𝓝.6 𝓢𝓲𝓵𝓮𝓷𝓬𝓲𝓸

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Capítulo 6:

//Narra _____//

Sanzu me arrastró sin vacilar hacia aquel almacén sombrío. La luz era escasa, apenas un resplandor mortecino que se colaba por las rendijas, pero su silueta, alta y firme, me mantenía completamente consciente de mi situación. Me acorraló con una brusquedad que me robó el aliento, presionándome contra la pared fría y húmeda. Su cercanía, el calor de su cuerpo contrastando con el ambiente helado, tenía un efecto perturbador sobre mí. Era imposible no notar lo increíblemente atractivo que se veía en ese momento, su mandíbula tensa, los ojos fulminantes, el peligro vibrando en cada fibra de su ser. Pero inmediatamente me maldije a mí misma por tales pensamientos. No ahora. No aquí. Y mucho menos con él.

Su mirada era de fuego, ardiente de ira contenida, y me sentí pequeña, vulnerable ante él. Un escalofrío recorrió mi columna mientras intentaba convencerme de que no tenía por qué tener miedo. Pero la verdad era otra. Él era un asesino. No uno cualquiera, sino uno que no dudaría en acabar conmigo si lo deseara. Podía deshacerse de mí, borrarme de la faz de la tierra con la facilidad con la que uno aparta una mosca de su rostro. Lo sabía. Lo sabía demasiado bien.

—Guarda silencio —gruñó, su voz baja y peligrosa, tan cerca que sentí el calor de su aliento rozar mi mejilla.

La orden me golpeó como una bofetada, seca y rotunda, pero no pude evitar replicar, con una temeridad que me sorprendió.

—¿De qué hablas, Sanzu? —Mi voz intentó sonar firme, pero un temblor la traicionó. Sabía que no tenía derecho a desafiarlo, no realmente. Era una lucha perdida, y aun así, me rebelé.

Sus ojos, antes fríos, chispearon con algo más oscuro, más profundo. Dio un paso atrás, liberando algo de la presión, pero no lo suficiente como para que me sintiera a salvo.

—Rindou, aléjate de él —murmuró, con esa frialdad que le era tan natural. Su cuerpo, sin embargo, seguía firme, inamovible, como una amenaza silenciosa.

—¿Rindou? ¿Quién es él? —pregunté, mi voz apenas un susurro, incapaz de ocultar mi confusión.

—El imbécil nuevo con el que te la pasas. Mantente lejos de él —sus ojos se clavaron en los míos con una intensidad que me hizo sentir como si estuviera siendo atravesada—. Trabaja conmigo, y si se te ocurre abrir la boca sobre lo que sabes, me arrastrarás al abismo. ¿Entiendes?

Un nudo se formó en mi garganta. Mi mente bullía. ¿Por qué me pedía esto? Si Rindou trabajaba con él, ¿no sería lógico que también pudiera ayudarlo? ¿O es que mi mera presencia era una amenaza para su mundo?

—Pero si trabaja contigo, ¿no sería mejor que le ayude también? —Las palabras escaparon antes de que pudiera detenerlas, imprudentes, como si no comprendiera el peso de lo que decía.

Un destello de furia cruzó su rostro. Se inclinó hacia mí nuevamente, el peligro palpable en su cercanía.

—Por si no lo has entendido —dijo con una calma helada que me paralizó—, lo que te conté ayer es como si hubiese traicionado a mi organización. Soy un muerto si se enteran, ¿entiendes ahora, idiota?

Sentí el suelo abrirse bajo mis pies. Era peor de lo que imaginaba. Cada palabra que había salido de su boca la noche anterior me había colocado en un peligro inminente, pero más que a mí, lo había puesto a él en la línea de fuego.

—Tú no me mandas —repliqué, mi voz sonando mucho más desafiante de lo que me sentía realmente—. Haré lo que considere conveniente.

Sanzu se tensó. En ese momento, vi pasar algo por sus ojos, una decisión tomada en silencio.

   ✞BAR✞ [ꜱᴀɴᴢᴜ x ᴏᴄ] EN EDICIÓN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora