Capítulo 2: Historias de dolor y alegría

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Después de ver como su amigo dejo de vivir, camino en dirección a su casa, dentro de algunos días iría a completar lo pactado, pero por el momento lo único que quería era dormir, descansar y olvidar que era un ángel.

Las calles a su parecer se volvían estrechas a cada pasó, sentía las miradas de todos calando su cabeza, taladrando hasta dentro de su propia mente, pero no le tomo importancia eso merecía, el dolor se apoderaba de su ser; Ahmed era un buen amigo, alguien que sabía podía contar con él para cualquier cosa y aun así él se volvió su verdugo. Ver como su cabeza rodaba sobre el suelo, produciendo un sonido seco y húmedo a la par.

Cuando al final llegó a su casa, no pudo siquiera mirar a la cara a su mujer, quien lo veía desde el Sillón de la sala.

- ¿Qué sucedió? - otra vez, quisiera mentir se dijo.

-Tengo el trabajo- dijo con simpleza, su mujer aún con ojos hinchados asintió.

- ¿Cuándo inicias? -

-En dos días-

Ahí fue donde la conversación termino, ninguno de los dos quería saber más por aquel día, quizás como dijo el mayor eran restos de la vida humana dentro de ellos. Subió las escaleras, tal como alguien escalaria el monte Everest, sus piernas parecían formarse de plomo cada que subía un nuevo escalón, y así al llegar frente a la cama importando poco si manchada las frazadas con sus zapatos, apenas tocando las almohadas extendió sus alas para evitar aplastarlas y dormir más cómodamente.

A la mañana siguiente cuando sintió el peso de alguien sobre sus alas fue cuando despertó aun volteando a un costado de su espalda donde sentía a alguien tratando de morder sus plumas, viendo a su minino jugando con algunas de ellas, eso lo enterneció y levanto un poco su estado de ánimo.

