Notas iniciales
Estuve luchando durante la semana para terminar mis responsabilidades de adulto y al mismo tiempo tener listo este capítulo (y en algún punto me pareció que las escribió alguien totalmente ajeno a mi) pero ya no los voy a entretener con mis divagaciones, espero que disfruten de este nuevo capítulo.
II
Las paredes de un hospital psiquiátrico no ofrecen a sus pacientes una variedad extensa de actividades para matar el tiempo, en centros como el hospital para criminales dementes de Baltimore existe una rutina establecida y estricta que pocas veces se rompe, Hannibal sabía mucho del tema, incluso podría afirmar que, a diferencia de muchos de sus compañeros de condena, él era el más consciente del paso del tiempo. No en vano pronto cumpliría seis años de reclusión.
Sin embargo, existían ocasiones en las que el destino era lo suficientemente caprichoso para permitir rupturas y cambios en la rutina, brindando la novedad suficiente como para entretener y ocupar el tiempo de Hannibal. Como hacía una semana, cuando pudo escuchar a lo lejos como los enfermeros comentaban sobre un nuevo paciente especial que fue enviado tras cometer un asesinato.
Los homicidas dementes no eran raros, sin embargo, el tono que el personal usó para describir al nuevo cliente del manicomio intrigó a Hannibal, su curiosidad no hizo más que incrementarse cuando escuchó que la prensa había rodeado el hospital en busca de información. El hombre lituano estaba ansioso por sacar información del nuevo recluso a los miembros del personal, sin embargo, dos días después descubrió que quizás podría obtenerla de primera fuente.
Esa mañana, Barry lo sacó de su celda y lo llevó a su armario especial, permaneció ahí casi todo el día, un salto total a su rutina establecida, cuando lo regresaron a su celda algunos cambios se habían implementado en el pabellón: el cambio más notable era la puerta de barrotes que dividía en partes desiguales el pasillo de las celdas, dejando la suya aislada justo al final del pasillo. También habían hecho cambios en la celda contigua; ahora lucía casi como una copia de la propia, claro, sin un paciente aún.
Los cambios y modificaciones fueron bien recibidos, si Chilton estaba tomando nuevas medidas y remodelaciones seguramente eran para instalar al nuevo recluso, era bien sabido que el hombre era reacio a gastar más allá del mínimo en las instalaciones, así que el nuevo paciente era tan peculiar e intrigante que su celador estaba dispuesto a invertir recursos y tiempo para instalarlo. Con sus suposiciones, que raramente erraban, Hannibal se dio cuenta de que podría tener algo de entretenimiento.
Algunos días después, cuando la rutina había regresado a la normalidad casi por completo, las puertas del pabellón se abrieron y le fue posible identificar los pasos de por lo menos cuatro personas: las inconfundibles zapatillas blancas de los enfermeros, con su tintinear hueco contra el suelo, escoltando a unos zapatos sin cordón que en ocasiones vacilaban y reducían la velocidad, también estaban, para su lamento, los zapatos del doctor Chilton, los cuales requerían una visita al zapatero con urgencia, pues la tapa de los tacones taba en pésimas condiciones.
El hombre que traían consigo apestaba a miedo, Hannibal pudo verlo un momento antes de que entrara a la celda continua como un conejo en busca de la seguridad de su madriguera, tenía el cabello rizado y oscuro, sin embargo, era evidente que su aspecto personal estaba sumamente descuidado pues los rizos estaban maltratados, resecos y enredados como un gran arbusto, su cara estaba demacrada, con profundas ojeras y una incipiente barba que lo hacía ver mayor de lo que seguramente era.
Hannibal hubiera deseado capturar más detalles del hombre, como el color de sus ojos o el sub tono de su piel, pero debía mantener una actitud distante y poco curiosa para evitar poner en alerta a su carcelero. Así que guardando para más tarde las preguntas que quería contestar se disponía a regresar a sus actividades cuando el olor picante de la furia brutal y sin filtros del recién llegado lo mantuvo cautivo de la escena que se desarrollaba del otro lado del cristal: el nuevo paciente había intimidado a Chilton sin decir ni una palabra, lo cual debía admitir era sumamente notable pues el doctor tentaba constantemente su suerte haciendo gala de su arrogancia como si fuera inmortal o indestructible.
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Medio Rostro
FanfictionEl amor siempre se encuentra en los sitios más inesperados y probablemente en los momentos más inoportunos. El ex agente Will Graham es recluido en el hospital para criminales dementes tras su corta carrera como investigador y asesino, en el lugar e...