Los ángeles durante gran parte de mi vida me sirvieron de consuelo, eran lo que me servía para recordar a mi madre, lo demás se tornaba borroso mientras que ellos continuaban irradiando luz en mi memoria.
Yo deje de creer en ellos en algún momento, pero nunca deje de agradecer porqué me estuvieran cuidando, más que nada por mantener el nombre "Mary" vigente en mi vida.
Papá, no me hacía sentir que la manteníamos con nosotros de alguna forma, lo único que tenía para ofrecer era rencor y eso no fue de ayuda para sobrepasar el duelo, en especial, porqué yo era a penas un infante.
Quizás lo único además de los ángeles que me hacía pensar en ella de una forma medianamente positiva era Sam, pensaba en ella cada que veía al pequeño bebé entre mis brazos, recordaba que lo arrullaba e intente que no se perdiera el calor materno, intente actuar y cantar con el mismo sentimiento.
Todo cambió en un solo segundo, los ángeles eran un dolor de cabeza y deje a Sam irse aún cuando se sintió como tragar una barra de hierro ardiendo.
Deje a Sam irse y ahora estaba metido en un lío donde su ayuda sería de enorme importancia para desanudar todo este basura.
Y el único ángel en el que confío esta esperando que acabe mi siesta.
Zacharias había irrumpido en mi habitación cuando me encontraba durmiendo, yo suponía que mi cansancio terminó venciendo a mi supervivencia, cuando desperté, el lugar era mucho menos agradable a la vista, el mal olor me ahogaba así que tuve que aguantar la respiración por unos segundos antes de acostumbrarme, todo empeoró cuando lo vi, su cabello blanco brillaba aún entre la oscuridad del sitio, me levante palpando debajo de la almohada donde no encontré ninguna arma con la cual podría defenderme.
Su sonrisa se extendía confiada por su maldito rostro, mi cabeza gritaba el nombre de Castiel intentando adelantar nuestro encuentro, pero seguí en el mismo sitio, Zacharias pareció comprender mi patético intento de huir porqué no se demoro en acercarse a mi y prosiguió a explicar.
—Digamos que en este lugar, Castiel tiene que usar un teléfono—Palmeo mi hombro y yo me aparte de inmediato.
¿Qué se supone que significaba eso? Sin querer darle la espalda, decidí darle un vistazo por la ventana, apartando la cortina encontré un paisaje deplorable, parecía que todo estaba cubierto de una capa de tristeza—¿Qué se supone que es esto?
—Nuestro final—Mi propia voz se expulsó de otra garganta, me sentí un idiota por bajar la guardia en estos momentos, mi mirada se dirigió al origen del sonido.
Como era de esperarse lo que encontré frente a mi no era una fuente de consuelo, observé un espejo, a simple vista esté era tan normal como cualquier otro, pero si aumentabas con profundidad tu observación encontrarías que el espejo había viajado en el tiempo para reflejar algo que no era del todo yo.
Mis ojos verdes estaban tinturados en una neblina de rencor que siempre temí adquirir, la herencia de mi padre además del auto fue una rabia llameante que siempre intente aplacar con toda mi fuerza, pero el hombre que tenía frente a mi era ceniza.
—Es el tuyo—Murmure con un intento vulgar de seguridad, temía que mi corazón brincando con tanta fuerza interrumpiera a mi propia voz.
—Eres arrogante, un necio eso es lo que me trajo aquí—Su mandíbula se tenso de tal forma que temí que sus dientes crujieran—¿Qué es lo que necesitas para entender que estamos en un error?
Me sentí francamente decepcionado, yo estaba espantado, sentía que esto sería un difícil obstáculo de correr, en especial, estando solo.
Mis piernas parecían a punto de romperse de los puros nervios.
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Hasta el fin del mundo contigo
FanfictionDetener el apocalipsis no es un problema sencillo para un humano, un viaje en el tiempo puede desenterrar aquellos secretos que lo están haciendo tropezar y quizás lo obligaría a dar pasos que pensaba nunca dar.