Capítulo 1 - Tempestad

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Seattle, Presente.


 — Llegarás tarde a tu primer día Kathie! —mi madre grita.

Despierto. Oh Dios, me he quedado dormida. Salto de la cama a regañadientes y miro la hora, 6:50 a.m. Tendré que apurarme. Pateo unas botas que estaban en mi alfombra. Me apresuro y voy a la puerta, la abro y camino por el pasillo en pijamas, entro rápidamente a la ducha, abro el agua caliente y cae en cascada por mi cabeza y hombros. Me relajo un rato, luego me lavo el cabello.


15 minutos después ya estoy secándome el cabello con la toalla, lo peino y hago una trenza. Siempre llevo trenza, es mi peinado favorito. 

Me echo un vistazo en el espejo, me veo presentable para mi primer día. Cojo misjeans negros, mi camisilla de The Who, mi banda favorita y las converse negras. Me aplico un poco de lápiz para no parecer tan zombie y un brillo labial. Lista. Cojo la mochila y salgo disparada a la cocina. Miro mi celular y son las 7:25 a.m.


Mamá ya se encuentra en la cocina cuando bajo, le apretó suavemente los hombros y le doy un beso en la mejilla. —Buenos días. —le digo.

—Buenos días pequeña.— me dice cariñosamente, la adoro.

Ella es hermosa, lleva uno de sus pinceles atado a su cabello en una coleta.

Se la ve tan relajada con su vestido floreado y delantal de sus pinturas.

Tiene el cabello cobrizo, brillante y lacio, nariz respingada, ojos impactantes color miel, piel bronceada y con el paso del tiempo sigue conservando esa figura esbelta.


 La pregunta del millón es qué me pasó a mí.


Cabello negro, piel blanca como el papel, delgada como una tabla de surf, algunas pecas esparcidas por mi nariz, grandes ojos azules, bajita y boca pequeña.

Abro el refri, saco el zumo de naranja y lo tomo rápidamente. Miro la manzana roja de la cesta de frutas y rápidamente le doy un mordisco, temo que me la llevaré para el camino.

—Adiós mamá. —Le digo dándole un beso en la sien.

—Nos vemos en la noche. Y suerte en tu primer día. —Me dice dándome una de sus espléndidas sonrisas.

Asiento y me despido con la manzana en la boca. Salgo apresuradamente al garaje y me encuentro con mi menos preciada pertenencia.


Mi Dodge Charger 1968 que pertenecía a mi abuelo Jem, lo tengo desde el año pasado, pero aprendí a manejar a los 15 años gracias a mi mamá.

Arranco y sorprendentemente el motor no hace problema alguno.

Por el camino voy escuchando a Nina Simone cantando Feeling Good, comienzo el día sintiéndome bien.


Llego al Instituto a tiempo para ir a agarrar mis libros del casillero.

A primera hora tengo Matemáticas Avanzadas II con el Sr. Lincoln.

Entro al salón y tengo la suerte del mundo porque el Sr. Lincoln aún no está presente.

Suelto un suspiro de alivio y de flojera a la vez, necesito una sesión de sueño en mi cómoda cama.


Veo unos lugares vacíos en el medio del salón y me tiro en el asiento.

Coloco mis libros debajo  y me recuesto por el espaldero a mirar el techo.

ImpossibleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora