"¿Me deseas tanto como yo a ti?
Te quiero tanto como tú a mí. "
Tenía seis años cuando por primera vez acompañando a su madre en las compras del hogar, lo vío. En la última tienda de la calle, la que estaba frente a una parte de la total extensión del río Kámenka en Súzdal, observó con curiosidad y anhelo aquella enorme y brillante estructura siendo el centro de exposición de una tienda de música.
Todos los fines de semana, solía admirar como niños o jóvenes se adentraban y probaban diferentes instrumentos con alegría, al otro lado del río. Él deseaba entrar, experimentar la misma combinación entre felicidad y paz que se retrataba en sus rostros; sobre todo si provenía de aquella pieza. Sin embargo, a esa corta edad no se sintió con el valor de hacerle frente al imponente instrumento, así que, callo, cuando su madre, atenta y dedicada como siempre, le cuestionaba si quería acercarse.
Regina Moldova era una mujer increíble con un corazón de oro y bondadosa hasta la médula. A sus dieciocho años abandonó Rumania, su país de nacimiento, porque fue comprometida con un joven sovietico que su familia conoció en las fiestas de otoño de la capital. Decidida a cumplir la voluntad de su familia, sin quejas ni oposiciones, continuó la vida que se había previsto para ella. Cuando fue presentada a Igor Volkov, diez años mayor que ella, no le desagradó aunque tampoco lo calificaría como amor a primera vista; él fue formal y protector con ella desde el primer encuentro. Para Regina él era el primer hombre que la cortejaba aun cuando no había necesidad pues su matrimonio se llevaría a cabo en unos meses, la deslumbró y con el tiempo su cariño por él fue incrementando, apreciando y atesorando los pequeños gestos que el serio hombre demostraba en la intimidad.
Ella sabía que él no la amaba, sin embargo, lo aceptaba, conformándose con ser una buena esposa. Él la hizo tan feliz cuando le dio a su pequeña hija Aleksandra, una hermosa bebé con los ojos azules y el cabello rubio; su viva imagen. Por primera vez desde que conoció a Igor vió en sus ojos dulzura generando en Regina la esperanza de una vida próspera y venidera a su lado.
Sin embargo, cinco años después, con la caída de la URSS se perjudicaron los empleos de la sociedad soviética siendo la familia Volkov una de las tantas afectadas. Simultáneamente el nacimiento del segundo bebé estaba en camino. Aquel día, una pequeña Aleksandra fue la más emocionada. Viktor, decidieron nombrarlo entre Regina y ella. Entonces, lo que fue el momento más feliz para su hija de tan sólo 5 años, fue el día en que Igor Volkov salió de la habitación, sin siquiera ver a su hijo.
Para Viktor los momentos de dicha y diversión que se supone un niño debe tener poco existieron. Debió ayudar en la granja familiar desde muy joven debido a que se convertiría en su único solvento económico fijo. Sin embargo, dos días después del cumpleaños doce de Viktor, esté por fin se decidió a entrar a la tienda de música.
Esa mañana se había levantado más temprano de lo necesario para cumplir con sus labores de la granja antes de partir a la escuela. Sin prisa para llegar a su casa, se desvió con decisión. Eran las tres de la tarde, y las únicas personas que estaban dentro era la esposa del vendedor, una anciana con mirada suave y amable que limpiaba -casi- con obsesión los instrumentos y una joven ordenando papeles cerca del instrumento que Viktor más había admirado, el piano.
Aquella joven de nombre Tasya, se lo diría ese mismo día, se convertiría en su maestra y amiga durante lo que restaba de ese año, antes que tuviera que partir a Estados Unidos. Fue inevitable que Aleksandra se enterara, así qué, terminó confesando la razón de sus tardanzas una noche de insomnio compartido.
Para la llegada del invierno, su madre también lo supo, y en vez de enojarse o decepcionarse por ocultar su pasión musical le dio un fuerte abrazo que le hizo llorar. A mitades de diciembre, Tasya lo alentó a inscribirse en el elenco juvenil de la Catedral de la Natividad en Súzdal. Su madre y hermana asistieron brindando su apoyo desde las bancas y en ese momento, Viktor no pudo ser más feliz.
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Melodias en el piano [Volkarlo]
FanfictionLas vaciones de verano han llegado a Italia, y Carlo Gambino decide que tomar clases de piano va ser su nuevo pasatiempo favorito sobretodo si el profesor que las imparte es un atractivo estudiante de música, Viktor Volkov. ADVERTENCIA: Contenido e...