Efímero

268 29 2
                                    

Día 4: Nostalgia

Mientras corría a través de pasillo sintió los últimos espasmos recorriendo su cuerpo, se percató del cambio brusco que sufrían sus rasgos faciales mientras terminaba recuperando su apariencia original una vez que la poción multijugos perdía por completo su efecto.

Presionó los dientes en signo de frustración sabiendo que en cualquier momento sería descubierto por cualquiera que se le cruzará enfrente.

Su nombre era Loid Forger, un auror del ministerio de magia y también miembro de la orden del fénix. Llevaba varias semanas infiltrado entre las filas de mortífagos del señor tenebroso, algunos miembros de la orden como él coincidían que toda guerra se ganaba más con inteligencia que con fuerza, la información era todo y conseguirla significaría el poder inclinar la balanza a su favor. Hizo lo que mejor sabía, con varios frascos de poción mágica para cambiar su morfología y se habría hecho pasar por cualquiera en las filas del mago tenebroso y así obtener la información necesaria de primera mano.

Gracias a su determinación y sus métodos de persuasión la guerra mágica podría estar ganada, conocía los lugares secretos, los recursos y las debilidades del enemigo, solo tenía que salir de allí.

— ¡Auror! — alertó la voz rasposa de un mago tenebroso mientras lo señalaba.

Lo reconoció al instante, pues Forger era quien lo había mandado a Azkaban años atrás.

Bastó un ágil movimiento de su varita para expulsar una luz repulsora hacia él y empujarlo con fuerza contra la pared dejándolo fuera de combate.

Pero la alarma había sido dada y estaba seguro que cada mago y criatura mágica allí iría tras él ahora.

Efectivamente no avanzó medio metro más cuando un mortal halo verdoso de un avadakedabra paso casi rozándole el rostro, Loid se giró y sin necesidad de ver lanzó un desmaiyo a su enemigo y apresuró su paso.

Corría a toda velocidad esquivando hechizos e incluso rocas por un par de gigantes que se encontraban en el piso de arriba, el auror era ágil como ningún otro, esquivaba y contratacaba milésimas de segundo después, mientras se abría paso por el amplio pasillo para poder seguir.

— ¡Forger!— rugió un hombre detrás de él.

Loid se giró para confirmarlo y se encontró como Uzekob, un hombre lobo que había permanecido tanto tiempo viviendo como un animal que muchas veces aún se comportaba como uno a pesar de figurar con un humano, Loid lo había arrestado hace años metiéndolo a prisión, pero ahora sin el ministerio activo este era parte de las filas del señor tenebroso.

Loid lo esquivó y se dispuso a dejarle fuera de combate cuando dos disparos cruzados del hechizo mortal simultáneamente fueron hacia él buscando esquivarlos con agilidad apenas por unos milímetros, no obstante esta fracción de segundo de su atención robada le bastó para ser alcanzado por el licántropo que lo derribó haciendo que cayera de bruces en el piso, un instante más tarde se disponía a golpearlo cuando un hechizo alcanzó al hombre lobo en el pecho, derribandolo.

Loid al girar veía a su fiel amigo Frankie, un muchacho menos agraciado y de menor estatura que él sin embargo era muy listo, había sido su cómplice en la mayoría de las misiones, así como su mejor amigo desde que tenía memoria.

— Sabía que podía contar contigo— indicó Loid con una sonrisa.

— Tenemos que irnos amigo, ya se corrió la voz sobre tu identidad y todos vienen por ti—advirtió su amigo con cierta preocupación.

Loid afirmó con la cabeza, se puso de pie y aceleró el paso.

Pasos tras ellos indicaban que el enemigo les pisaba los talones, sin embargo Forger se detenía abruptamente y sin pensarlo corría nuevamente al lado opuesto, Frankie se percató que buscaba algo entre sus ropas.

Había perdido algo, a juzgar por sus acciones era algo importante, lo suficientemente para arriesgarse a volver. Respiró profundo y leal regresó para apoyarle, en un esfuerzo conjunto se defendieron en varios mortífagos que fueron a su encuentro y repelieron los ataques de otros, a la lejanía justo donde el hombre lobo lo había embestido, algo resplandecía en el piso.

— ¡Ve, recuperalo! Yo te cubro— le aseguró Frankie.

Loid corrió lo más rápido que pudo, esquivó dos disparos y derrapó mientras accionaba su varita.

— ¡Accio!— pronunció.

La distancia que restaba en el objeto y el alcance de su mano desapareció y lo sostuvo con fuerza levantándose y corriendo de nuevo sin mirar atrás, Frankie su amigo abatió a todos aquellos que se dispusieron a atacarlo y entre ambos se abrieron paso fuera del lugar.

— El zapato,ese de haya, es un traslador, si logramos llegar a él la abremos librado— explicó Frankie ya agitado.

Loid Forger sacó fuerzas de su interior haciendo un último esfuerzo, alcanzó con su mano el objeto mágico y extendió su mano a su amigo. Con un sonido similar a un latigazo el traslador se activó, todo el espacio tiempo a su alrededor comenzó a comprimirse hasta volverse difuso y segundos después reaparecieron en un puerto lejano, a kilómetros de allí.

— Lo logramos— dijeron ambos con entusiasmo en su rostro.

Sin perder tiempo desataron las amarras de la barca cercana a ellos, sería una forma discreta de alejarse por completo de aquel sitio sin ser detectados y de allí solo aparecerse en alguna posición segura.

Ya a bordo, Loid se encontraba sentado sosteniendo entre sus manos aquel objeto por el que había decidido regresar, Frankie no podía comprender su importancia para sus ojos lucía bastante común, pero tenía la total confianza en su colega de su importancia y valor, aunque no podía negar que se sentía curioso por saber.

— Eso en tus manos, Loid ¿Qué es?— preguntó alzando la vista buscando distinguirlo.

— Esto me hará ganar la guerra—afirmó Loid con una sonrisa en los labios albergada en su rostro con una expresión triste.

La forma en la que lo dijo, no hizo más que intrigara más a su compañero. ¿Era un arma secreta contra el-que-no-tiene-que-ser-nombrado? ¿Había obtenido algo que tenía un poder así de grande?.

— Existían como era de esperarse objetos peculiares resguardados en el castillo Hogwarts de magia y hechicería, mismos que cuando esté cayó en manos de Carrow se apoderaron de la mayoría de ellos— explicó Loid sin dejar de ver trozo de vidrio en sus manos— le llamaban el espejo de Oesed, contaba con la propiedad única de mostrar los más grandes deseos que la persona  refleja— indicó mientras se buscaba aclarar la garganta pues su voz comenzaba a quebrarse.

Frankie también vio sus ojos humedecerse y aproximó para darle una palmada a su amigo.

— Va a ser casi un año que me despedí de ellas en la estación de trenes, no he podido verlas, siquiera escribirles, no sé qué tan real es lo que me muestra este fragmento, pero me aferró a creerlo.— indicó Loid mientras lo miraba con una sonrisa triste.

Frankie suspiró, no pudo evitar ser bombardeado por varios recuerdos que compartía con él y las personas que hablaba, mismas a las que por supuesto él ya le había tomado un gran aprecio. Desde que iban a la escuela, como se había declarado a Yor en cuarto año luego de que su equipo había ganado en quidditch, la navidad que pasaron juntos, cuando Anya su hija iba a nacer Loid había llegado bailando a la oficina por la felicidad, bailando, Frankie nunca creyó verlo bailar.

 Frankie supo que era un mago cuando recibió su carta a los once años, desde entonces sus ojos se habían llenado de asombro con criaturas mágicas, hechizos, pociones, transformaciones y lugares que solo pensó en sueños, sin embargo nunca vio magia más grande que la destellaba de los ojos de su amigo Loid Forger por el amor su esposa Yor y su hija Anya.

A través de los ojos celestes del auror se podía ver reflejada la imagen de una mujer corriendo a él con una niña en brazos, depositaba por fin sus labios en él, dándole aquel beso que había quedado en pausa desde el día que se marchó, una pequeña niña de pelo rosado, lo tomaba en sus pequeños brazos con tanta fuerza que era claro quedaba dispuesta a jamás soltarlo de nuevo, los tres sonreían juntos como nunca antes. Loid había sobrevivido así todo ese tiempo ante cualquier situación, cada riesgo, cada enemigo, incluso infiltrado entre sus filas, por la promesa silenciosa entre él y el espejo, cuando todo terminará, volvería a verlas.

Twiyor Week 2022Donde viven las historias. Descúbrelo ahora