get naughty. | LuZo

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sorpresivamente luffy no dudó ni un solo segundo y lo dio vuelta quedando frente a frente, dejando que la duda y el miedo se apoderaran de zoro lentamente, pero duró poco pues el azabache unió sus bocas por primera vez, tomando posesión de los carnosos labios del peliverde. se sintió mágico, si, mágicamente caliente. las manos de luffy rápidamente se aventuraron hasta el culo de zoro, dando un fuerte apretón provocando un jadeo, dando una entrada a la lengua de luffy que sin torturarse tanto exploró cada rincón de la boca del peliverde, a su vez comenzando una dulce batalla mojada de sus lenguas. luffy quiso ceder y entonces zoro lideró la danza que llevaban, el azabache llevó sus manos por su cintura y espalda baja, mientras que éste, al ver que tiene el poder en su beso, abrazó con fuerza el cuello del azabache a la vez que con la otra mano acunaba una de sus mejillas. ninguno se detenía hasta que el aire hizo falta, se separaron bruscamente respirando irregularmente. a luffy no le gustó la necesaria separación de sus cuerpos y sin previo aviso colocó su pierna entre las de zoro haciendo que su muslo presione la entrepierna del peliverde provocando que suelte un sonoro gemido escuchado solo por él, opacado por la fuerte música.

—l-luffy...—su voz salió entrecortada, con un suave suspiro expresando la satisfacción que su cuerpo estaba sintiendo.

—no esperes librarte de mi ahora, zoro.—le respondió el azabache, mirando atentamente las expresiones del peliverde.—he esperado mucho por esto, ¿sabes?

no es como que me quiera liberar de ti de todos modos pensó el peliverde, mientras asentía obedientemente. no fue mucho hasta que nuevamente juntaron sus labios en otro húmedo beso, esta vez sin pisca de duda y solo experiencia y seguridad. sentirse así de bien por un beso de tu amigo no es para nada un sentimiento normal, eso lo tenían claro ambos, pero no tenían las suficientes neuronas funcionando como para descifrar la situación y los sentimientos involucrados en aquel esperado encuentro.

la música volvió a sus oídos mientras se besaban, por lo que volvieron a mover sus cuerpos al ritmo. cada movimiento provocaba más presión entre la pierna de luffy y la entrepierna de zoro, sacándole suaves jadeos a este ultimo y una suave sonrisa al azabache, vaya que estaba disfrutando tener a su mejor amigo de esa manera. ni él ni zoro estaban en todos sus sentidos, el alcohol recorría sus cuerpos rápidamente dejando a su paso un calor abrumador que buscaban saciarlo con su anhelado mejor amigo, que ironía.

las caricias, roces y besos se intensificaron a tal punto en donde su pequeño hilo de cordura les dijo que debían continuar en otra parte, obligándolos a detenerse. luffy tomó la mano de zoro y salieron de la pista a paso rápido esquivando personas e ignorando todo lo demás mientras soltaban pequeñas risas y se miraban con discreción. el azabache entró a una de las habitaciones sin siquiera darse un tiempo a pensar y encontrar el lugar apropiado, empujó a zoro dentro también y encendió la luz viendo que, por suerte, no había nadie en lo que parecía ser una habitación de invitados pues solo tenía una cama y una mesa. demasiada suerte. no perdieron más tiempo y volvieron a unir sus labios en un hambriento beso.

luffy abrazó la cintura del mayor y lo atrajo más a sí mismo pegando sus cuerpos con necesidad, luego bajando sus besos por el cuello del contrario, saboreando la bronceada piel, dejando deliciosas marcas dondequiera que sus labios pasaban sin vergüenza alguna, sin pensar siquiera en el mañana. el peliverde, en respuesta, juntó sus manos detrás de la nuca de su acompañante mientras dejaba salir jadeos y pequeños gemidos a la altura de su oído, para que solo él pudiera escuchar, dando un ambiente aún más íntimo. a luffy le encantó ese lindo detalle, decidió agradecerlo dándole más placer, volvió a encajar su pierna entre las de zoro acariciando su notablemente erecto miembro.

—dios, zoro, espero mañana no me odies.—suspiró luffy, pasando sus juguetonas manos por donde pudiera.

—¿p-por qué te...? mmm... ¿odiaría? —trató de formular el peliverde, sin poder evitar que los ruidos estuvieran de intrusos en su oración.