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En aquel departamento, la única iluminación era aquella tenue luz amarilla que se emanaba desde la cocina, aquello que era acompañado por un sin fin de gimoteos que resonaban junto con el salvaje choque de pieles.

— ¡Oh, más! —suplicó el menor, y claro que YoonGi cumplió la petición de su amante, golpeando duramente contra JiMin, obteniendo a cambio más gritos gustosos.

El menor se encontraba tan cansado por todo lo recibido, pero aún así, deseaba llegar a un límite nunca antes experimentado, aferró sus piernas a las caderas de su acompañante, sintiendo la profunda intromisión que Min le brindaba, mientras apoyaba una de sus manos sobre la barra y la restante en uno de los brazos del mayor, echando su cabeza hacia atrás.

— Sólo un poco más, amor. —susurró YoonGi, sintiéndose próximo. JiMin se dejó hacer, satisfaciendo a su mayor. Soltaban gemidos entrecortados, ambos cuerpos pedían su propia liberación.

Se sentían tan completos, tomando cada parte del otro como suya, fundiendo sus cuerpos para volverse uno. De manera pronta, un grueso jadeo se dejó escuchar de la boca del mayor, mientras el otro sentía sus paredes ser llenadas deliciosamente por aquel caliente líquido de su amante. A su vez, este soltaba el último gemido agudo de la noche, liberándose sobre ambos vientres no sólo semen, sino también restos de orina, debido a la sobre estimulación recibida durante toda la noche.

Aquella gran noche.

Amaneció con total dolor por todo el cuerpo, las horas que durmió parecían no haber sido suficientes para JiMin, sin embargo, al recordar la noche anterior, sonrió complacido

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Amaneció con total dolor por todo el cuerpo, las horas que durmió parecían no haber sido suficientes para JiMin, sin embargo, al recordar la noche anterior, sonrió complacido.

— Tal vez el sufrir un poco valió la pena. —soltó una leve risa que luego fue acompañado por un jadeo sorprendido cuando vi salir a su mayor del baño privado que su habitación poseía.— Yoon.

— Hola, precioso. —cubierto sólo por una toalla a la cintura, el pelinaranja miró al menor alzando las cejas por un momento mientras terminaba de cepillarse los dientes.

JiMin experimentó una sensación nueva, ¿por qué mierda se calentaba por un simple saludo de buenos días acompañado de un apodo? Sintió su hombría despertar, bajó la mirada a su entrepierna cubierta por la sábana que lo abrigaba alarmado, siendo seguido por la mirada de su mayor. Una risa se escuchó en la habitación.

— ¿A Jim no le bastó con lo de ayer? —vio a su menor asentir de manera sumisa, mientras tomaba su pene con la intención de darse satisfacción a sí mismo, gimiendo al sentirse tan duro.— Oh no, pequeño, quiero tus manos quietas, déjame el trabajo a mí.

Se acercó a su amante, y gracias al descubrimiento de los juguetitos de su chico, tomó dos pares de esposas. Luego de un momento, las manos de JiMin se encontraban inmóviles debido a que se encontraban esposadas a cada extremo de la cama. Y este, no hacía más que moverse inquieto por el cuerpo que se encontraba encima suyo.

— Deja de ponerme caliente, deja de moverte, Park. —demandó Min, abofeteando descaradamente al menor, recibiendo un gemido como respuesta.

Las piernas abiertas de JiMin pronto se cerraron de golpe debido a unos traviesos dedos que se adentraron en él. YoonGi se encontraba mirándolo fijamente mientras abría se paso con sus dígitos entre las paredes de su chico. Se sintió desfallecer cuando su punto fue encontrado de manera inmediata, gimiendo gustoso y cerrando los ojos.

— Mírame. —la petición de Min hizo que JiMin negara, por lo que aumentó un dígito en la entrada del menor, torturando a su amante.— Te dije que me mires.

Sin poner más resistencia, Park miró a su mayor, gimiendo alto por el delicioso movimiento que este le brindaba en su interior.

— Buen chico. —se sintió complacido por ser obedecido, el movimiento de su mano progresivamente iba aumentando, teniendo a un JiMin desesperado por aquellos toques.— Vamos, di lo que deseas.

— Deseo... —la intromisión en su interior le nublaba los sentidos. Apoyó una de sus manos en el brazo derecho de Min a la vez que tomaba aire por la boca e intentaba formular una oración.— Deseo que me folles hasta que mi voz se quiebre por no poder soportar más del placer que me das, házmelo tan duro como puedas.

YoonGi sonrió complacido por conocer esa nueva faceta sucia del menor. — Tus deseos son órdenes.

No dudó en ingresar su pene en el orificio a su disposición, apoyó sus brazos a cada lado de los brazos extendidos de su chico y comenzó con el rápido vaivén, llegando inmediatamente a sus oídos agudos gemidos del de cabellera negra.

Sus movimientos eran tan precisos que no demoró en encontrar por enésima vez el punto del menor, poniendo esmero en cada embestida que daba.

— ¡Sí, YoonGi! —se deleitó Park al sentir toda la extensión de su pareja profanando su interior.

— Mierda, lindo, me recibes tan bien. —el mayor buscó una mejor posición para ambos y siguió con su labor. 

La mañana que era fría y silenciosa, ahora era sumamente caliente y mucho más que ruidosa. Cada grito que JiMin soltaba era más alto que el anterior, sintiendo el éxtasis nunca antes experimentado. Los chorros de semen eran esperados luego de una jornada ardua, ambos sintiéndose cansados pero totalmente complacidos por el trabajo realizado.

Park gimió rendido mientras sentía sus muñecas ser liberadas de las esposas, YoonGi las dejó en la mesita de noche a su lado para tomar el empaque de toallitas húmedas y limpiar con cuidado al menor. Posterior a ello, hizo lo mismo con él mismo y finalizado todo, se acostó junto al menor, tomándolo por la cintura y mirándose mutuamente, diciéndose de todo con aquel cruce de miradas.

— Buenos días, Gigi. —susurró JiMin mientras adormilado sentía las caricias de su pareja en su mejilla.

— Buenos días, dulzura. —correspondió YoonGi al saludo, dejando un beso en la pequeña nariz de su chico. 

Sonrieron satisfechos de tenerse de todas las maneras posibles a partir de aquel momento. No permitirían que nada ni nadie los vuelva a separar, pues ellos se pertenecían mutuamente. Y si la vida quiso que ocurra de nuevo, ellos estuvieron ahí, tomando la oportunidad. Porque al mirar a su alrededor, se dieron cuenta que eran los únicos que no se habían ido de la vida del otro.






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RIGHT HERE |YOONMIN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora