¡ 15 ⚝ novio !

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En una —relativamente grande— oficina de un edificio de cierto prestigio en Seúl, el silencio era lo que consumía a aquel muchacho azabache que parecía que su mente iba a explotar pronto si no encontraba una pastilla para la migraña.

¿Qué puedes hacer cuando tu relación depende de un hilo? Cuando todo puede acabar por unas pocas palabras equivocadas, acciones atrasadas y sentimientos poco expresados, bajo esas circunstancias, ¿qué podemos hacer?

Eso era lo que se preguntaba Hyunjin mientras estaba en su oficina con su vista perdida en algún lugar aleatorio del lugar y la punta del bolígrafo en sus manos, dando certeros golpes en su escritorio que resonaban —y quizás intensificaban— aquel dolor en la parte de adelante de su cabeza que siempre salía a la luz cuando se encontraba exageradamente estresado.

Luego de la discusión con Jeongin las cosas estaban tensas, lo suficiente como para que el pelirrojo incluso se fuera a vivir por unos días con Seungmin y Minho, muchachos que consideraba sus amigos más cercanos. La imagen de Jeongin recogiendo sus cosas mientras le decía que necesitaba unos días para sí mismo parecía querer matarlo.

Ni siquiera parecemos pareja, ¿por qué debería tratarte de esa manera?

Esas palabras lo habían marcado y no dejaban de repetirse de forma molesta e insistente en su cabeza una y otra vez luego de cinco días.

Como novio estaba del lado de Jeongin. Habían permanecido escondidos por dos años, setecientos treinta días y algo más, cubriendo su relación por diferentes razones, siendo la mayoría laborales, sociales o un poco tontas, ¡era normal que estuviera harto! Si fuera por él lo tomaría de la mano, lo abrazaría, mimaría y besaría frente a todos sin importar qué.

Pero como compañero estaba de su propio lado. Él quería lo mejor para Jeongin, y decir que eran novios iba a afectarlo de muchas maneras, principalmente por el típico Entró por conexiones que le dirían tanto en la oficina como en la universidad. El pelinegro temía que atacaran a su novio con comentarios como ese.

Dios, que complicado todo.

Su plan había sido arruinado completamente simplemente con las conclusiones apresuradas del CEO Bang y la falta de negación de su parte, porque vamos, todos sabemos que la culpa no era sólo de aquel hombre que había asegurado una pareja en específico cuando uno de los dos involucrados tardó en desmentirlo adecuadamente.

Hyunjin tenía planeado sacar su relación a la luz primero con sus compañeros más cercanos, un grupo reducido y casi precisamente seleccionado, luego quizás se lo diría al resto de la oficina y por último se iría a la terraza del edificio para gritar que su novio era muy bonito y que lo amaba tanto que podría llorar.

Ese era su plan, su objetivo.

No obstante, ni siquiera logró hacer bien la primera parte del plan por aquel profundo, molesto y amargo temor de ser rechazado. Y ni siquiera era porque lo rechazaran a él, a Hyunjin le importaba una mierda si comenzaban a despreciarlo por amar, su problema era cuando el desprecio iba hacia Jeongin. Él no merecía algo como eso en lo más mínimo.

Hablando de él...

— Director, estos son los informes del equipo tres.

El ambiente se volvió tenso cuando Hyunjin alzó su mirada y se encontró con los ojos oscuros y brillantes de su pelirrojo favorito, ojos que lo observaban con seriedad, toda la que necesitaba para un trabajo eficiente como de costumbre, pero al mayor no le agradaba esa versión eficiente que sólo le dejaba documentos para revisar o firmar, el que servía de mensajero y que siempre se iba antes de que pudiera decir algo más.

Jeongin había dejado de hablarle de manera informal desde ese bendito viernes donde quizás si hubiese dicho algo como Adivinanza; es pelirrojo y muy bonito, ¿qué es? Mi novio, todo sería diferente. Ahora el menor sólo se refería a él como Director Hwang.

¿Amor? ¿Cariño? ¿Cielo? ¿Hyunnie? Bah, esos apodos no iban a volver a salir de los labios de Yang por algo de tiempo.

Por otro lado el azabache quería pegarse un tiro cada que Jeongin sólo lo iba a ver para cuestiones laborales imprescindibles.

Director Hwang, necesitan que firme esto.

Director Hwang, estos son los documentos del equipo dos.

Director Hwang, estas son las propuestas para los pósters de celebración.

Director Hwang, estas son las ubicaciones para las fotos que me pidió.

Director Hwang, estos son los números de los CEOs que quieren hablar con usted.

Director Hwang, Director Hwang, Director Hwang...

— Director Hwa-

— ¡Me llamo Hyunjin, maldita sea!

Aquella exclamación salió desde lo más profundo de su garganta, burbujeando en desacuerdo a la vez que, en sincronía, se había levantado de su asiento con brusquedad, y todo eso fue la razón de su rostro colorado de la vergüenza cuando notó que quien estaba frente a él no era el pelirrojo que le tenía la cabeza vuelta un lío, sino un, entre confundido y sorprendido, Seungmin que se encogió un poco en su lugar ante la inesperada reacción de su superior.

— ¿Necesita un momento o...?

Hyunjin tosió para llenar el incómodo silencio.— No, lo siento, creí que eras alguien más —explicó Hyunjin avergonzado para al final carraspear un poco más y regresar a su puesto—. ¿Qué ocurre?

Seungmin inhaló y exhaló suave antes de decir.— El CEO pregunta que si usted va a dar el discurso de este año en la cena de la empresa.

¿Cena? Oh, no, gracias. Hyunjin ya había tenido suficiente de eso.

El pelinegro, por educación, se abstuvo de responder de forma negativa de inmediato, en su lugar se ocupó de leer vagamente algunos puntos claves del folleto que Seungmin le había entregado mientras hablaba.

Ese sábado sería la fiesta aniversario de la empresa, y como de costumbre él debía participar de una u otra manera. Pero no, ese año no tenía ganas. Le devolvió el folleto al contrario, quien lo tomó sin rechistar, quedándose allí de pie en espera de una pronta respuesta.

Hyunjin ante ello suspiró.— No tengo ganas de hacerlo —confesó mientras que, de nuevo, jugaba con la punta de su bolígrafo, tocando con esta los objetos que decoraban su escritorio.

— Yo digo que debería —comentó Seungmin, más para sí mismo que para el director frente a él, quien le miró con una ceja enarcada—. Bueno, realmente
no me preguntó, pero...

— ¿Por qué crees que debería hacerlo?

Seungmin parpadeó dos veces de forma cómica ante la repentina interrogante.— Es que usted sabe qué decir la mayoría de las veces, así que...

¿Yo? ¿Saber qué decir? Oh, Dios, Seungmin cuéntame otro chiste, este me está matando de la risa.

Esas hubiesen sido las palabras que habría dicho Hyunjin de no ser por la sonrisa honesta del muchacho más joven.

— Lo pensaré —acabó respondiendo el de apellido Hwang a lo que el menor se retiró diciendo un sencillo Está bien con una sonrisa.

Y, cuando Seungmin se fue, Hyunjin regresó a un nuevo enredo mental.

¿Debería siquiera aceptar dar el discurso? Es decir, en su mente no cabía otra cosa que el pelirrojo que permanecía ignorante de la ansiedad que le estaba causando, ¿cómo se suponía que iba a hablar de algo diferente a él? Esa era la pregunta que atormentaba a Hyunjin cuando una aparente solución llegó tan de repente a su mente.

¿Era arriesgado? Por supuesto que sí.

¿Era una locura? Probablemente.

¿Podría cagarla aún más? Obviamente.

Pero por Jeongin estaba dispuesto a correr ese riesgo.

— Hey, Tzuyu-ssi —comenzó a hablar el azabache luego de pulsar el botón en el teléfono que abría la comunicación entre su escritorio y el de su secretaria—, necesito que me ayudes a redactar un discurso.

Un riesgo muy alto.

── lion !Donde viven las historias. Descúbrelo ahora