Ya habíamos terminado con la primera obra del año. Una de tres, la siguiente sería en julio.
—¿Audicionaras para el siguiente papel protagonista?—pregunta Sabrina, una de mis compañeras de teatro.
—No sé, últimamente se me están complicando algunas materias importantes —confieso—. No puedo dejarlas de lado, arruinaría mi promedio.
—Solo es una materia, Oliver—habla en un tono acusador.
—Estamos en la clase de matemáticas avanzadas, no puedo simplemente dejarla de lado—digo obvio.
Tenemos diecisiocho materias a la semana y una puede que no parezca mucho entre tantas, pero el hecho de que sea una materia importante cambia bastante la perspectiva.
Ya tenía en el ojo algunas universidades y sabía que yo también estaba en en el ojo de ellas. No podía arruinarlo.
—Sabes que puedo pasarte las tareas que te falten, Oliver—ofrece, pero niego con la cabeza.
—Tengo que aprender por mi cuenta, pero gracias igual—ella ya sabía que iba a negar su ayuda.
Cierro mi casillero luego de quitar todos los libros y cuadernos necesarios para el día
—Ellos vendrán para la última obra del año, ¿verdad? —pregunta, aunque ella ya sabía la respuesta, juraba que podía sentir sus nervios en el aire, pero no la podía juzgar, estaba igual o peor que ella.
—Sí, nada puede fallar—digo y nos dirigimos a nuestra siguiente clase.
Este año debía lucirme en la última obra y académicamente. Si algo salía mal, todo se echaría a perder.
Igual podría lucirme en un papel que no sea el protagonico, siempre lo hago.
La primera clase es inglés, una materia fácil, pero extremadamente aburrida y larga. Cuando llegamos a la clase ya estaban varios compañeros dentro esperando al profesor. Me dirijo al pupitre del centro para sentarme, mientras que Sabrina se sienta en la esquina del fondo.
A veces la envidiaba, Sabrina era una de las mejores alumnas de la institución, aunque no prestara mucha atención a las clases siempre terminaba teniendo el promedio más alto, ella no tenía que releer díez veces el mismo párrafo para entenderlo o memorizarlo.
Siento que me tiran una pelotita de papel y volteo, aunque no debería de hacerlo. Al darme la vuelta veo a Julio haciendo mímicas de una mamada y sus dos amigos haciendo muecas burlonas. Ruedo los ojos y miro de nuevo enfrente, no podía defenderme, no porque no quisiera, sino porque no quería problemas con el director de nuevo. Bajo mi vista a mi pupitre y veo un papelito doblado, era obvio el contenido que había dentro, así que simplemente lo guardo en mi mochila, después lo tiraría en el basurero.
Ignorando eso, las siguiente cuatro clases transcurren con normalidad. Una vez suena la campana me dirijo a mi casillero para guardar los libros que ya no necesitaba, sé bien que esto podría hacerlo al finalizar las clases, pero uno de los puntos a resaltar de la ubicación de mi casillero es que se encontraba justo a lado del casillero de Dante. Lo que significaba que tendría más posibilidades de encontrarme con él.
Díez puntos para Gryffindor.
Al llegar a mi casillero no veo a Dante y no puedo evitar sentir una pequeña decepción. Justo cuando estoy guardando mis libros veo de reojo como Dante camina en dirección a su casillero.
Siento los nervios a flor de piel cada que lo veo cerca, y Dios, ya no tenía doce años para actuar así, se supone que ya no debería de ser así.
Al estar cerca me sonríe a modo de saludo y abre su casillero. Yo ya había guardado todos mis libros así que cierro el mío y me dispongo a irme a buscar mi desayuno. No iba a quedarme más del tiempo necesario, no quería que piense que soy un raro. Pero cuando cierro mi casillero el habla.
—¿Sabes que va a haber una fiesta en casa de Cory esta noche? —pregunta y me quedo estático en mi lugar. No sabía si me estaba preguntando a mi o a otra persona que no vi.
—¿Yo? —pregunto confundido y con las mejillas calientes, dios, que vergüenza sería si la pregunta iba dirigida a otra persona y yo hablando como tonto.
Aunque puedo fingir que estaba recitando el guión de una obra.
—Sí, Oliver —dice cerrando su casillero para que podamos mirarnos directamente a los ojos, lo cual causa que me ponga más nervioso.
Intento calmar mis emociones, contando hasta díez como siempre lo hacía antes de una obra.
—Por supuesto, es por el último partido que ganaron, ¿no? —hablo con naturalidad, de algo tenía que servir mis dotes de actuación.
—Sí, ¿te vas a ir?—pregunta.
Dios, sí, definitivamente sí tú me invitas, invítame por favor.
—¿Tú te vas a ir? —pregunto, aunque luego de analizar mi pregunta por unos segundos me doy cuenta de lo estúpida que es. Obviamente va a ir, él es parte del equipo.
Me pongo rojo como un tomate al percatarme de ello. Tragame Tierra y escupeme en otro lado, en Broadway si no es mucha molestia.
Dante sonríe de lado, alzando una ceja.
—Creo que es obvio que sí —dice.
—Sí, perdón es que tengo la cabeza en otro lado —me disculpo avergonzado.
—Tranquilo, acaban de terminar la primera obra del año, ¿cierto? —aciento—. Es normal que te encuentres exhausto.
¿Acaba de decir que sabe de mi obra?
¿Me vio?
Bueno, es obvio que sepa de la obra si había carteles por todo el instituto.
—¿Entonces? —pregunta.
—Voy a ir.
¿Me va a pedir que lo acompañe o...?
—¿Y no sabes si Rose va a ir? —pregunta y frunzo el ceño confundido—. Rose Dawson, tu compañera de teatro —aclara, pero sigo sin entender que tenía que ver ella.
—Si... —digo confundido—. Le gustan las fiestas, así que supongo que sí.
—Genial, gracias Oliver —me sonríe—. Nos vemos en la fiesta —se despide.
¿Me invitó salir?
ESTÁS LEYENDO
You belong with me
Roman d'amourUna noche, con mucho alcohol y el haber visto al chico que te gusta besándose con una chica, era sin duda la combinación perfecta para crear un desastre. Pero lo que era aún peor es que la única persona cerca de ti sea el chico que te cae mal y cla...