Historia de Tedd

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—Aquí vamos —frota sus manos y sonríe—. Mí historia involucra a una mujer, una bruja y una maldición...

—Adivino —interrumpe Josh—, se vuelve loca y asesina a todos. ¿Tengo razón? —Tedd lo mira de mala gana e ignora lo que dijo para continuar con la historia

—... Una mujer recibió una de las peores noticias que puedes darle a una persona...

El médico acababa de retirarse de la casa de la joven, la cual se venía sintiendo mal desde hace días.

Ya pasaron dos años desde que contrajo matrimonio con su amado esposo, y ya ha pasado un año desde el nacimiento de su hija. La alegría rondaba en la casa, tenía todo lo que una vez había deseado. Nunca pensarían que algo como esto le ocurriría a ella.

—Hija... ¿Qué te dijo el médico?—preguntó su madre abriendo la puerta de la habitación

—¡No! Aléjate de mí, madre —gritó con desesperación y corrió a encerrarse en el baño.

No quería contagiar a nadie, y mucho menos a su amada madre. Jamás se perdonaría que fuera por su culpa, que muriese.

Al principio pudo disimular los síntomas, ya que no eran muy notables; un poco de tos y dolor de espalda. Hasta que una noche, durmiendo junto a su esposo, se despertó tosiendo, pero esta vez vino acompañado de sangre. El líquido alarmó al hombre, que inmediatamente llamó a un doctor; y considerando los acontecimientos afuera, primero creyeron que podría ser peste, pero una vez que la revisó, el diagnóstico cambió.

—¡Hija! Déjame pasar —Forcejeó la manilla de la puerta—. El que te quedes encerrada ahí, no hará que te mejores.

—Madre...—sollozó—, mi enfermedad no tiene cura y aunque no es contagiosa, no quiero que te acerques. No hay persona en esta tierra que pueda ayudarme. El final es claro... —dijo esto último en un susurro

Su madre sabía perfectamente de qué está hablando, ya que es la enfermedad del año; muchas personas murieron por culpa de esta. Todos saben cómo termina el cuento.

—Existe una persona, pero esperaremos a que te mejores un poco antes de pedirle un favor. —escuchó pasos alejándose de la puerta y segundos después, la puerta de la habitación se cerró.

Los días se convirtieron en semanas, y las semanas en meses. El doctor mencionó que le quedaban pocos meses, aunque no contaba con la gran fortaleza que tenía la joven. Ella luchaba por su hija, quería verla crecer a pesar de que no pudría compartir momentos con ella.

Pasó un año, un gran logro para ella, pero a esta altura ya no era una persona viva, ella se había ido hace tiempo, su cuerpo seguía en pie, pero su memoria, sus recuerdos, sus emociones, empezaban a desaparecer. Su rostro, sus manos, su cuerpo, ya no eran lo mismo, debido a que cada vez tenía menos apetito, y  por ende, fue adelgazando tanto que quedó en los huesos 

Su madre no podía verla más así, sabía que no le quedaba mucho tiempo, entonces fue hacia la única persona que podría salvar a su hija: una bruja.

—Déjame ver si entendí —comentó la señora desde su cómodo sillón—. Quieres que desaparezca la enfermedad de tu hija y a cambio puedo pedir lo que quiera —La madre de la joven asintió en respuesta—. Bien, lo haré

Se levantó y fue hacia su estante, en donde tenía varios frascos con líquidos de diferentes colores. Agarró el morado y se lo entregó a la señora. Desgraciadamente la madre no sabía lo que planeaba la bruja, ella siempre tiene algo oculto, siempre tenía una trampa en sus conjuros.

Al cabo de unos días, la salud de la señorita fue mejorando, de a poco su piel fue recuperando color y sus músculos, fibras. Su esposo y su hija estuvieron contentos cuando la vieron bajar las escaleras, relucía a la luz del sol. Otra vez podrían ser felices. Lástima que no duraría mucho, en menos de cuatro meses la joven murió. Lo único que quedó de ella fueron sus lujosos vestidos, y joyas, que guardó en un baúl como herencia para su hija e hizo prometer a su esposo que guardaría la llave. 

«¿Qué pasó?» la pregunta que rondaba por todo el recinto. Ella mejoró gracias a la bebida de la bruja, pero igual murió. Resulta que la curandera no le quitó su enfermedad, simplemente adelantó el proceso. Cuando uno está por morir, siempre usa su último aliento, su última fortaleza, para disfrutar un poco de la vida antes de que la muerte se presente para llevársela. 

Ella no estaba físicamente, pero su alma rondaba el mundo de los vivos. Gracias a la promesa que tenía con su hija, ella aguardaba dentro del baúl cerrado con llave, la cual sería entregada a su hija por su marido cuando cumpla mayoría de edad. Desafortunadamente no contaba con que arrojarían aquel baúl a una fosa y que venderían la casa.

La bruja sí lo sabía, ella lo sabe todo y también por esa razón aceptó la propuesta de la madre de la joven. Ella la salvó para convertirla en una alma en pena, llena de ira y desprecio acumulado hacia su marido que no cumplió su promesa. 

De esa manera, la joven rondaba las noches en aquella casa, durante años lo hizo, caminaba desde la fosa hasta su antigua habitación, que alguna vez compartía con su marido y su hija. Al pasar de los años, llegaban nuevos inquilinos a la casa y a pesar de ser un alma en pena, se podía llevar a cualquier persona que se cruzara en su camino. Infortunados eran aquellos que se la cruzaban, sus almas terminaban igual que la de ella, penando en aquel lugar.

—La joven sigue caminando por las noches, con la esperanza de encontrar de nuevo a su familia y llevándose a cualquier persona que esté en su camino.

—Interesante historia, aunque no da miedo —Se cruza de brazos Brandom

—¡Sabes que las de miedo no me van! —exclama Tedd 

—Buen inicio, Tedd —sonríe Alan—. Los veo mañana 

Con esta historia comienzan los días que no olvidarían en años, estas historias marcarían un antes y un después en estos adolescentes ,que solo buscan un poco de entretenimiento en el mes en que las almas andan rondando la tierra de los vivos y, ¿quién sabe? quizás estén aquí escuchando sus historias, pensando que alguno contará la de ellos.

El club de la medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora