CAPÍTULO 15

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Jiwoo

Desperté en un lugar completamente extraño. Podía oler el aroma desagradable de las tuberías del drenaje y se sentía la humedad en el aire. El moho estaba presente en cada rincón de aquella amplia habitación. Bueno, aunque si lo pienso bien no era como una habitación, sino más bien como un estacionamiento subterráneo abandonado. Tenía una venda delgada atada en mis ojos, sin embargo con algo de dificultad se lograba ver partes de rocas de la montaña y maleza unida a ellas en las que parecían ser paredes, y en las esquinas se alcanzaban a distinguir las barras de metal que sostenían el techo.


Hacía frío. Lejos de que el clima cerca de las montañas es frío, debía añadirle que era de noche y llevaba poca ropa ya que dormíamos con calefacción en la cabaña. Y ahora estaba sentada en el piso frío, sola. Al menos eso parecía.


Volteé a ver a mis alrededores y no había ni una sola alma merodeando, o al menos eso era lo que la oscuridad del lugar y la delgada venda en mis ojos me hacían creer. No podía gritar para pedir ayuda ya que mi boca, manos y pies estaban atados con pañuelos de color rojo. Por más que intentara zafarme de las ataduras, era imposible; por más que intentara gritar, no emitía sonido alguno debido a la fuerza en la que fue atado el pañuelo en mi boca.


Dolía. La atadura dolía y mucho.


Me quedé unos minutos pensando en cómo mi vida había cambiado tanto en cuestión de segundos. Nunca había experimentado una situación como esta, a lo mucho me habían robado en la calle pero en aquella ocasión inmediatamente le di mi cartera al ladrón y se fue sin hacerme daño. Ahora las cosas habían subido de tono por mucho, había sido secuestrada.


¿Y todo se debía a que me había negado a darles mis pertenencias esta ocasión? ¿Solo por eso me habían traído con ellos?


Imposible.


Normalmente las personas que secuestran a otras es debido a que quieren dinero a cambio.


Y mi familia tiene dinero.


Eso debe ser.


Estaba concentrada en mis pensamientos cuando de repente escuché una voz familiar.


-¡¿Jiwoo?! ¡¿Jiwoo dónde estás?!


-¡¿Jungkook?! - dije como pude; intenté arrastrarme hacia donde provenía la voz y seguí haciendo ruidos con la mordaza en la boca para que Jungkook encontrara mi ubicación.


-¡No puedo verte! ¡¿Estás bien?! ¡Intentaré seguir tu voz! - Comencé a escuchar cómo se arrastraba hacia mí una silla, probablemente tenían a Jungkook amarrado a una. - ¡Sigue hablando! ¡Necesito saber dónde estás!


Tal como me lo pidió seguí gritando su nombre hasta que pude sentirlo cerca mío; se tiró al suelo y como pude intenté desatar las ataduras de las muñecas; y digo 'como pude' porque yo también tenía las manos atadas en mi espalda.


-¡Listo! - dijo y al mismo tiempo quitó la venda de mis ojos y boca. - Ahora tú.


No había terminado de desatar el amarre de mis muñecas cuando de repente se escuchó como uno de los matones golpeaba a Jungkook en la espalda con la silla de fierro en la que estaba atado anteriormente.


-¡¡Jungkook!! - éste solo se retorció del dolor en el suelo.


-¿De verdad creyeron que sería demasiado fácil? - volteé a mirar a la persona que lo había golpeado para decirle un sin fin de cosas hasta que noté que no tenía máscara que escondiera su rostro.


Una noche en Nueva York | JungkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora