Nuestra propia Luna.

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Al cielo se le antoja nuestra Luna
que es algodón de azúcar, pero solo
nosotros podemos comerla todas las
noches y endulzar nuestro paladar.

Hacer un festival lunario, ponerle el
nombre que queramos, ya Luna de
miel no, porque es algo muy repetido,
agendar nuestras lunas en el calendario.

Mientras los soles se caen por la
noche y nuestro amor se prende en
llamaradas intensas sobre el pecho,
que nos envuelve de lunáticos amores.

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