Capítulo 0 | Piloto

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❝ 𝟎. 𝐋𝐚 𝐯𝐢𝐝𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚 𝐜𝐨𝐥𝐦𝐚𝐝𝐚 𝐝𝐞 𝐝𝐞𝐬𝐠𝐫𝐚𝐜𝐢𝐚𝐬 ❞

𝐅𝐢𝐧𝐚𝐥𝐞𝐬 𝐝𝐞 𝐟𝐞𝐛𝐫𝐞𝐫𝐨






¿Puede una línea de sucesos terribles terminar conectándose con un hecho afortunado?

Tengo 17 años.

Mi cumpleaños es el 25 de Abril.
Me gustan las matemáticas, los gatos y las flores.
Odio la humedad, los vientos fuertes, a mi padre, mi nombre y por supuesto, las estupideces probabilísticas.

Odiaba totalmente esos hechos desencadenados de situaciones aleatorias que terminaban en desgracia.
Si lo piensas detenidamente, la cosa más estúpida puede pasar, porque al final puede parecer tonto, pero su probabilidad de suceder nunca será cero, jamás. Es decir...

¿Te imaginas que te caiga un rayo cuatro veces seguidas? ¿Qué compres 30 boletos de lotería de 31 que se venden y el único que no compraste gane? ¿Que por accidente inicies una enfermedad que mate a miles de personas? O, ¿que inicies un romance con la persona equivocada?

Probabilidades estupidas.

Y todo aquello desencadenaba un pensamiento aún más profundo en mi, ¿acaso mi vida era parte de esa lista no escrita sobre probabilidades estúpidas? Quizá no estuviera en el top cinco, pero al menos debía tener un lugarcito por allí, entre los primeros cien.
Pero, ¿qué suceso tan estúpido pudo haberme pasado para pensar eso?

Pues bien, iniciemos con el eslabón que comenzó esta cadena de sucesos desdichados.

Mi madre y su mejor amiga.
Ambas tuvieron el final de su adolescencia entre los ochentas y los noventas, no lo sabía con exactitud, pero yo lo suponía, porque eran las únicas épocas cercanas en las que pensaba que el aburrimiento abundaba, porque de ser de otra manera, no entendía la razón por la cual mi madre y su mejor amiga habían ideado un plan tan ridículo.

Su plan había sido embarazarse al mismo tiempo. Era crucial y de mucha importancia tener hijas, pues creían que sería una vida tierna.
En sus palabras: «Simplemente era tierno que siendo mejores amigas tuviéramos hijas y que ellas terminaran siendo mejores amigas».

Ese había sido su plan, crear una cadena interminable de mujeres que terminaran siendo mejores amigas.
Todo había salido como querían, excepto por un minúsculo problema.
Yo.

Cuando mi madre y su mejor amiga se dieron cuenta del gran error de cálculo —que era demasiado probable— cerraron los ojos y me ignoraron.
Unos pequeños errores de cálculo no las detendría.
Así que tomaron a sus crías y se dirigieron hacia el registro.

Entre las prisas, mi madre tomó el primer libro que encontró en un estante, por suerte, el primer nombre que leyó fue Lancelot, sí, el más fiel de los caballeros del Rey Arturo.
Mi madre pensó que se escuchaba demasiado anticuado, así que lo redujo a Lance, se escuchaba moderno.
Una vida de extraordinarias aventuras solo podían ocurrirle a alguien con aquel nombre, ¿verdad?

Quizá mi madre y su amiga escogieron ir un lunes demasiado temprano, quizá mi madre no había hablado con fuerza, o tal vez la persona que les atendió iba a renunciar al final de la jornada así que le apetencia causar una broma que durará toda la vida.
O muy probablemente sólo era la vida demostrándome que toda mi existencia y vivencias serían terribles.

Por una u otra razón, termine llamándome Lily Allen.
No Lance Allen como mi madre con «gran esfuerzo» había pensado ponerme.
No.
Lily Allen, ese había sido mi nombre.
Lily.

Pero, no había sido el único que comenzará con una vida desgraciada.
Lance Lake. Ese era el nombre de mi mejor amiga de la infancia, la hija de la mejor amiga de mi madre.
Una frágil bebé cargaba sobre sus tiernos hombros el nombre reducido de Lancelot.

Ambos éramos unos desgraciados.

Nuestra vida había sido una acumulación de tragedia tras tragedia, como cuando Lance le dio varicela y de haberme reído tanto termine contagiado; como cuando Lance trepó a un árbol donde se quedó ahí porque no sabía cómo bajar, en su rescate fui, y al final los dos terminamos ahí hasta que mi madre se dio cuenta; o la peor anécdota, haberme confesado y ser rechazado.

Cuando estábamos iniciando la mitad de nuestro segundo año de preparatoria, caí en un tonto cliché romántico, me había enamorado de mi mejor amiga de la infancia.
Y si, aún se le puede agregar más tragedia a la lista.
Me rechazo.
Desde ese entonces dejamos de ser mejores amigos, ver películas los sábados, de vernos.
Ahora solo la veía de lejos y lo peor era que aún la seguía queriendo.
O eso creía.

Y la cadena llevaba hasta el punto que cruzó actualmente, estoy recibiendo notas azules.
No conozco quien las escribe y mucho menos quien las coloca sobre mi escritorio.
Lo único en lo que puedo pensar es en la pregunta inicial.

¿Puede una línea de sucesos terribles terminar conectándose con un hecho afortunado?

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Para crear esta historia me inspire diversas historias como lo son:
•kieta hatsukoi.
•Heesu en la clase dos.
•Bokura no Tsuzuki

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⏰ Última actualización: Jul 31 ⏰

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