, linda —respondió con su habitual tono despreocupado—. Anda, sube. Vamos a llegar tarde.

Se movió hacia el lado del copiloto para abrirme la puerta, siempre con ese toque de caballerosidad que parecía sacado de otra época, y luego se acomodó del lado del conductor.

—Perdón, es que mi alarma no sonó —dije mientras me acomodaba en el asiento.

—Oye, _____-san —dijo él de repente, y lo miré de reojo, intrigada.

—¿Qué pasa? —pregunté, notando una extraña vacilación en su tono.

—Es que... bueno, como sea... dame tu número de teléfono —dijo rápidamente, llevándose la mano a la boca como si intentara ocultar su cara avergonzada—. Es por lo del trato, no lo malinterpretes. Tenemos que estar en contacto.

No pude evitar reírme, no solo por lo inesperado de su petición, sino porque parecía genuinamente incómodo. Era raro verlo así.

—Claro, préstame tu teléfono y te lo agrego —respondí con una sonrisa, tomando su móvil para introducir mi número.

Una vez que terminé, nos dirigimos al centro de Tokyo. El trayecto fue tranquilo hasta que llegamos al estacionamiento de la oficina. Justo cuando estaba por abrir la puerta, Sanzu me detuvo.

—Oye, ____, necesito pedirte un favor. —Su tono se había vuelto más serio—. He tenido algunos imprevistos en mi "verdadero" trabajo y necesito que me des la información antes de lo que habíamos planeado. Ya intenté acceder y, bueno, me pidió contraseñas.

—¡¿Qué?! —exclamé, fingiendo indignación—. ¿Revisaste mi computadora sin mi permiso? Pues ahora, por no pedírmelo directamente, no te mandaré NADA —dije, mi tono claramente burlón, esperando ver su reacción.

—Yo no lo revisé, fue Rindou. No me eches la culpa a mí —respondió Sanzu, visiblemente molesto, frunciendo el ceño.

—¿Ah, sí? Así que tu amiguito le metió mano a mis cosas, ¿eh? Pues con más razón.

Sanzu hizo un pequeño berrinche, golpeando el volante con frustración.

—Dijiste que cooperarías —gruñó, casi como un niño al que le han negado un juguete.

No pude evitar soltar una carcajada.

—Obvio que te la voy a mandar —dije divertida—. Pásame una plataforma segura o algo para enviarla.

—Tsk, cómo te gusta molestarme —masculló, pasando una mano por su cabello—. Mándamelo por mensaje, es más seguro.

Después de ese intercambio, nos dirigimos al área de trabajo. Cuando estuve segura de que nadie me veía, accedí a los archivos en mi computadora y los transferí a mi celular. Todo estaba bien oculto; ni siquiera Rindou, que no estaba presente, se enteraría de lo que estaba haciendo. Debía mantener lo del trato en secreto.

Mientras revisaba los mensajes en mi celular, vi que Sanzu me había enviado uno:

Sanzu: ¿Crees que puedas mandarme la información, linda?

   ✞BAR✞ [ꜱᴀɴᴢᴜ x ᴏᴄ] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora