Capitulo 5

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LA SEMILLA DE MELÓN

El ejército de Franco estaba alojándose en la sombra del bosque de los gigantes, este miraba muy feliz el reino de Krabber, pues sabía que lo destrozaría completamente, aunque no era una gran victoria pues un reino tan pequeño como Wismunth, simplemente era una entrada fácil hacia Farrthel.

- bien, ¡vamos a la carga, hoy caerá el castillo de la Oz! – el joven general del ejército dorado Franco Elnias empezó a avanzar.

Edward Krabber se puso su armadura Negra y con sus 2000 hombres se colocó al frente de la puerta del trigo, su hijo Matthias Krabber lo miraba con gran orgullo, ya que conocía lo poderoso que era su padre en antaño.

- el enemigo nos supera 3 a uno, sé que todos acá están asustados, muchos de ustedes tienen deseos de soltar sus lanzas ¡pero los hombres nacidos en Wismunth no somos cobardes, nosotros, con 300 hombres logramos alejar a los extranjeros en la guerra de la sal, y ahora alejaremos a ese maldito sol que se acerca a quemar nuestros cultivos, porque no nos rendiremos! – Edward era el más asustado, pero sabía que tenía que pelear, sabía que tenía que asesinar a Franco y sabía que no podía rendirse ahora.

Pasaron algunas horas y la puerta por fin cedió, el ejército dorado entró, la guerra empezó en la gran puerta del trigo, los escudos de madera y la armadura de cuero en el ejército de los granjeros, hacia ver que no eran aptos para batallar, pero de esa misma e increíble manera, los granjeros pelearon con todo su orgullo y fuerza, cada uno de ellos era como dos de los soldados del ejército dorado.

Aunque era demasiado, poco a poco los granjeros morían, en ese momento Edward Krabber lo vio otra vez, en la línea del puente el soldado errante, quien portaba una túnica tapando toda su armadura.

Ese caballero empezó a galopar, acercándose rápidamente, parecía un lunático, pues era una sola persona caminando hacia el ejército dorado forjado en las islas del oro, pero no podía estar más equivocado, detrás de ese hombre estaba el gran ejército del mar, mostrando el grandioso estandarte de las Valvas de moluscos.

Franco volteó por el llamado de uno de sus más grandes amigos, y al ver eso asustado no supo que hacer, era obvio que tenía que voltear el ejército, pero esos pocos hombres que quedaban podían hacerle un gran daño, no tenía muchas opciones y el proceso para retirarse era imposible, ya que los barcos que los habían llevado hasta ese lugar, ni siquiera podrían zarpar.

Su primer comandante le dio una cachetada al príncipe, mirándolo con un tono embarbecido – ¡mi señor, díganos lo que tenemos que hacer, no podemos movernos sin su orden! –

El príncipe, con una valentía tan repentina como falsa, en su caballo apodado Cuerno, pues se decía que era un descendiente de los grandiosos unicornios, avanzó cabalgando hacia el caballero errante y el ejército del mar.

Lo glorioso que era ver, un dorado y un celeste cabalgar, era como ver el sol y el mar a punto de tener una guerra para ver quién de los dos se comería al otro.

El choque de ambos ejércitos cortó el silencio, las lanzas y las espadas chocaban, el caballero errante sin bajar de su caballo empezó a asesinar a decenas y más, era un soldado tan fuerte y capaz, que muchos lo confundirían con el gran caballero conocido como "el gran tiburón de Coral" un hombre que en antaño era el más poderoso de todo ese reino.

Franco lo vio y lo supo, el como único guerrero que estudió las 3 artes de magia de Glorius y los 5 estilos de peleas de las islas del oro, tenía que ser quien lo pare.

Con su caballo corrió hacia él rápidamente, el caballero lo vio y antes de llegar saltó de su corcel y con su espada cortó el cuello del caballo de Franco.

El caballo cayó muerto y por la velocidad dejó caer de una manera muy mal a Franco, él se levantó con mucho dolor, pero no tuvo ni tiempo de componerse, pues el caballero lanzó un espadazo hacia el caído, parecía que estaba a punto de cortarle la cabeza, pero un cumulo de tierra salió del suelo deteniendo la mano del caballero, automáticamente Franco llevó su espada hacia el caballero, pero un escudo se pone enfrente de él, era Edward quien acababa de cubrirlo.

Franco se alejó un poco y los miró a ambos, el joven chico con una espada de doble mano veía al "ogro de la Oz", quien era Edward, y al caballero errante.

El sin temor se lanzó hacia ellos, el caballero detuvo el ataque con su espada, pero antes de que el ogro ayude, un tajo de viento chocaba con su armadura haciéndole un daño bastante fuerte, el caballero podía ver el gran adiestramiento del hijo de Arno, pues podía seguirle el paso de manera perfecta.

La batalla estaba casi por llegar a su fin, cuando Franco calmó un poco su ira al estar tan cansado, miró el horripilante paisaje que había, los campos de trigo bañados de sangre y casi todos sus soldados estaban muertos.

Un grito que rompió el cielo y la tierra fue soltado por el joven – ¡está bien, si no los matan ustedes lo hare yo, asesinaré a todos! – la locura estaba en la voz de franco, pero su poder poco a poco se desataba, tanto el fuego, el viento y la tierra temblaban por su ira.

Aunque todo acabó cuando Baphet Vermú el mejor arquero en Coral, le dispara en su pecho, 3 flechas cayeron en él y su grito por fin ceso, de rodillas cayó al suelo y la derrota de la batalla era evidente.

El caballero errante empezó a acercarse hacia el caído Franco, pero en ese momento el soldado Samuel Garza apareció cortando el rostro y la capa del caballero, mostrando su rostro lleno de sangre, después de eso tomó al príncipe de oro y empezó a correr hacia el bosque de los gigantes, todos los caballeros vivos del ejército dorado se colocaron rodeándolos para evitar que cayeran las flechas a su príncipe, aunque estaban derrotados, ese ejército siempre seria fiel, pues era su enseñanza más sagrada.

Edward detiene a todos - ¡agarren a los que puedan y que nadie entre al bosque!, si ellos ya están ahí, morirán dentro – la voz del viejo cansado fue la orden final, este cayó sentado alado del caballero errante, quien por fin había mostrado su rostro.

- gracias, Fausto, no entiendo el ¿por qué te pusiste esa capa tan molestosa? – la cara de fausto estaba completamente cortada y sangrando, él miró a Edward y respondiendo a su pregunta suspiro – simplemente quería dar algo de drama –

Edward sonrió y se levantó dándole la mano, Fausto devolvió la sonrisa y respondió el gesto.

Los Ocho ReinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora