Capítulo 1

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Abrió sus azules ojos, dando un único y profundo respiro. Miró al cielo, intentando recordar algo de su pasada vida, su familia, su hogar, sus amigos, su nombre. Le empezó a doler la cabeza, una horrible e insoportable tortura. Todo aquel esfuerzo en un fallido intento de acordarse de su antigüa existencia, no recordaba nada, no comprendía nada, no sentía nada.

Se levantó como si fuese una máquina y se lo hubiese ordenado su posesivo creador. Lo que contempló al levantarse, delante de él, hizo que su corazón dejase de latir por un segundo; lo único que había era un puente colgante infinito. No se llegaba a ver el final, sólo una tenue luz al final, donde se alcanzaba a ver el último tablón de madera que lograba distinguirse en el horizonte.

Giró su cabeza a la derecha rápidamente, por instinto. Antes de mirar hacia arriba, miró al suelo. Estaba sobre una plataforma metálica que llegaba hasta el nivel de las nubes. Fue alzando la vista y vio otro puente, paralelo al suyo y a otros siete... Delate de cada puente; una persona.

Volteó la cabeza a la izquierda, y vio lo que se esperaba: otros siete puentes. Todos miraban alrededor, igual de confundidos- al parecer- que él. Con una única excepción. Mientras el chico miraba a cada uno detenidamente, llegó al último a la izquierda: un chico rubio, alto, un cuerpo muy esculpido, de tez pálida... y con una sonrisa en la cara. De superioridad.

Dejó de mirar a aquel chico, pues el extraño muchacho también había fijado la mirada en él.

Dio una vuelta sobre sus talones, exactamente a lo que había supuesto: no había salida. Al fijarse en la barandilla del puente, vio grabadas en dorado y en cursiva las palabras:

SIGUE ADELANTE.

Le sacó de sus pensamientos un chirrido que parecía un megáfono. Y así era. Se oyó una voz robótica que dijo exactamente estas palabras:

-

No dudaron en llevarle la contraria, empezaron a correr todos como locos. Sin mirar atrás. Repitiendo esas mismas palabras una y otra vez en su mente:

SIGUE ADELANTE, SIGUE ADELANTE, SIGUE ADELANTE...

* * *

Seguían corriendo, podrían llevar solo unas horas, pero para ellos le parecían días. El chico de ojos azules, se paró un segundo, para recuperar el aliento, desplazó la vista hacia una chica rubia, de tez morena. Se miraron un segundo a los ojos y de repente la chica desapareció, se había abierto un hueco en las tablas en la pasarela. Vio desaparecer a aquella chica en menos de cinco segundos, y sin dudarlo un segundo, se dispuso a correr, no pensaba quedarse parado ni un momento más ahí.

UN PUENTE, UN DESTINODonde viven las historias. Descúbrelo ahora