¡ diez !

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Hyunjin no se sorprendió al aparcar frente a la plaza del barrio donde vivía Minho, en uno de los distritos al sur de la ciudad. Más se sorprendió al no haber pensado en que su amigo se podría encontrar ahí.

Bajó del auto cerrándolo con un clic y subiéndose el cierre de su sudadera, guardando las llaves en su bolsillo junto a su teléfono. Pasándose una mano por el cabello oscuro, caminó hacia la plaza poco concurrida, en busca de una cabellera naranja entre las bancas. No tardó demasiado, la plaza no era grande y Minho destacaba por ser pequeñito y de cabello teñido, no le costó nada encontrarlo dándole la espalda en uno de los asientos.

Hyunjin se quedó un par de pasos detrás, sin decir nada, empujando la punta de su lengua contra su mejilla mientras intentaba darse fuerzas. Quería darse vuelta y huir a los brazos de Jeongin en ese momento, y sabía que sonaba cobarde, pero él realmente evitaba ese tipo de situaciones cuando intuía que saldrían mal o lo acorralarían a una situación incómoda, y eso era lo que más evitaba en el mundo. Por tal razón ahora mismo estaba pensando seriamente en llamar a Jeongin para ir a buscarle y fundirse en sus brazos porque así se sentía cómodo y en casa.

Negó con la cabeza y, suspirando, se acercó los cortos pasos que le separaban de Minho, cruzando por un costado de la banca y llamando la atención del mayor antes de desplomarse en un extremo, sin mirarle. Ambos se sumieron en un silencio totalmente incómodo, Hyunjin no había volteado a ver a Lee, pero pudo verle sobresaltándose con su llegada y escaneándole de pies a cabeza mientras él no tenía la valentía para girarse en su dirección.

Mas, sin embargo, Minho no le dijo nada, esas pestañas largas suyas no se escapaban de su figura, como a la espera de que dijera algo, y Hwang esperaba lo mismo, aunque dándose cuenta ahora, era ridículo esperar algo cuando fue él mismo quien pidió verlo, y que en realidad el pelinaranja debía estar esperando por él y lo que sea que fuese a decir.

— Sé que te gusto —soltó sin más, sorprendiéndose a sí mismo y a Lee a la vez, quien se quedó en blanco y palideció.

Hyunjin no volteó a verlo, tragando saliva al notar que Minho estaba más tieso que una roca. No podía hacerle frente a una situación así porque no estaba preparado y no podía ver mal al mayor. Pero este se quedó en silencio por al menos dos minutos, haciendo sudar aún más las manos del azabache.

— Fue Christopher, ¿cierto? —susurró el mayor, con voz estable, Hyunjin sólo asintió, abriendo los ojos con espanto cuando Minho se levantó de golpe de la banca hecho una furia— Ese maldito imbécil —masculló, comenzando a caminar con el rostro volviéndose rojo de la ira. Y Hwang se levantó entre confundido y asustado por su amigo—. ¡Me las va a pagar! ¡Christopher Bang, hijo de puta, de mí no te escapas! —comenzó a gritar, con las manos apretadas en puños.

— ¡Minho-hyung! —se alarmó, alcanzando a Lee en un par de pasos, colocándose frente a él para detenerlo. Pero apenas tocó al peliblanco, este chilló en su cara y se alejó de su tacto.

— ¡Suéltame! ¡Tengo que patear a Chan por traidor!

Hyunjin intentó sujetar los brazos de Minho, pero este se escurrió por su costado e intentó correr lejos de él.— ¡Minho! —gritó, llevando sus manos a su cabello para tironearlo antes de comenzar a correr detrás de un insolente pelinaranja en busca de Christopher y, cuando volvió a alcanzarlo, lo sujetó de la cintura y le elevó en el aire.

— ¡Déjame ir a buscar a ese traidor infeliz de mierda! —pataleó en el aire, intentando removerse de los brazos de Hyunjin, aún con el rostro rojo.

— ¡Cálmese, hyung! —Hwang zarandeó un poco el pequeño cuerpo, cerrando los ojos con fuerza— ¡Necesito hablar con usted, luego puede ir hacer picadillo a Chan-hyung si quiere!

── kindergarten boy !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora