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La vio de pie frente al altar y sonrió a pesar de si mismo, pues el vestido blanco de novia que llevaba le quedaba perfecto. Su largo cabello negro había sido meticulosamente arreglado.

Se había repetido una y otra vez que aunque no fuese con él, lo importante era la felicidad de ella. Aunque eso no era más que una gran mentira, pues sabía muy bien que ella se casaba solo porque los intereses de su padre así lo exigían.

Le dolía, y le dolía mucho, que la mujer de la que ha estado enamorado la mitad de su vida se estuviera casando con otro. Lo peor de todo es que ella no amaba a su "casi" esposo. Ella al igual que él, estaba sufriendo en silencio porque su amor fue truncado. Y se odiaba así mismo porque a pesar de sus esfuerzos nunca pudo ser suficiente para el progenitor de ella.

Estaba tan absorto en sus pensamientos que no fue conciente de lo que pasaba hasta que le tomaron de las manos. Entonces vio a la mujer, –que treinta minutos antes estaba en el altar a punto de atar su vida a una mentira –justo frente a él. Ella lo veía expectante, y una sonrisa nerviosa se dibujaba en su rostro. No supo qué había pasado así que quiso preguntar, pero no pudo emitir sonido alguno por lo que carrapeó antes de volver a intentarlo;

—¿Qué p...

—Vamos Naruto, dile a Sagiri que es verdad que también me amas. Dile, por favor. No dejes que me case con él. No lo permitas. Tienes que decirle que te pertenezco solo a ti.

Naruto tomó las manos de la mujer entre las suyas, estaba a punto de confirmar lo que ella decía mientras daba un paso adelante pero le fue imposible porque alguien más tiró de su brazo izquierdo hacia atrás, tan repentinamente que le hizo perder el equilibrio haciéndolo trastabillar. Escuchó su voz, acusatoria y molesta. Esa voz que estaba presente en su vida hace un par de meses atrás. La voz que le recordaba porque no podía hacer lo que quería, la que lo condenaba a una vida que no quería. La persona detrás habló fuerte y claro;

—No te atrevas. Si lo haces ¿qué crees que diría mi padre? ¿Vas a romper tu promesa? ¿Me dejarás sola a la primera oportunidad?

Naruto resopló enojado. La promesa, esa absurda promesa. Sino fuera por eso, ahora podría huir de ahí con la mujer que siempre ha amado. Quiso darse vuelta para enfrentarla pero su amada se aferró a él con desespero. —Naruto, por favor, ya no pierdas el tiempo. Tú me amas, me amas solo a mi. Dilo, dice lo a todos aquí. Naruto Namikaze Uzumaki siempre ha amado a...Su voz se cortó, y presa de las emociones se soltó a llorar.

Las personas que estaban ahí para presenciar la boda estaban atónitas ante semejante escena, y muchos comenzaron a alzar la voz injuriando. Naruto no prestó atención a su alrededor, solo le importaba ella, tomó su barbilla en sus manos, levantando su cabeza gacha para verla a los ojos. Esos ojos verdes que hacían juego con las esmeraldas de su collar. Ella lloraba desconsolada, con la cara llena de lágrimas y mocos, pero antes de que pudiera calmarla sintió algo húmedo en la cara. ¿Qué rayos estaba pasando? La cosa húmeda pasó por su cara otra vez y de pronto escuchó ¿un ladrido?

Pero Naruto se negó a abrir los ojos,  la mujer ya no se aferraba a él ni lloraba. Ahora lo veía con ira y desaprobación. —¿Así que la prefieres? ¿Te divierte jugar a la casita con esa tipa? Me dejaste a mi  suerte. Al parecer, tu amor por mi no era tan grande.

La mujer se alejó de él caminando de nuevo hacia el altar del brazo de su futuro esposo.

—No, no, no, noooo.

Los ladridos se hicieron más fuertes y Naruto despertó de golpe. Con la frente llena de sudor y la respiración agitada, le tomó un minuto darse cuenta dónde se encontraba. Había un gran pirineo en la cama, que lo veía preocupado.

—Está bien Akamaru, no es nada.

Naruto acarició al perro antes de ponerse en pie. Akamaru saltó de la cama y fue siguiéndolo al baño mientras movía felizmente la cola. Habían pasado tiempo sin verse. Desde la boda de Naruto, o más específicamente, hace tres meses.

Naruto era amigo de Kiba Inuzuka. Y antes de que se casara, era su roomie. Se conocieron en secundaria y aunque al principio no se soportaban, con el tiempo su amor por los animales los hizo cercanos. Kiba tenía a su gran pirineo y Naruto tenía a su shiba inu. Como tenían cierta experiencia cuidando a sus perros, en la preparatoria trabajaron juntos en un refugio de animales los fines de semana.

Al llegar a la universidad las cosas se complicaron, pues el salario del refugio no era suficiente para saldar sus gastos. Así que empezaron a buscar empleo nuevamente. Kiba llegó un día diciendo que había conseguido algo como chófer suplente en una "casa gigantesca". Ya que Naruto no podía encontrar nada, Kiba le dijo que podían ir juntos al siguiente día y preguntar si había algo para él. El mayordomo, –un hombre de tez morena, ojos marrones, patillas largas y barba– los saludó.

Kiba le explicó la situación, su amigo necesita encontrar trabajo para poder pagar el alquiler. El mayordomo que respondía al nombre de Asuma Sarutobi, les dijo que lo único que podía ofrecer era ocuparse del jardín, pues la señorita Hyūga estaba de vacaciones y no había nadie que se ocupara de sus niñas. Evidentemente Naruto acepto el empleo, poco se imaginaba lo que su vida cambiaría debido a ello.

Fue así como "gracias" a Kiba, Naruto conoció a su ahora esposa;
Hinata Hyūga. Hija de Hiashi Hyūga,  ceo de Dōjutsu bienes raíces, un hombre admirado y respetado en el mundo inmobiliario. Su madre, Hanna Ōtsutsuki, una reconocida abogada conciliador. La familia Hyūga Ōtsutsuki nadaba en dinero, y como era hija única, Hinata era una joven mimada y caprichosa.

Todo lo que Naruto sabía de plantas lo había aprendido de su madre, pero la niña rica osó decir que sus cuidados no eran lo suficientemente buenos para sus niñas. Él quiso explicarle el porque era mejor cierta cosa para cierta planta pero la niña mimada se negó a escuchar, y le dijo que debía hacerlo tal cual ella lo hacía de lo contrario estaba despedido. Naruto no quería renunciar pues a pesar de todo la paga era buena y el trabajo le gustaba. Además desde que empezaron a trabajar ahí, tenían desayuno y almuerzo gratis.  Y aunque ella era un dolor de muelas no tenía que verla todos los días, además, los señores y los demás empleados eran muy amables. Así que se tragó su orgullo y aprendió que si Hinata decía azul, tenía que ser azul aunque fuese negro.

Aun así, no lograba comprender como es que Kiba parecía llevarse bien con ella. Ni siquiera le decía señorita Hyūga, la llamaba Hinata con toda la confianza del mundo. No pudo evitar pensar que tal vez ellos dos tenían algo, quizás un polvo de vez en cuando. La verdad sea dicha, a Naruto nunca le agradó. Jugaba a la niña inocente y adorable delante de sus padres pero cuando ellos no estaban, salía de casa con una bolsa de viaje, desde la tarde hasta la mañana del día siguiente. Ella era más de lo que aparentaba.

Ahora que estaban casados podía confirmarlo. Dos días, habían pasado solo dos días después de la boda, cuando ella le informó que tenía un asunto urgente que atender y debía viajar, Naruto se disponía a hacer su maleta cuando ella le dijo que no era necesario que la acompañara. Inconforme preguntó;

—¿Por qué no puedo ir?

—No es necesario.

—Eres consciente que ahora estamos casados ¿verdad?

—¿Y?

¿Y? ¿Qué clase de respuesta era esa?Naruto creía que la niña rica estaba haciendo esto porque quería ofuscarlo. Nunca podían estar en paz, nunca podían ponerse de acuerdo. Fue así en su noche de bodas, si es que a eso se le podía llamar noche de bodas. Y después de ese día no la volvió a ver. La señora Hyūga le dijo que le diera tiempo, que si se había ido así era porque fue estrictamente necesario.

Era por eso que ahora se encontraba en casa de Kiba, ya que su esposa no estaba en casa, él no tenía porque quedarse ahí. Después de lavarse la boca sonrió al espejo. Fue a la cocina, para prepararse un batido, al terminar volvió a la habitación, tomó su ropa de portiva y sus zapatillas para correr y llamó a Kurama pero su perro fiel se negó a obedecer. Naruto se puso de buen humor al pensar que pese a todo no era tan malo que Hinata se hubiese ido. No dejó que la negativa de Kurama lo molestara y salió a correr seguido de Akamaru.

El cielo estaba claro, sin una sola nube estorbando, parecía que sería un día perfecto.


Solo te quiero a ti. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora