Día 1: Primer encuentro
Aquella mirada celeste como el firmamento de verano le hizo saber que todo estaría bien, que estaría a su lado, justo como a aquella vez.
Ocurrió muchos años atrás, Yor Brian pensaría que en otra vida, una dónde era una pequeña llena de sueños y risas cuya preocupación, solo era el escoger su próximo el próximo inocente juego, antes de que aquello ocurriera y le arrancara el brillo de sus ojos y la rompiera en mil pedazos.
Su mirada vacía observaba el pavimento siendo empapado por la lluvia que caía sobre ella mojandola también, su hermano se aferraba a su mano con un cachorro herido, demasiado confundido para comprender verdaderamente que había ocurrido. Una cinta amarilla sitiaba lo que había sido su hogar ahora en ruinas, mientras las luces azules y rojas de las sirenas destellaban a su alrededor, varios hombres iban y venían mientras por debajo de dos sábanas blancas extraían dos cuerpos del interior, en camillas.
Había sido un asalto fallido, eso decían al menos, los primeros informes.
— Cubran a los niños no deben de ver esto— indicó una voz, Yor no prestó atención de dónde venía.
Dos oficiales se aproximaron a ellos y les impidieron la vista con su mismo cuerpo, ella realmente observaba a la nada, era como si no estuviese allí, aunque su cuerpo temblaba no sentía frío y así sus ojos no dejaban de derramar lágrimas en su interior sólo percibía un perpetuo vacío.
— ¡Papi!¡Mami!—comenzó a exclamar su hermano menor mientras desesperadamente intentaba soltarse.
Ella en parte hubiera deseado girarse hacia él, abrazarlo lo más fuerte que pudiera y llorar juntos su desgracia, sacar fuerzas imposibles y mentirle con aquella frase de consuelo dónde se asegura que todo iría mejor. Pero permaneció estática, de tal forma que le aterró ella misma también haber perdido la vida y ahora mismo estar desapareciendo.
Unos pasos pequeños pisando los charcos de agua se aproximaron a ella con rapidez, alguien sostuvo la mano de su hermano y este al menos por la sorpresa paró de llorar.
Lo que siguió para ella, fue lo más inesperado, un gesto tan noble y puro que incluso allí en ese momento que estaba rota le alcanzó desde las tinieblas, cuando dos pequeños brazos le rodearon el cuello y la calidez de otro cuerpo le impregnó haciéndole volver en sí.
De entre la multitud de vecinos que se encontraban alrededor de lo ocurrido, la mayoría rindiendo declaración de la versión que tenían de los hechos, estaba un hombre rubio, un obrero con su hijo de la mano, mientras respondía algunas preguntas por parte del investigador su hijo se había lanzado hacia dentro y consciente de aquello que podría estarle ocurriendo fue hacia aquella niña bajo la lluvia que esperaba con su hermano quien reclamará por ellos ahora que les habían quitado todo.
El niño se aferró a ella con la mayor fuerza que pudo, torpemente paso incluso los dedos por su cabeza como su mamá solía hacerlo cuando él estaba asustado, le sostuvo de cierto modo, le evitó precipitarse hacia el abismo para siempre.
Incluso allí en medio de un caos tan oscuro como la noche misma, sus ojos azules se fijaron en ella, le invitaron a creer en futuro en volver tener esperanza alguna vez, volver a albergar la luz.
Y entonces pudo llorar, lo hicieron los dos juntos y les permitieron permanecer así, al menos unos instantes que bastaron como toda una vida.
Pareció un aspecto del destino que esa noche años después, también fuera lluviosa, una mano pequeña también sostenía la suya, mientras la observaba con cierta preocupación en sus ojos.
El auto que tripulaba se deslizaba por las calles a toda velocidad, mientras el dolor en su interior se incrementó de manera exponencial desde su vientre.
Yor Brian había guiado su vida a partir de aquella acción, había encontrado en el consuelo de aquel niño el impulsó necesario para seguir adelante, adquirir las fuerzas necesarias para vivir por sus padres que habían partido y luchar por su hermano que la necesitaba. Trabajó duró, se esforzó cada día de su vida.
Siendo joven, años después de terminar la universidad, lo había conocido a él, un hombre bueno que había visto en ella tantas virtudes que no las podía creer, tenía con él cuando lo conoció una pequeña que había adoptado y entre ambos no le llevó nada el llevarlos a amar con locura.
Yor recuperó aquella familia que había perdido, un hombro en quien llorar si estaba triste, alguien con quién podía ser vulnerable, una persona que le daba todo aquello le cedió a su hermano aquella muchas veces quedarse vacía.
Y aquel día estaba por hacerse más grande, luego de ocho meses y seis días de espera.
— Sé dónde se encuentra el hospital Yuri, ya estoy doblando la esquina — declaraba Loid al teléfono. — puedes estar por completo seguro que la cuidare.
La presión en su vientre volvía a incrementarse, el dolor en esta ocasión hacía que su vista se nublara. La niña de cabello rosa sentada en el asiento de atrás con ella se aferraba a su brazo buscando consolarla.
— A ma le está doliendo mucho— exclamaba la niña con preocupación.
— Ella es la mujer más fuerte del mundo Anya, estará bien— aseguraba su padre mientras doblaba la esquina y avanzaba hacia el hospital.
La niña sonreía creyendo las palabras de su padre al momento.
El auto se detenía de manera abrupta y los paramédicos se aproximaban para auxiliarle, Loid se adentraba al auto y tomándola en brazos la cargaba hasta una camilla, con Anya siguiéndole de cerca, sujetándolo de la tela de su saco.
Avanzaba entre los pasillos mientras que le ayudaban a prepararse para el alumbramiento, al llegar a cierto punto Anya se despedía de ella con un beso en la mejilla y se quedaba al cuidado de un amigo de la familia, Loid en ningún momento dejaba de sostener su mano y cada que tenía oportunidad, le acariciaba el vientre.
Sensaciones de incertidumbre, desasosiego y temor buscaban invadirle de pronto, pues tantas de aquellas sensaciones y experiencias le eran por completo desconocidas, además el increíble pero aterrador proceso de dar la vida a un nuevo ser. Recostada ahora en una cama una doctora le daba instrucciones que el aumento del dolor le impedían seguir y entre todo esto se aferraba a su mano como nunca.
Fue justo allí cuando se percató que, luego de tantos años, todo en su mente cobró sentido y se maravilló en cómo los designios del destino terminaban actuando. Pues le reconoció, recordó que aquellos ojos celestes como un amanecer le devolvieron el brillo a los suyos aquella fatídica noche, aquel niño que la había consolado había encontrado el camino para volver al mismo sendero que ella caminaba entrelazando sus andar, él la había salvado entonces, le había prometido en silencio esperanza de una vida mejor y hoy la tenía.
Así toda duda se disipó de su mente y entendió que todo estaría bien.
Las lágrimas de ambos se derramaron de nuevo por esta ocasión pero por un sentimiento inmenso de felicidad, se encontraron en un beso breve y él obsequio otro más en su frente, una mano pequeña se aferró por tercera ocasión a la suya, mientras que Anya se les unía a los tres en la habitación contenta de darle la bienvenida a su hermano menor.
En sus brazos ahora mismo sostenía a un pequeño envuelto en algunas sábanas, su diminuta mano derecha sostenía su dedo pulgar, en muchos aspectos se parecía al apuesto hombre que tenía enfrente, incluyendo aquella mirada que curiosa y llena de brillo ahora le observaba.
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Twiyor Week 2022
FanfictionToda la antología de historias presentada en esta colección ocurrirán en mundos alternos al cannon.