Capitulo 2 Encuentro en la oscuridad

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Me encontraba con la anciana Kaede cuando Sesshomaru llegó con una expresión de preocupación o quizás temor. Si él estaba así, debía de haber algún motivo grave.

Comenzó a hablar con la anciana y reveló que Harumi se había caído al pozo. Sesshomaru buscaba ayuda desesperadamente para recuperar a su hija.

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En ese momento, el aire en la pequeña cabaña de la anciana Kaede se volvió más denso. Las arrugas en su rostro parecían profundizarse mientras escuchaba a Sesshomaru relatar la tragedia que había ocurrido. Harumi, la niña de risa contagiosa y ojos curiosos, había caído al pozo. El mismo pozo que había permanecido sellado durante años, ocultando secretos y misterios.

Sesshomaru, por lo general imperturbable, mostraba una preocupación que no podía ocultar. Sus ojos, normalmente fríos como el hielo, ahora reflejaban angustia. ¿Qué había sucedido? ¿Cómo podía su pequeña estar atrapada allí?

La anciana escuchó atentamente, sus manos arrugadas apretadas en su regazo. No necesitaba preguntar; conocía la gravedad de la situación. Harumi era especial, una mezcla de dos mundos, y su desaparición afectaría a ambos.

Después de un tiempo, la anciana Kaede, con tristeza en sus ojos, le comunicó que no había nada que pudiera hacer.

Anciana Kaede: “Sesshomaru, no puedo ofrecerte falsas esperanzas. El pozo es un enigma. No puedo traerla de vuelta.”

Sesshomaru asintió, pero su mirada seguía fija en el suelo. La impotencia lo envolvía. ¿Cómo podría enfrentar la idea de perder a su hija? ¿Cómo podría vivir con la incertidumbre?

Sesshomaru se marchó resignado, su rostro reflejando preocupación y angustia.

“… Ten por seguro que te encontraré. No importa cuánto tiempo lleve. No importa qué obstáculos deba superar. Te traeré de vuelta conmigo.”

La anciana Kaede observó al hombre alejarse, su figura desvaneciéndose entre los árboles. ¿Cómo podría un padre desgarrado por la ausencia encontrar a su pequeña en ese abismo de incertidumbre?

Con el transcurrir de los días, el joven de orejas puntiagudas frecuentaba el pozo, observando siempre la figura triste y solitaria de su hermano. Aquel que en tiempos pasados era radiante y lleno de felicidad junto a su familia, ahora se encontraba recargado en el pozo, perdido en un trance sin sentido del tiempo. La mayoría de las veces, se despertaba sobresaltado, gritando y buscando a la niña que tiempo atrás había desaparecido en ese mismo lugar. Se lamentaba y pedía perdón a su amada, quien, al igual que su hija, se había esfumado.

En ocasiones, se quedaba junto al pozo, acompañando a esa figura solitaria, esperando algún cambio, alguna señal. Tal vez Harumi aparecería, como solía hacerlo ella antes de su partida.

I: “Espero que estés bien, Harumi.”

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En un lugar oscuro y solitario, una pequeña figura se acurrucaba junto a una pared. No había ruido, ni señales de su padre o de alguna otra persona.

Harumi: “¿Papá? ¿Dónde estás?”

La ansiedad crecía en la pequeña niña. Quería llorar, pero recordaba las palabras de su padre: si lloraba, él se alejaría y ella quedaría sola. Aunque esas palabras habían sido pronunciadas hace años, las recordaba con claridad. Por eso, nunca lloraba frente a otras personas. Pero ahora, en su soledad, las lágrimas comenzaron a caer, rápidas y silenciosas.

Harumi: “¡Sáquenme de aquí! Ayuda, por favor. Papá, ven por mí. Prometo no llorar de nuevo.”

El silencio se apoderó del lugar una vez más, hasta que, poco a poco, Harumi escuchó pasos acercándose. Sin reconocer a quién pertenecían, el miedo la invadió. Pero la esperanza de salir de allí la impulsó a gritar con todas sus fuerzas.

La Hija De SesshomaruDonde viven las historias. Descúbrelo ahora