CAPÍTULO 4

2.9K 95 234
                                    

Eda Yıldız.

Me remuevo lentamente mientras siento cada extremidad de mi cuerpo despertar. Abro los ojos poco a poco, dejando que estos se acostumbren a la claridad de la habitación. Aprovecho el momento para estirarme un poco y terminar, finalmente, de abrir mis ojos.

Lo primero que veo es el rostro de Serkan. Está despierto y mirándome con una media sonrisa, mientras sostiene su cabeza con una de sus manos y con la otra se encarga de acariciar mi cabello. No puedo evitar sonreír de la manera más amplia que mis labios me permiten.

—Buenos días — susurra Serkan, su voz aún está un poco ronca y la ternura que desprenden dos simples palabras, por la manera en que las dice, hace que mi corazón se derrita y las mariposas comiencen a revolotear en mi estómago, generando un cosquilleo que se extiende por cada parte de mí.

Las yemas de sus dedos abandonan mi cabello para deslizarse por mi brazo con tanta suavidad que mi piel se eriza ante el contacto, y el cosquilleo que comenzaba a sentir se incrementa considerablemente.

—Buenos días, tú — saludo en respuesta, mis piernas buscan las suyas para entrelazarlas en un intento de estar más cerca de él. Quizás lo que busco también es sentirlo de manera más consciente, esperando que no sea un sueño — ¿Hace cuánto estás despierto?

Serkan se toma unos segundos en responder, segundos en los que no aparta la mirada de mí, como si no pudiera creer haber despertado a mi lado. No es una novedad que sea exactamente lo mismo que siento yo.

—Llevo bastante tiempo despierto y lo único que he podido hacer es admirarte mientras duermes — comienza diciendo, ahora con un tono de voz más alto, pero igual de ronco — y he descubierto una cosa... O dos.

—Ah, ¿sí? ¿Qué has descubierto? — contesto en un murmullo, acomodando mejor la cabeza en la almohada y sin dejar de mirarlo.

—Primero, que cuando duermes, eres lo más parecido a un ángel en la Tierra — puedo sentir el calor acumularse en mis mejillas a medida que ensancho la sonrisa que aún mantenía.

—¿Y la segunda? — pregunto, ahora susurrando.

—Que la que debería estar en prisión domiciliaria eres tú, porque no considero que sea legal ser tan hermosa y mucho menos que puedas andar así como así por la calle — me muerdo el labio inferior aguantando las inmensas ganas de besarlo.

Me acerco más a él y dejo un beso sonoro en su mejilla, antes de intentar levantarme de la cama. Enseguida, el brazo de Serkan me está rodeando la cintura, impidiéndome escapar.

—Eso no es un beso de buenos días, Eda Yıldız — dice mientras intenta atrapar mi rostro para que le de otro tipo de beso.

Suelto una pequeña risa y me echo hacia atrás, alejándome lo más que puedo, considerando que me tenía rodeada.

—No voy a darte un beso con mal aliento — me quejo sin dejar de soltar pequeñas carcajadas por el forcejeo que ambos comenzamos, él para darme un beso y yo para evitarlo a toda costa, algo que me estaba saliendo bastante mal ya que los labios de Serkan dejan besos en todo mi rostro, pero logro evitar que encaje nuestros labios juntos.

Su risa vibra contra mi piel de la manera más tierna y contagiosa posible, porque yo no me privo de acompañarlo cuando logra depositar besos en alguna parte de mi cara.

—¡Eda! — exclama cuando logro escabullirme de sus brazos para finalmente bajar de la cama.

Lo miro parada al borde del colchón y le lanzo un beso antes de correr hacia el baño para poder hacer mis necesidades y lavarme los dientes, dándome cuenta que este es el despertar que quiero para nosotros, de ser posible, para siempre.

ACUSADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora