¡ 12 ⚝ guardia !

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— ¿Deberíamos llevar una olla también? —interrogó Hyunjin.

— Probablemente. La de los fideos la rompió Minho-hyung cuando nos visitó la última vez —comentó Jeongin sin detener su lento caminar por el pasillo de la tienda, observando detalladamente sus alrededores.

— ¿La rompió?

— Bueno, realmente se la lanzó a una cucaracha —Jeongin le explicó al azabache y este le miró con cómica sorpresa.

— Con razón veía que la pared estaba hundida.

Jeongin rió suave mientras dejaba los platos de porcelana que había estado viendo en su lugar.

Luego de un accidente no tan accidental en el departamento de la pareja que involucraba a un Jeongin lanzándole un par o dos de platos de porcelana desde el quinto piso de su edificio a una muchacha que —además de llamarlo marica— se le insinuó descaradamente a su novio, era completamente necesario salir en busca de un nuevo juego de platos y tazas para reemplazar los anteriores.

Principalmente porque Jeongin ya no tenía platos que arrojarle a la tipa hueca de los pisos de abajo.

Ir de compras con su novio era algo que el pelinegro realmente disfrutaba. Eran de las pocas cosas de pareja que podían hacer sin recibir ningún tipo de comentario inadecuado o momento incómodo por una u otra razón, ya sea porque no parecían una pareja real o simplemente porque cada persona parecía más entretenida en sus propios asuntos por primera vez en la vida.

Podían vagar por los pasillos, tomarse de los meñiques discretamente, comer, reír... Era una sensación de comodidad verdaderamente placentera.

Se sentía bien llegar a casa con unas cuantas bolsas, mientras, se quejaban juntos de lo caro que era todo con la economía actual como la pareja de jóvenes ancianos que eran.

Era hogareño y agradable. Lo mejor de lo mejor si le preguntabas a Jeongin.

— Encontré un plato que tiene un gato dibujado... uno muy horrible —comentó Hyunjin desde el pasillo donde estaba con una expresión disgustada y asombrada al mismo tiempo.

Jeongin rió de su expresión ya que —aunque no podía verlo— ya se imaginaba su rostro por tal arte abstracto que habría encontrado, el pelirrojo negó con su cabeza, divirtiéndose de la actitud infantil de su pareja, a la vez que colocaba el plato que tenía entre sus manos en su lugar correspondiente.

Pero —cuando el objeto estaba a punto de quedar junto a los demás— un pequeño cuerpo que pasó a toda velocidad hizo que Jeongin perdiera el equilibrio por unos segundos. El objeto frágil casi cayó directo al suelo, pero los buenos reflejos del pelirrojo aparecieron a tiempo y logró sostenerlo en su momento decisivo. No obstante, a menos de dos metros de distancia, se escuchó como otra de esas piezas de porcelana se quebró contra el suelo.

Mierda.

Jeongin miró hacia un lado, haciendo un efímero contacto visual con el malvado niño que luego de tirar aquello con su irritante hiperactividad salió huyendo muy lejos. Pocos segundos después Hyunjin apareció por el inicio pasillo, preocupado por el pelirrojo.

— ¿Qué pasó? —preguntó el pelinegro mientras se acercaba al más bajo.

— Nada, no te preocupes —contestó el menor a su pareja con un suspiro de por medio—. Un niño tiró unas cosas y...

— ¡Usted, el pelirrojo, quédese allí!

Ambos jóvenes miraron hacia el origen del llamado, notando así a aquel gran y robusto guardia de seguridad que se acercaba a paso rápido y con un rostro poco amigable. Hyunjin, por inercia, se colocó ligeramente frente a Jeongin mientras que este último miraba al guardia con una ceja enarcada.

── lion !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora