3.

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Faltaban horas para el día de mi graduación. Todo estaba perfectamente listo para uno de los momentos que más anhelaba en mi vida.

Escogí llevar un vestido color celeste que acentuara mis curvas, lo compré estando en la ciudad con Rosé y Lenna. Últimamente la pasábamos juntas, por primera vez en un tiempo nuestros horarios coordinaron para estar juntas con nuestra hija y lo agradecía.

Julian y yo manteníamos comunicación a través de mensajes u llamada, nada muy ostentoso. Él estaba ocupado y yo también... Aunque él no debía saber exactamente en qué yo estaba ocupada.

—¡Dios, sí!

Los movimientos circulares que hacía me volvían loca. Era como si bailara dentro de mí sabiendo exactamente los pasos de baile que debe hacer.

—Rosé— Rosé, me llamo Rosé.

Vi la sonrisa de la muy maldita con sus ojos marrones puestos en mí. Rodé los ojos y los cerré para concentrarme en el placer que me daba.

No, Julian no tenía que saber nada de ese, corrijo, esos maravillosos momentos.

—Este vestido te queda fantástico, cariño. Luces como una princesa. — Miré a mi mamá a través del espejo. Su sonrisa era espectacular, ese brillo me demostraba lo orgullosa que estaba de mí.

—Rosé me dijo lo mismo en la tienda aquel día. — Sonreí recordando aquel día. Se podría decir que nos besamos en el vestidor mientras Lenna pensaba si llevar una mochila verde o morada.

Noté la mirada inquisitiva de mi mamá en mí.

—Pasas mucho tiempo con Rosé últimamente.

—Es por Lenna, mamá. — Mentí.

—Seguro ¿Y cuándo te vas a media noche y regresas en la mañana con la ropa arrugada y el cabello desordenado también es por Lenna?

Sentí el pánico recorriendo mi cuerpo en menos de 10 segundos. Abrí mis ojos totalmente horrorizada mirando a mi madre, quién no quitaba en ningún momento cambió su postura.

Después de aquella noche en la ciudad y el visitar su empresa, Rosé había cumplido perfectamente con su palabra. No hablábamos de nuestra relación sentimental, solo de Lenna, cenas para charlar e idas a su cama para saciar nuestros deseos.

Sabía que ella quería ir más allá de lo que teníamos cuándo en las mañanas me iba sin decir mucho. No desayunaba en su casa. Trataba de no confundir las cosas, sabiendo que ella y yo estábamos más que confundidas. Apenas su boca dijese lo que sus ojos gritan cada vez que la veo, sé que caeré por ella una vez más. Así que prefiero evitar aquello.

Evitar estar con la persona que me hizo mucho daño en un pasado.

—Tengo veinticuatro años y—

—Y Rosé veintinueve, saben lo que están haciendo, bla bla bla. Créeme que no quiero detalles de eso. Te lo repito, Jennie. Las cosas no saldrán lisas. En este tipo de cosas siempre alguien sale lastimado.

—Julian no se va a enterar de esto. — Suspiré. Mi mamá gruñó, tomándome de los hombros y girándome para mirarla frente a frente.

—Capaz Julian no se entere de esto, se casen y sigan felices pero ¿Sabes el daño que provocarás en Rosé? Va a estar toda su vida conviviendo con ustedes por Lenna, con el vacío y el sentimiento de haber creído que estarían juntas.

Ella tenía razón. Alguien saldrá herido de toda la situación. Mi cabeza entró en algún tipo de bucle imaginándome todos los posibles escenarios de Rosé teniendo que soportar el futuro entre Julian y yo. Rosé estando con otra mujer. Lenna quedándose en casa de Rosé y su mujer mientras que Julian y yo estábamos solos en casa. Julian, Lenna y yo en casa mientras Rosé estaba a solas con su mujer tocándola y besándola.

feroz [chaennie]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora