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6:15 pm.
Aún faltaban dos horas para que el restaurante cerrará, pero para Juan el tiempo se volvía cada vez más eterno y agotador. Los días previos al fin de semana solían ser muy largos para el, ya que tenía que trabajar el doble para poder cumplir a tiempo con todas las órdenes. Lo único que mejoraba sus días era que, últimamente, las personas que iban al Cubimotion era gente joven, así que podía gozar de nuevo chisme a gusto.
—¡Juan!
La voz de su jefe lo llamo, alargando la "a" para aplicar más énfasis a su insistencia. El mesero se disculpó con la pareja a la cual estaba atendiendo y sacudiendo su traje de empleado, fue hacia la cocina como si de un rayo se tratará.
—¿Mande?
—Juanito, aquí estás, que el pobre de Focus ya se estaba quedando sin voz. —la cocinera asomo su cabeza detrás del cuervo. Biyín lucia impecable, como si las horas y la constante presión no le hubiesen pagado factura. Qué envidia. —Estábamos pensando en darte un pequeño descanso.
—¿Están seguros? Hay mucha gente ahí afuera. —el preguntó con sorpresa, mirando por las pequeñas ventanas que adornaban las puertas moradas.
—No te preocupes, tu ya has hecho mucho, ve a descansar.
—Pero no andes de vago, que yo ya te conozco, eh. —el cuervo lo reprendió, pero el miembro más joven conocía ese tono cariñoso, así que se despidió y se fue a cambiar al baño del personal.
Estaba contento de sí poder ir a salir con sus amigos esa noche, Tanizen lo había invitado al bar del pueblo naranja, pero al no saber si iba a llegar a tiempo, no le respondió. Una vez ya con su ropa casual, agarro todas sus cosas y salió del establecimiento en camino a los portales del pueblo.
Hoy iba a beber hasta perder la consciencia.
🍫
—5 minutos tarde.
Tan pronto como su jefe negó con la cabeza y lo dejo entrar, el de anteojos corrió hacia la cocina para comenzar con su rutina.
—Si, lo siento, ¡trabajaré horas extra hoy!
Agradecía haberse ganado la confianza del cuervo, porque muy seguramente si no estuviera en su lugar, el otro lo despediría por no ser puntual. Conocía lo estricto que llegaba a ser con su negocio.
—¿Y Biyín?
Le extraño no ver a la rubia por ningún sitio, usualmente ella era la voz que ambientaba sus días.
—Tuvo que atender asuntos personales, hoy solo seremos tu y yo.
Juan no dijo nada al respecto, se guardó cualquier comentario sarcástico y agarro de los cajones las notas que la súcuba le había dejado el primer día cuando vio que el castaño tenía muchos problemas para memorizarse el paraje y los nombres de los platillos. Con eso en mente, comenzó a atender a los primeros clientes del día, contento de ver las caras familiares y personas que ya tenían su puesto "VIP" dentro del local.