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CAP. 8
Caminaba en medio de los lamentos y la destrucción, sin herir a nadie, sin ser herido, con la mente y los sentidos apagados. Se sintió cruel al ignorar su entorno, una infernal pesadilla que no hacia más que comenzar, solo un títere negado de las lágrimas, enjaulado en su propia mente. En el palacio las cosas no parecían ser mejores para Valir, el nerviosismo y la inquietud se reflejaba en la cara de los soldados y la de su padre.
— Déjame ir contigo - insistía fervientemente a que su padre accediera a dejarlo ir con él, a enfrentar al incitador.
— Entiende Valir, debes ayudar a nuestra gente - como padre quiso mantener a su única familia a salvo, sin embargo sentía un enorme vacío que le calaba muy hondo, sin decir una palabra abrazó a Valir, y del mismo modo lo dejó en completa soledad.
El tiempo transcurría como si nada, sin perdonar a nadie, el rey de fuego albergaba en su palacio a los soldados aliados y enemigos por igual, guardando en su pecho la chispa de la esperanza, alentado con las falsas esperanzas de que lo sucedido sólo fuera por un trágico malentendido, añorando volver a la calma, estaba dispuesto a olvidar el daño colateral causado a ambos reinos, pero... Cuan equivocado estaba. El contemplarlo inexpresivo al asesinar a su propia gente hacían que el fuego de su corazón se extinguiera a medida que llegaba a él, los soldados del viento que resguardaban a su rey no tenían la mínima intención de atacarlo, de alejarlo, en su lugar suplicaban en silencio ser liberados de su trabajo. Confundido, herido y triste, sin una gota de resentimiento, solo esa amargura que llamó su atención. Ese peliblanco volteó a verlo, su sed de sangre reflejada en su mirada, contrariaban a sus manos temblorosas que empuñaban una espada, Flames sabía que algo andaba mal. El pelirojo lo conocía tan bien como así mismo para saber que él también estaba herido, quizás no físicamente, pero todo ese daño que él provocaba lo estaba matando lentamente. Se le acercó con la intención de entender lo que le sucedía, desarmado y desprotegido, acortó aún más la distancia, en esta ocasión sus miradas parecían no conectarse más, solo sintió desolación y la desesperanza de su compañero.
— Querido y viejo amigo... ¿Qué tanto mal te hice para que busques tan vil masacre en mi reino?-
Esa parte suya del peliblanco, escondida en lo más profundo de sí mismo se sintió vulnerable al escuchar la voz del hombre que había amado por más de lo que quisiera admitir, sin embargo no dijo palabra alguna, solamente lo observaba en silencio. Las fuerzas abandonaron su cuerpo, y la punta afilada de su espada se hundió en la miseria, el piquete de culpabilidad herían en su pecho, su consciente manipulada ignoraba la razón de aquel desfallecimiento, pero su corazón no podía ser engañado, pues reconoció el timbre de su voz, sintió enamorarse como si fuera la primera vez, expresando su sentir en una lágrima silenciosa que nacía en el rabillo de su ojo, pero sin poderlo expresar en palabras menos en acciones, se mantuvo inexpresivo una vez más, y desvío la mirada y no muy lejos encontró a Vale que lo observaba seriamente... Vale estaba flotando... se sintió ligero por un momento, su hijo estaba liberando su corazón lentamente de la cruel maldad de Alice.