- hey Breisthen, levántate hoy será un nuevo día- recordaba esas palabras como si estuvieran tan dentro de su cuerpo que podía incluso escuchar la voz que lo pronunciaba, acurrucándose para seguir durmiendo.
Eso sería si su gato no se le hubiera ocurrido clavar sus uñas sobre la tierna carne de sus alas, causando un agudo dolor en aquella zona, asiéndolo saltar de la cama aun no queriendo hacerlo, el gato por su parte salto ágilmente de la espalda de su dueño cuando se paró de la cama, Breisthen podía jurar ver un destello de maldad en los ojos de su compañero. Sin más suspiro sentándose a contemplar la nada, observando cada detalle de aquel espacio. Las paredes de un tono gris claro casi pulcro si no fuera por marcas de rasguños en ellas, volteando a ver al culpable, quien solamente se lamia las patas, sobre las sábanas.
Suspiro de nueva cuenta tratando de quitarse la soledad que aun sentía dentro de su pecho, pero aun así aun la sentía, podía escuchar el constante sonido de la madera contra el metal, provenir desde la cocina. Tal vez su hijo este cocinando, aquel minino aún se limpiada las patas como si todo lo ocurrido solamente fuera un sueño más.
Al tratar de pararse noto como sus pies estaban descalzos, aunque podía jurar el haberse dormido con los zapatos puestos, ahora tenía que buscar donde fueron, después de casi 10 minutos buscando se dio por vencido en su búsqueda al no encontrarlos en ningún lugar, tenía muy en claro que se movía en sueños, pero nunca había mandado literal mente a volar sus zapatos a sepa dónde.
Cuando estaba por salir de su cuarto escucho el maullido del felino, volteando a ver dando se cuenta de las sandalias al lado de este, sonrió aliviado y orgulloso de semejante animal.
Tomando las sandalias y al pequeño animal, el suave pelaje amarillo lo reconfortaba, al igual que el sutil ronroneo que producía.
Cómo esperaba su hijo cocinaba en compañía de su mascota sobre una silla, esperando que el menor le diera algo de comer.
Sonrió, estaba orgulloso de su hijo, aunque tuviera aquellas ideas no era alguien malo, estaba muy lejos de serlo. Y aunque no fuera de su sangre siempre estaría a su lado.
-Buenos días, ¿Dónde está tu madre? - pregunto apoyándose en la mesa, dejando el felino en el suelo.
-Mamá salió a comprar ¿"chiclosos" ?, Pá ¿Qué son chiclosos? - la pregunta, lo descolocó no conocía el término en absoluto.
-No se... Esperemos a tu madre para que nos expliqué- el ambiente era hogareño, podía sentir la calidez que emanaba aquel cuarto aún sin la presencia de su mujer.
- ¿Qué haces para comer? - Pregunto mirando la cantidad de platos en el fregadero, podía decir que era la primera vez que cocinaba lo que estuviera haciendo y tal vez que llevaba más que algunos minutos asiendo lo.
- Estoy haciendo un estofado y frijoles- dijo el menor concentrado para evitar quemar la comida.
Fue en ese momento en que la conversación termino, Breisthen no quería causar más molestias en su hijo y el pequeño temía decir algo incorrecto ante aquel tenso momento.
''''''''''''''''''''''''''''
- Escuchen nos moveremos tras el alba, buscaremos al sujeto B-30, cuanto se tenga una lectura cercana, ¡escucharon! No quiero ningún desperfecto en este simple plan, cuando se tenga la lectura tendremos que movilizarnos lo más rápido a la zona que muestre el radio, el sujeto tiene que tener entre 9 a 10 años, eso dicen los documentos que tenemos, la división del infierno ira al este; se dividirán en 3 grupos de 2 ¡hey, escuchen! Ángeles iremos al sur, 4 grupos de 3. Si encuentran al sujeto notifiquen por medio de graznidos al grupo más cercano.
Dijo la dominación que hacía de guía en aquella exploración; Breisthen solamente escuchaba lo que decía aquel hombre, quien parecía querer arrancarse los bellos cabellos que su cabeza poseía, gracias a los demonios de bajo rango enviados por Asmodeus, quien poco le interesaba aquel sujeto extraordinario.
La dominación dio salida con lo cual los grupos tomaron sus formas animales, dando carrera con los vientos, siendo Breisthen tomara el vuelo del sureste teniendo algunos metros separados de los demonios quienes corrían siendo gatos y urracas, el cielo de aquel día parecía llover aunque en aquel lugar poco se veía, tenían que apresurar su búsqueda antes de las primeras gotas de agua espantaran a las madres con lo que los menores fueran resguardados dentro de sus hogares; con ello su misión sería un fracaso.
Sus radares cada minuto se actualizaban mostrando dos puntos casi estáticos frente a ellos, lo que significaban dos híbridos en la zona, tenían que apresurarse las primeras gotas estaban cayendo, las alas del grupo de Breisthen se estaban cansando algunos novatos habían parado para descansar sus plumas, mientras Breisthen y otro ángel seguían volando en dirección de las coordenadas, llegaron cuando las pequeñas gotas se volvían una sutil llovizna entre el mundo terrenal, viendo como tres pequeños corrían a sus casas, los radares dejaron de mandar señal gracias a la interferencia del agua, Breisthen miraba a los dos pequeños quienes compartían el lado derecho de la calle, saludándose desde las ventanas de sus casas, aunque la niña era notablemente más pequeña alcanzando con dificultad la misma, el niño solamente estiraba su cuello para verla y enseñarle algo desde su lado, mientras la niña daba brinquitos para ver lo que sucedía.
- ¿Quién crees que sea? - pregunto el otro ángel a Breisthen mientras veía al otro pequeño quien vivía del lado izquierdo de la calle.
-no lo sé, el radar nos mandó a esta dirección, podría ser cualquiera de los tres infantes. – dijo con preocupación con uno era suficiente, no podía imaginarse estar detrás de tres niños, tomando nota a la par y discernir sus mentes – la niña parece tener 5 o 6 años, junto a ella el niño tiene 7- dijo Breisthen viendo como los pequeños golpeaban las ventanas de sus cuartos. – así que ninguno de ellos puede ser B-30, ¿cuántos años tiene el niño del frente?
Pregunto a su compañero, quien buscaba algún indicio de la edad del humano, siendo una pérdida de tiempo al no encontrar nada de relevancia dentro de aquel cuadro. Fue en ese momento cuando una urraca y un gato se posaron junto a ellos en aquel árbol desorientados.
Los nuevos "invitados" eran del grupo de demonios, quienes se habían perdido en medio de la "incesante" lluvia que tenía lugar en aquel estado, peleando por no encontrar la dirección del grupo al que pertenecían llegaron donde los ángeles, Breisthen se encontraba impaciente, si no lo encontraban hoy; lo más seguro era que perderían todo el esfuerzo que realizaron días antes para encontrarlos y con ello nuevamente sufrirían más de los contados.
- Ya se – dijo el gato con socarronería– uno de nosotros se puede transformar y preguntar directamente la edad del humano – aunque la idea era descabellada en algunos puntos era lo mejor que tenían en aquel momento, Breisthen dio el visto bueno, junto a la urraca quien esperaba quien sería el señuelo. Terminando con el único quien no dio opinión siendo sacado del refugio de hojas del árbol. A la fría lluvia, que empezaba a azotar el lugar, el pichón los vio mal por hacerle aquella acción, pero no le quedaba más que hacer lo dicho por el gato, quien no se salvó de ser maldecido por el pájaro amarillo.
La transformación no duró más que algunos segundos, mostrando a un joven hombre de pelo blanco y piel aperlada, siendo mojado por la ahora tormenta del lugar, caminado a pasos apresurados a la puerta de la vivienda, donde tocó tres veces esperando a que alguien contestara. Siendo recibido por una mujer apenas más alta que el ángel, la plática no duró mucho apenas lo suficiente antes de que la tormenta empeorará y llegarán los truenos a callar la plática entre la mortal y el ser, despidiéndose como si de viejos conocidos se tratara, Breisthen se movía ansiosamente al regreso del de bajo rango. Cuando regreso el peliblanco sus ropas ya se encontraban mojadas en su totalidad impidiéndole regresar a su estado inicial -Tiene 10 años, su nombre es Isu Alejandro Cueva es un buen nombre, el otro niño tiene 7 años su nombre es Guillermo. - dijo sentándose en el fango bajo el árbol en el que se encontraban, su magia se encontraba obstruida por la lluvia, Breisthen lo podía ver y con ello la vergüenza junto a la pena de haber sido quien lo condujo a eso le cayó sobre su alma. Pero no fue el primero en moverse, aquel demonio en el cuerpo de un felino se abalanzo a la húmeda tierra, siendo tan ágil tomo asiento al lado del chico, quien solamente lo acaricio como muestra de gratitud.
-Di disculpe... esto es para usted- entre el llanto de la tierra tan sonoro, la voz de una niña resonó, con miedo y terror, tan pura como el alma de aquel ángel bajo la lluvia. -n-n-no quería que se siguiera mojando- aunque ella se encontrara con miedo a los truenos que se escuchaban; seguía frente al chico mostrándole un impermeable gris.
- ¿Por qué me lo das? - la pregunta era válida según lo vieron todos, nadie da nada sin esperar nada a cambio
-so solo tómelo- dijo temblando más fuerte a causa de un trueno que se escuchó más fuerte que los demás, se podía ver el miedo en sus oscuros ojos.
-está bien, gracias...- las manos del ser y la niña por un momento se unieron, lo que provocó un extraño escalofrió desde las puntas de sus manos hasta el comienzo del cuello, que no pasó desapercibido por la infante ni por el felino, quien sin esperar mucho salto frente del peliblanco, causando más miedo en la niña si era posible- no te preocupes, él está enojado por la lluvia, además no le gusta que lo deje de mimar, no tengas miedo- aquellas palabras lejos de tranquilizar a la pequeña, terminaron haciendo todo lo contrario, dándose cuenta solamente cuando la fémina ya se encontraba escapando hacia su casa.
- ¿estas contento? - pregunto al felino, quien solamente respondió con un movimiento en su cola con vanidad, Breisthen noto como la pequeña corría a la puerta de su casa y así pasaron los minutos con el ángel usando aquel impermeable dado por la menor, la lluvia parecía no querer acabar aquel día y ellos tenían que irse, Breisthen no sabía cómo sentirse tenía la información que necesitaba pero no podían regresar todos, si fuera un ángel común Breisthen podía haber hecho la vista gorda e irse sin esperar a nadie pero ya no era un simple ángel.
Las horas transcurrían y con ello la vida del sol, dentro de poco la noche llegaría y con ello el amanecer lunar llegaría, el momento en el que se deberían ir, pero ninguno quería dejar al pequeño ángel bajo la intensa lluvia del día, pero tenían que hacerlo, con un último vistazo Breisthen tomo camino tras la luna mientras la urraca y el gato huyeron hacia otro lugar el cual no conocía.
Su vuelo no duro demasiado, ya podía ver el arco frente a él las nubes no esperaban a sus pensamientos brumosos, solamente al ser calmado, volteando una última vez para ver los colores de la luna tras él, la luna tenía un curioso color, un azul celeste casi eclipsan te brillando tan magnifico como el gran astro que era.
Al pasar la luz del lugar lo cegó momentáneamente, gracias a la noche en el mundo humano siendo recibido por altos cargos, quienes esperaron a sus ojos se acostumbrarán al brillo del lugar, Breisthen parpadeo hasta poder ver a quienes tenía frente.
-señor Breisthen queremos saber su reporte de la búsqueda del sujeto B-30- dijo el arcángel escribiendo algo en una hoja blanca, -que tan insensibles pueden ser- cruzo por un momento en la mente de Breisthen.
- encontramos algo... En el estado al sur-sur-este en la frontera del país con el nombre Estados Unidos de América se encuentra, quien suponemos es el sujeto B-30... Un chico de pelo castaño; de 10 años, con energía demoniaca y celestial- ...cuantas mentiras estoy diciendo- fue su ultimo pensamiento.
-estas seguro de que esta persona es el sujeto B-30 ángel Breisthen-
-sí señor, el humano que tiene por nombre Isu Alejandro Cueva es... es el sujeto B-30- dijo algo cohibido no podía eso ser una mentira, pero la sentía tan asquerosa como una... tal vez y lo era.
-eso es todo, esperemos el reporte total de la misión, de ahora en adelante este deja de ser tu caso y es nuestro- Breisthen eso no lo esperaba, que tenía que ver un hibrido sospechoso de ser mestizo.
-señor antes de que se desocupe la vivienda de Ahmed por completo me daría el permiso suficiente para algunas cosas- Breisthen pidió dando una sutil reverencia a su superior quien solamente lo vio fríamente.
-Puedes ir, tienes 2 horas, serás acompañado por Sean es una DOMINACIÓN de rango menor- fue lo último que dijo antes de irse junto a los demás de alto grado, dejando a un ángel del tamaño de su hijo pensada Breisthen
Ni uno u otro se vio con alguna iniciativa para conversar, aunque los dos se veían tratando de saber que pensaba el otro, Breisthen solamente veía a un chico de podría decir 1.60 m, cabello azul y piel blanquecina, como ángel era hermoso no podía decir que no, para el chico Breisthen era un hombre de respeto, sentía su miraba discreta como una daga, casi instintivamente algo en él le decía que era mala idea estar hay.
El camino para los dos fue extremadamente largo, tanto como el camino que se cernía sobre ellos, mostrándole las penurias solitarias, incluso los dos extrañaban el ruido de las calles del mundo humano.
Algunas horas más adelantes podían ver la casa de Ahmed frente a ellos, aunque el dueño y único habitante de aquella vivienda ya no viviera seguía viéndose igual, la misma atmósfera, la misma fachada y la misma energía. Para los dos fue un golpe bajó; conocían a Ahmed desde hace mucho y aun así parecía que la misma casa había olvidado a su inquilino más antes que tardé.
Aunque ya nadie viviera allí, sintieron la necesidad de tocar la puerta, aunque sea una vez antes de olvidarlo por completo. Y siendo así tocaron cuatro veces en espera de que alguien saliera a recibirlos, pero eso era un pensamiento humano, siendo así irrumpieron en la casa, escuchando el crujido de la madera bajo sus pies como la verdad que necesitaban; del otro lado de la entrada encontraron abrigos colgados, zapatos guardados y algo inquietante un pequeño cachorro acostado sobre una camisa, - ¿cuánto lleva solo? - era la pregunta de los dos ángeles.
El pequeño cachorro se encontraba gimiendo de tristeza, se le podía ver sucio restregando su pequeña cabeza contra la camisa de un amo que jamás regresaría, cuando el pequeño animal se dio cuenta de la presencia de los dos hombres, solo levanto su mirada llena de lágrimas que no podían salir tratando de aullar en un triste lamento ignorando un poco más a los dos extraños quienes lo miraban dolientes, así hasta que Sean acerco sus manos al can quien solo gruño quedito para evitar que el ángel lo tratara de separar de aquella camisa, aun así Sean acerco más sus manos acariciando al pequeño cuerpo el cual ladro débilmente; escucharon como algo corría hacia donde estaban junto al choque de garras en el piso de madera, notando como salía al encuentro un perro gigante de color café, hocico negro; los miraba desde la entrada a los pasillos de la casa con enojo y un poco de tristeza.
Camino hacia los dos hombres con cuidado, olfateo el aire, pero aun así no dejaba de verlos, quito al cachorro de las manos de Sean, llevándose al mismo tiempo aquella sucia camisa, perdiéndose nuevamente por donde entro.
Sean aun miraba por donde el perro se había ido sin quitar la mano del piso, Breisthen camino hacia ese lugar, siguió los sonidos del cachorro encontrándolo acostado sobre el otro animal siendo tapado por el can mayor con la camisa.
El animal volteo a verlos, pero ya no se veía dolor si no un creciente enojo hacia Breisthen, el cual cerró la puerta de manera lenta.
Breisthen regreso a la sala encontrando a Sean llorando sentado sobre el sofá de dos plazas abrazando algo, las lágrimas del pequeño ángel, trasmitían eterna tristeza como si perdiera a quien más pudo haber amado, aunque el chico tratara de evitar producir sonido, Breisthen conocía mejor al silenció escuchada el dolor del joven incluso por su piel, aquel pequeño ángel sufría lo podía sentir y le recorvada a su hijo, así fue como se acercó lo más silenciosamente que pudo; abrazando al menor cuando llego a su lado, sintiendo los pequeños temblores que producía, quería calmarlo pero no sabía que había comenzado todo.
-Hijo que sucede- pregunto Breisthen a Sean quien se había calmado después de unos minutos de aquel abrazo.
-dime que aqueja tu alma y la hace llorar- pregunto el mayor a Sean levantando la vista y secando las pequeñas lágrimas que seguían asomándose por sus mejillas.
-señor... por favor no le diga a nadie que he llorado, por favor por lo que más quiera. No le diga a nadie- pidió el pequeño ángel, aún acunando aquel extraño objeto entre sus brazos.
Breisthen suspiró, sabía lo que supondría aquella pequeña promesa y el solo tenía un solo comodín, pero aun así accedió dando su palabra a quien con dorados ojos lloraba.
El menor mostró aquello que con ahínco buscaba esconder, una pequeña caja de terciopelo negro que sobre si tenía un gran corazón azul escrito contenía la leyenda:
"Eres mi luz, con cariño Ahmed"
Conocía aquello a la perfección por qué él también lo había hecho. Era una caja de compromiso, pidió permiso a aquel pequeño ángel, el cual accedió con melancolía, abriendo aquel recuerdo encontró algo tan bello, un pequeño guardapelo de cadena plateada y cofre dorado, grabadas las iniciales de aquella desafortunada pareja.
-señor podría abrir el guardapelo... por favor- pidió el menor esperando que el contrario respondiera.
No fue eso necesario. Breisthen lo hizo viendo la foto donde Ahmed sonría abrazando a Sean mientras lo besaba. Breisthen paso aquella pequeña reliquia de recuerdos a su destinatario. A quien le habían quitado la oportunidad de amar a quien alguna vez pudo haber querido.
Para aquella semana supondría Breisthen el dolor estaba sobre ellos, entre humanos y ángeles, esperaba que aquella desgraciaba enfermedad no estuviera en el infierno. Siendo así beso la frente del pequeño para retirarse, tomando camino a la oficina del difunto, abrió y cerró la puerta vio tantas cosas que le desgarraron su corazón, pero aun así siguió adelante tomando en sus manos el respaldo de la silla de cuero.
Y así nuevamente produciendo el dolor en el ángel menor que ahora retenía las ganas de maldecir a su dios por el pasado.
Las lágrimas de aquel pequeño ángel producían dolor en su alma, decidiendo dejarlo solo para calmarlo, existían demasiadas leyendas sobre el dolor de un ángel, pero la más conocida era sobre el gran peso de los sentimientos que producían por tanto solo su dolor era suyo.
La cocina el primer lugar donde sus pasos llegaron, recuerda a Ahmed cocinando mientras su hijo corría por el lugar o a él mismo comiendo junto a su lado, cuantos recuerdos pueden esconderse en un lugar como aquel.
Al prender la flama esta danzo felizmente, los colores mostraban tantas cosas en mis recuerdos.
- ¿amigo recuerdas todo lo que pudo pasar?, Amigo perdón- y esas fueron las últimas palabras a aquel ángel caído en brazos de Dios. Breisthen dejó caer las ultimas lagrimas encontrabas bajo sus ojos, recorvada todo lo que alguna vez vivió con aquel ser, recordó cuando Ahmed lo visito en el nacimiento de su hijo, recordada en aquel instante todas las noches en vela que estuvo a su lado, porque así lo hicieron vieron la luna hasta el amanecer como grandes amigos dirían los hombres mortales, porque a él lo visito siendo paloma y siendo también al revés, cuantas cosas no recordó siendo Ahmed y él los protagonistas. Recuerda como Ahmed le pidió consejos para pedirle matrimonio al ángel que se encontraba en la sala. Recuerda aquella peculiar conversación.
-Breisthen tengo algo que pedirte- dijo el ángel de cabello azabache refiriéndose a él, dejando el vaso con vino fuera de sus labios y de sus manos.
- ¿Qué necesitas? - pregunte con seriedad calando aquel cigarro en mis pulmones, sintiendo el humo quemando.
-quiero formar una relación- fue lo único que dijo viéndome directo a lo que el suponía mi alma, su voz era demasiado grave algo que no podía creer, pero a si siguió. -con Sean- al pronunciar aquel nombre de sus labios, las demás personas del lugar empezaron a victorial, alegrarse y silbar -eres mi mejor amigo, te considero un hermano y por eso te lo digo- para mis creencias en ese momento aquella revelación era vulgar, pero había convivido con humanos tanto tiempo que me resulto cómica.
-te estabas tardando escuincle- dije sin más; ver su cara teniendo aquel brillo que muchos pensaban que fue arrebatado de su alma, era lo que me había propuesto y si esa sonrisa era por alguien más lo felicitaría de igual manera; levante mi brazo uniéndome a los victores de la multitud, quizás era por el alcohol en mis venas o por estar tan genuinamente feliz por él.
-no, no estás enojado- pregunto el chico, aun entre los gritos de los demás, tanto fue el timbre en su voz que todos callaron para escuchar -pensé, pensé que tu no lo aceptarías- tartamudeo sosteniendo su cabeza entre sus manos como si temiera que lo fueran a golpear -incluso Elm no aprueba el compromiso- dijo cohibido temeroso de lo que pudiera yo responder.
-hombre no es por ser egoísta o algo así, pero por que le contaste a él antes que a mí- respondí algo dolido por aquella revelación. -aparte... que te hace pensar que Elm tiene que tener algo que ver en esto- le pregunte enfadado.
-sabes que Elm es mi padre oficial, desde los últimos años- fue su respuesta, viéndome frustrado por no recordar.
-Claro que lo sé y eso que- dije con vehemencia, bebiendo más de aquel tarro en mis manos,
Bien recuerdo después de aquellas palabras, siguió una pequeña discusión ligada a Elm el padre de su amigo quien siendo un ángel conservador desistía de la idea del compromiso de los dos ángeles.
Pero aun así después de la cruda y haber se levantado de la cama, lo apoye dando mi bendición. Aun siendo así no supe más de aquel compromiso para no ser involucrado, pero si no fuera así sería como los humanos como aquellos simples mortales quienes solo vivían una sola vez sin importar nada más. Entonces por qué se enteró por medio de rumores del matrimonio de dos ángeles en algún lugar alejado de la vista de Dios, los rumores especulaban las apariencias de los dos ángeles, sus trabajos e incluso de sus asignaciones; pero siendo su amigo callo su boca y deseó suerte, fortuna como las bendiciones que un padre puede darle a su hijo, así en silencio siguieron juntando su misma amistad para protegerse entre sí solamente queriendo evitar por más tiempo a la muerte quien ya los asechada.
Con la mente nublada Breisthen sacudió sus pensamientos ahuyentando aquellos recuerdos pasados, tomando sartenes dejándolos al fuego quien los recibió gustosos, la delicada tabla de picar que reposaba sobre uno de los compartimentos de la alacena, mientras la tenía sobre sus manos logro ver un pequeño gradado sobre ella: - 繼續- sin entender la dejo en el mesón para sacar papas, junto a algunas verduras y cortarlas sobre el delgado cristal.
Todo le recordaba a él, pero a la vez todo era lejano, las rajas de verduras caían sonoramente pintando la lisa superficie, sentía alguna lagrima caer sobre su nariz como también el ardor en sus ojos, pero aun así soporto el dolor y siguió, dejando sus emociones, cuantas veces no estuvo en aquella misma situación llorando el recuerdo de alguien más. Pero él no era el más dolido por aquello, así empezó a colocar todo dentro de la sartén oyendo el chisporroteante sonido del aceite con las verduras.
Que tan insensible podía ser se recrimino Breisthen mientras cocinaba; Sean no se encontraba mejor aún sentado en aquel sofá abrazando el guardapelo con talvez las últimas palabras que Ahmed había puesto para él; Sean recordaba bien el día en el que habían tomado aquella foto fue después de la navidad del 98, recuerda bien aquella fecha y eso le duele, Ahmed lo había invitado a pasar la navidad con en su momento ancla humana, Sean había aceptado felizmente; había pensado tanto sobre querer pasar la fiesta como uno y eso había sido cumplido.
Cuando llegaron a la tierra lo primero que Sean vio fue a un hombre de tal vez 45 años y ligeramente calvo, dormido profundamente aun lado de quien suponía era la mujer de aquel hombre, Ahmed solo tomo la mano de su pareja corriendo a la sala de aquella casa, y vio lo que su pareja quería mostrarle. Para Sean era un árbol navideño decorado infantilmente. Las luces de color rojo y verde colocadas torpemente en las ramas del pequeño pino el cual de forma pesada trataba de ondear con las pequeñas ráfagas de aire entrantes de alguna ventana, no podían faltar las esferas de colores y demás; a su vista una hermosa escena, más cuando el ángel a quien amaba compartía su calor con él, apretó con gentileza su cuerpo con el contrario, noto el ligero espasmo sobre si, los temblores en sus alas no le ayudan y aun así se levantó tomando entre sus manos el rostro de Ahmed, estirándose sentía el dolor por aquella insinuación y aun así solo por sentir los labios de aquel hombre lo soportaba, en su mente se debatía por la dureza de sus labios, no cabían las definiciones de los humanos sobre aquella parte del cuerpo: suaves, cálidos, moldeables; no eran para nada lo que podía sentir en aquel beso, tal vez por ser quién lo recibe pero los labios de Ahmed eran duros, secos y fríos pero poco le duró aquel pensamiento al sentir las manos de Ahmed sobre su cintura, la cercanía se volvía más y con ella el calor que anhelaba se hizo presente, en aquel momento trato de separarse de sus labios para respirar pero él no le dejó, haciendo de aquel beso inocente uno capaz de absorber le sin problemas.
Sean recuerda aquel momento tan nítidamente; cuando Ahmed se sintió lo suficiente satisfecho y lo soltó, un suspiro salió casi involuntariamente de él, junto un pronunciado sonrojo mientras con jadeos trataba de respirar aun así parecía no poder hacerlo correctamente después de aquel beso, Ahmed parecía hambriento por más, aun a si solo lo veía con deseo contenido solo por ser pecado entre sus ideales, porque Ahmed estaba seguro de arrancar nuevamente esos candentes jadeos y suspiros del joven ángel, las mejillas rojas escarlatas le llamaban por más e incluso por subir la intensidad pero su moral era lo único que se lo impedía.

- ¿Puedo robarte un nuevo beso? - fue la pregunta de Ahmed a Sean quien aún tenía los brazos sobre sus hombros.

-n-no me pidas eso- dijo el pequeño ángel al grande acercándose nuevamente a los labios del contrario, mientras Sean hacia más contrapeso atrayendo más a Ahmed, los brazos de Sean se cerraban en el cuello de Ahmed cortando espacio como intimidad -solo bésame idiota-

Tras aquel comentario el más alto rio - ¿Quién pensaría que las simpáticas DOMINACIONES dirían semejantes palabras? - dieron un nuevo beso entre risas e inocentes toques fue cuando el sonido en una cámara sonó con un pequeño "click" a un lado; Sean quien se separó de Ahmed para ver del lugar de donde se había producido aquel sonido, vio lo que supuso era un niño de no más de 7 años quien aún tenía la cámara pegada a la cara, sacando una nueva foto.

La cara de Sean dejo de tener un rojo juguetón al blanco de las nubes, entendiendo al instante que había sido alcanzado por el flash de la cámara, pero antes de hacer algún movimiento; Ahmed tomo sus brazos y se acercó al pequeño humano quien solo abría sus ojos, junto a su boca al ver al ángel frente a él.

-no-no, no te acerques de-demonio, si lo haces gritare y-y papá despertara- expuso el infante mientras apretaba la cámara en su torso de manera aterrorizada viendo como quien suponía un demonio se acercaba a él.

-o pequeñito, aunque tu padre se despierte, la muerte ya está aquí; incluso ya lo he matado y ni cuenta te has dado- declaro Ahmed mientras acortaba la cercanía con el menor, sus ojos parecían brillar en la oscuridad con su color de guerra

Fue así como se quedó aquella foto tomada por un mortal en aquel dije, le dolía recordar todo lo que sucedió entre Ahmed y el pero aun así pedía volver a vivirlo.

-chico he traído la comida- dijo una voz tras Sean sacándolo de aquellos recuerdos, la voz de Breisthen tan calmada como alguna vez recuerda haberla escuchado.

- ¿Por qué? - fue la única respuesta que Breisthen obtuvo del pequeño ángel.

-para recordar y decir adiós, creo que es por lo único que se puede hacer- Exclamó Breisthen cansadamente apretando la bandeja con la comida.

-por qué no podemos seguir recordándolo, no eres su mejor amigo, por qué tenemos que hacer esto- escupió con odio Sean, viendo lo con rabia.

-recordarlo u olvidarlo, no es algo que se pueda hacer con solo presionar un botón, nosotros somos ángeles no humanos, nosotros no tenemos esas maldiciones, recuerda es un sentimiento mundano- fueron las palabras contundentes matando las pocas esperanzas del menor Sean a los sentimientos de Breisthen.

- ¿Entonces tú jamás lo quisiste?, ¡Jamás lo quisiste como algo más que un simple CUSTODIO eres una maldita escoria! - dijo con odio salido desde dentro de su ser. Los ojos de Sean cambiaban parpadeando entre su color ámbar oscuro a un verde azulado, aunque para muchos la ira de un ángel fuera motivo de angustia para Breisthen era algo ya cotidiano.

-en eso te equivocas- señalo el mayor, sentándose frente a la mesa depositando los cuencos y aquellas tazas frente a los dos. –yo lo quise más que ningún otro, fue como un hijo para mí en términos humanos, pero creo que sabes que somos solo ángeles y nada más; siendo así te quiero proponer algo- expuso el hombre sentándose sobre el suelo, tomando la taza y soplando calmadamente.

-eres un maldito hijo de puta, como quieres que haga eso, me utilizaste y también lo hiciste con Ahmed, solo querías sentirte más que los demás eres lo peor que puede existir, pues bien... Eres la maldita puta definición de CUSTODIO estrella- concluyo Sean apuntando con el dedo a Breisthen. Para Sean no existía un mañana e incluso un ahora, solo pedía algo que en aquel instante ya no regresaría.

-el dolor y la ira no son buenos Sean- bramó quien sorbía el té.

- ¡me importa poco! - grito sin importarle las espesas lagrimas quienes surcaban sus mejillas –no sabes el dolor que provoca esto, menos sabes lo que él fue para mí, lo único que te importa es tu imagen y nada más- fueron sus palabras expulsabas por su garganta en un ligero gorgoteo apenas audible.

-eso- fueran las únicas palabras que pudieron formarse de Breisthen, antes del golpe a su mejilla de parte del chico de pelo azul, tirando su taza en el proceso.

-me das asco Breisten y pensar que Ahmed siempre te tuvo en un pedestal- aquellas palabras de un ángel eran peor que las mordidas de las víboras, más por aquel sentimiento mundano que le consumían y le hacía pecar. Poco importo si el mayor quisiera decir algo, el menor seguía adolorido.

-me ire, me llevare a Coe y Cattar; no quiero verte en toda esta eternidad faltante; ¡me escuchaste CUSTODIO¡- grito con cólera Sean, sus gritos llenos de dolor y desesperación se palpaban aun así Breisthen no se movió siguiendo con su mirada los ojos del chico quien solo seguía llorando mientras intentaba mostrarse intimidante si supiera; como Breisthen lo miraba, un pequeño que ha perdido a su primer amor, incapaz de ver más.

-si ese es tu deseo lo cumpliré, Sean, pero- fueron sus palabras antes del golpe dado por quien la tristeza formada sus ojos. El sonido se escuchó estrepitosamente, aun así, el silencio seguía predominando Con pequeñas oscilaciones en la respiración de los dos seres.

-Te odio, vete... esta casa ya no tiene lazos contigo, y-y jamás te me vuelvas a acercar- dijo mientras sus ojos solo mostraban un turquesa colérico, pasando las pobres barreras emocionales de Breisthen, quien ahora con más sentimientos deseaba quedarse; aun así, no podía Sean necesitaba estar solo y él necesitaba regresar a casa.

-eres la peor escoria en este santo mundo, tendría que notificarlo a todos los altos mandos, pero sabes... no lo hare; no porque a un tenga algún respeto a si a ti; solo lo hare en memoria de mi esposo.

- fueron sus palabras mientras bajaba la cabeza, con ello Breisthen sabía que tenía que irse, siendo a si se levantó, yéndose a pasos lentos del lugar, escuchando el leve lloriqueo del contrario.

Breisthen al encontrarse afuera de aquella casa no supo que más hacer todo se había acabado lo sentía, aun así, siguió adelante, desistió el voltear; levantó su mano, agradeció a Dios y siguió su camino.

De igual manera Breisthen escucho murmullos, paro unos segundos pero siguió callando su dolor. En algún momento encontró lo que alguna vez fue las enredaderas de Juan dónde subió para ver las maravillas del cielo.

- ¿El mundo Humano es tan malo como para dejarlo atrás? - pregunto viendo las pequeñas hojas verdes moverse con el viento.
– en serio crees que el cielo es mejor - fue su última palabra antes de arremeter contra aquel tallo grueso, amancillando a la frágil planta.

– los ángeles somos peores que ellos- espetó y aún sin soltarla cayó de rodilla, reteniendo las lágrimas que no había podido soltar en todos aquellos días.

– Señor Juan perdóneme- al hacerlo  Breisthen soltó todas aquellas lágrimas amargas sin soltar, con esto en la luz del atardecer notando por breves instantes el cómo su santidad parpadea y cómo su cuerpo se hunde en las calles hechas de nubes pensando en el destierro a su persona y solo por un momento Breisthen aun con lágrimas grito con dolor sacando la envidia a los humanos, pero sin perdonarlos del todo; perdiendo algunas plumas en algún vano intento de pedir perdón a su creador.

Ante aquel momento su santidad parpadeante se estabilizo junto a sus alas ahora con pequeñas calvas esperando a sanar algo sin sentido ahora en la mente del ángel. Sus lágrimas quemaban su piel causando un silencioso castigo producido por el pensamiento del pecado antes producido, con ello las llagas y pústulas nacieron al paso del agua.

Aun así Breisthen no soltó aquel tallo mancillando el verde esmeralda volviendo lo marrón, aquella planta tan delgada sintiendo pena por aquel quien le hacía daño dejó en Breisthen algo que quizás no olvide jamás, dentro de una hoja apenas naciente cayó al dorso de la mano del "Hombre" un pequeño capullo tan pequeño que si no fuera por la estimulación del cuerpo no lo hubiera sentido aquel de cabello marrón. Breisthen al verlo no pudo contener nuevamente las lágrimas pensando en el baño causado, ahora pidiendo perdón a la planta dejando caer sus manos a su costado viendo el daño causado sin pensarlo.

Breisthen tomó con delicadeza aquel pequeño capullo ahora en el suelo de las nubes viendo los pequeños pliegues cafés es adornado el capullo de una forma descuidada, apenas más diferente de una jubia, realmente eso era un capullo se preguntaba.

Aún arrodillado extendió su mano mirando el tamaño no más grande a una de sus uñas; al dedo meñique para ser más exactos.

(-es demasiado pequeño como para nacer una mariposa, tal vez nazca una polilla -) pensó aquel quien con amargura lo levantaba para ver su interior a contra luz. Viendo una pequeña masa aún más chica que aquel botón.

-Mgh- Breisthen volteo casi por inercia al sonido producido a sus espaldas asiendo su cara blanca por lo que veía, un Serafín tapando su boca con ímpetu, Breisthen sabia lo que seguía sin esperar más trato de correr, pero las nubes ahora abrazaban sus pies y tobillos haciendo lo tropezar,  el cielo lo empezaba a castigar por pecador, con fuerzas levantó su cuerpo, dándose cuenta "sus alas ya no respondían" la codicia las había bloqueado. Con ello en mente sus piernas no cedieron, corriendo a su casa buscando refugio pensando aunque sea un poco que eso lo salvaría.

Su camino era pesado las calles no soltaban su carne, produciendo una presión dolorosa en sus pies, no fue hasta que llegó a los escamosos caminos donde se dejó caminar de manera correcta aún así tras el, se escuchaban las voces de otros.

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2022 ⏰

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La nieve es fríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora