Tercer Capítulo.

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Hinata.

—¿Q-qué?

Esto no puede ser.

Tantos años escondiéndome y justamente el que me viene a encontrar tanto a mi como a mi familia es su hijo.

¡Su hijo!

El mismo niño por el cual lloré al saber de su existencia.

Pero ahora al verlo no sentí nada.

Tal vez nostalgia y culpa.

Pero eso era lo único que sentía.

Y eso me hacía feliz.

Porque yo llevaba años casada

Sí, sí... Me casé.

Luego de irme ese 25 de diciembre hace doce años, empecé una nueva vida.

Conseguí un mejor empleo.

Hice nuevos amigos.

Y lo más importante de todo; jamás me cerré al amor.

Pero ahora yo no venía sola.

Venía con una niña y si el gallo quiere a la gallina también tiene que querer a su polluelo.

Al poco tiempo de instalarme en mi nuevo empleo conocí al que sería mi futuro esposo.

El era el hijo del dueño de la empresa.

Sé lo que dirán ¿Otra ves caiste con lo mismo?

Pero déjenme y les cuento que Shikamaru Nara no es nada de lo que yo hubiera conocido antes.

Si Itachi fue importante en mi vida, Shikamaru lo es aún más.

El me enseñó que con paciencia, confianza y responsabilidad se podía lograr lo que se propusiera.

Y fue así como me obtuvo a mí.

Me enamoró completamente.

Me enamore de él, de su personalidad, de su carácter, de su pereza, de sus besos, de su cuerpo, de su cabello, de sus ojos. Me enamore de todo él.

Así de simple.

Él fue uno de los pocos quienes estuvieron conmigo en el día en que tuve labor de parto, ese 18 de agosto en cuanto mi hija Hanabi nació.

Ella era exactamente igual a Itachi, el hombre que la procreó.

Le conté toda la historia a Shikamaru y él me entendió cuando se lo conté.

Él me quería y veía a mi hija como si fuera suya.

Eso fue lo que termino de enamorarme completamente de él.

Tuvimos un noviazgo largo, él me presento a su familia y amigos y yo me sentía feliz de que él lo hiciera; eso era nuevo para mí.

Su familia me quería; sobre todo su madre y primas.

Y lo que era más importante aún; ellos querían a mi hija.

Luego del noviazgo decidimos casarnos.

Ame ese día.

Recuerdo encontrarme completamente nerviosa.

Caminaba de un lado a otro mientras usaba un largo vestido blanco corte princesa, escote de corazón con encaje, desmontable y cubierto de pedrería.

El maquillaje que tenía en mi rostro no era nada tan extravagante y yo me sentía como una princesa.

Mis amigas me ayudaron a arreglarme al igual que la familia de, en ese momento mi prometido.

No es lo que quiero, quiero más.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora