¡ O3 ⚝ repartidor !

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En un día normal en la empresa, Jeongin se encargaba de llevar a cada director y líder de equipo la notificación de la reunión semanal, pasando por todas las oficinas correspondientes para dejar el mensaje hasta llegar a la del elegante director Hwang.

— La reunión iniciará en una hora —anunció Jeongin luego de leer una agenda, mirando con porte serio a quien sería uno de sus jefes.

— Perfecto —contestó Hyunjin tranquilo mientras daba una vuelta en su silla giratoria cual niño pequeño—. Eso significa que tengo tiempo para comer.

Jeongin enarcó una ceja, cambiando de su semblante serio a uno confundido.

— ¿Acaso no comiste? —preguntó en informal, pasando de su papel de pasante responsable al de novio protector, a lo que el mayor se quedó en silencio—. Te hice el almuerzo de hoy.

El tono con el que las palabras del menor salieron, hicieron temblar a Hyunjin.

— Lo sé, pero... lo olvidé.

El castaño rodó los ojos.— Por supuesto —soltó Yang con sarcasmo en un suspiro que denotaba su molestia—. Porque claramente puedes dejar el almuerzo que guardé en tu bolso. Claro que sí.

El pelinegro palideció.— B-bueno, es que también olvidé mi bolso.

Instantáneamente después —y convenientemente para el castaño— la secretaria del director entró.

— Director, dejó su bolso en mi escritorio sin querer —afirmó la fémina, inocente de la situación, mientras que con una reverencia entregaba el objeto y se iba poco después.

Jeongin, en cuanto la mujer se retiró, colocó una expresión que puso a Hyunjin con la piel de gallina.

— ¡O-oh! ¿De verdad lo hice? Vaya, que despistado soy —afirmó entre ligeras risas nerviosas, razón por la que el  menor bufó.

— Este pequeño malagradecido, todo porque no le gusta el spaghetti —murmuró Jeongin entre dientes a la vez que poco después se daba la vuelta para salir a paso firme.

Hyunjin se permitió respirar sólo en cuanto el menor abandonó el lugar.

— Debí haber dicho que se lo dí a un vagabundo.

El pelinegro chasqueó la lengua y negó con la cabeza mientras guardaba esa excusa para la próxima vez.

¡ ☁︎ !

Jeongin estaba en su pequeño puesto de trabajo, organizando un par de carpetas y contratos que debía revisar, cuando vió como un azabache pasó rápido frente a su escritorio. Alzó la vista y se fijó en como el director Hwang iba apresurado a recibir a un repartidor de comida rápida.

— ¡Wow! Eso fue rápido —exclamó emocionado el pelinegro mientras tomaba algunas de las bolsas—. Gracias~ —canturreó al final.

Pero por andar de emocionado se le cayó el dinero que debió haberle entregado al chico de la comida. Hyunjin se disculpó, de inmediato dejó las bolsas en el mostrador de la recepción y se agachó para tomar el dinero.

Jeongin estaba dispuesto a continuar su labor al ver que no ocurría nada realmente importante, pero de reojo logró notar como aquel repartidor estaba dejando su mirada en un lugar donde claramente no debía ir.

Por mucho tiempo.

Demasiado realmente.

— Aquí está el dine...

— Director Hwang.

Hyunjin se giró un poco sobre su propio eje para ver al castaño que se acercaba con aspecto despreocupado, pero elegante de alguna extraña manera.

— ¿Qué ocurre, Jeongin-ssi?

Jeongin miró momentáneamente al descarado repartidor para luego ver a su jefe.

— El señor Park Seonghwa quiere que vaya a la comisaría, necesita un testigo para la denuncia de acoso sexual.

— ¿Seonghwa? ¿Está denunciando? —Hyunjin no estaba captando del todo, cosa que Yang agradecía en demasía, todo lo contrario del repartidor, quien de inmediato posó su vista por encima de la cabeza del ejecutivo.

Su piel se había vuelto tan clara que hacía reír a Jeongin al compararla con la de Gasparín.

— Un tipo le estuvo mirando el culo...

— Lenguaje.

— Lo siento —se disculpó Jeongin, carraspeando después en un intento de ignorar la mirada de Hyunjin sobre él—. Pero sí... era eso.

Hyunjin soltó un Wow antes de asentir y volverse a girar.

— Ah, sí —recordó el castaño al ver al extrañamente pálido repartidor—. Muchas gracias.

El director le entregó el dinero, tomó las bolsas de comida y se retiró, dejando al castaño de mirada oscurecida con el repartidor.

— Hey, tú —llamó Jeongin luego de unos segundos, ganándose la atención del muchacho—. ¿También quieres una denuncia por acoso sexual? Deja de verle el culo tan descaradamente a la gente y lárgate.

La voz del castaño se había vuelto profunda e iba con una clara cantidad de acidez en su timbre que hizo que el repartidor sólo tomara sus cosas muy rápido para irse luego de hacer una reverencia y pronunciar un tembloroso Lo siento.

Jeongin bufó con rabia cuando lo vió salir, razón por la cual la recepcionista rió ligeramente.

— ¿Y tú de qué te ríes, eh?

La chica de inmediato guardó silencio, mirando muda como el castaño se iba con pasos fuertes y una nube de pesadez sobre sus hombros.

— Parece un león —afirmó en voz alta la mujer, con una ligera risa, para después continuar con su trabajo como si nada.

── lion !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora