Brail Callen
Me encontré caminando sobre el largo camino de piedra hasta el bloque correspondiente dónde mis padres descansaban. Una vez allí me acerqué a sus nichos, acaricié la fría piedra de ambos y solté un gran y pesado suspiro. Van hacer dos años de mi pérdida y aún se siente extraño. Me siento sólo, perdido, confuso y vacío. Desde que partieron tuve que valerme por mi mismo a mis 17 años y ahora, con 19, sigue siendo jodidamente dificil buscarme la vida. Apenas llegaba a fin de mes, debía guardar parte de dinero la mayoría de las veces, utilizaba las mismas cuatro prendas de ropa y no hacían más que despedirme de todos y cada uno de los trabajos en los que conseguía estar a duras penas.
Mis padres fallecieron debido a un accidente de tráfico de vuelta a casa. Ambos murieron en el acto. Fueron unos días duros para mí y lo siguen siendo. Al principio, todo se siente cómo estar literalmente subido encima de una gran nube espesa en lo alto del cielo azul. No te enteras de absolutamente nada de lo que pasa a tu alrededor pero conforme los días pasan uno acaba viendo a lo que estaba acostumbrado y ahora le falta.
Me cerré por completo en mi mismo y en cómo sobrevivir. No tenía tiempo para nada más. Limpié ambas lápidas y las besé.
—Este mes tampoco ha sido tan malo, ¿sabéis?—murmuré arrodillándome junto a mi madre—intento dar lo mejor de mi día a día.
Mi corazón no para de quebrarse cada vez que visito este lugar. Una vez terminé con mi visita diaria puse rumbo al trabajo. Acomodé mi gorro colocándolo de la mejor manera posible y al llegar empujé la pesada puerta del establecimiento para así poder entrar pero justamente mi jefe lo hizo por mi y salió el mismo.
—Otra vez llegando tarde, Callen—comentó en alto como bienvenida.
—Sí, lo siento. Me ausenté.
—De eso nada, no te permito ni una más, Callen.
—¿Qué quiere decir? Vamos, no pasará más.
—No estoy de bromas. Terminaste, retírate—dicho esto, entró de nuevo en el establecimiento.
Me quedé cómo un estúpido ahí parado con las manos sobre mi cabeza. Las pasé una y otra vez frustrándome cada vez más.
—¡Joder!—grité en vano.
Me di la vuelta preparado para irme de allí. Genial, otro trabajo del que me echan. No sé cómo voy a mantenerme si sigo así. Si hay algo ahora mismo en mi persona que está mal es la dedicación y no sé por dónde empezar para poder remediarlo.
En ese mismo instante crucé miradas con una chica la cual se encontraba en el otro lado de la calle. Era temprano y sólo estaba ella. Por la forma en la que me miraba pude notar cómo me juzgaba o al menos eso quise pensar. Metí las manos en mis bolsillos y comencé mi camino de nuevo dando fin al contacto visual.
Hoy fue uno de esos días en los que me percaté de que realmente estaba sólo y nadie podía remediarlo.
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Pompeya
RomancePompeya, una ciudad romana desarrollada y sofisticada, quedó enterrada bajo metros de cenizas y piedra pómez después de una catastrófica erupción del monte Vesubio en el año 79 d.C... según Wikipedia, esto se adapta perfectamente para ellos.